En el caso concreto de Marruecos, Zapatero dijo que espera "transmitir personalmente en el menor tiempo posible" al Rey de Marruecos, Mohamed VI, su deseo de profundizar en las relaciones bilaterales, y recalcó que los dos países tienen muchos intereses comunes políticos, económicos, de seguridad y sobre migraciones.
“A España le interesa mantener una relación de amistad intensa con sus vecinos y entre ellos Marruecos ocupa un lugar prioritario”, aseguró.
Desde el otro lado del Estrecho, el monarca marroquí, Mohamed VI, también felicitó la semana pasada a Zapatero por su victoria, expresnado su deseo de ver las relaciones entre Marruecos y España instituirse sobre una cooperación estratégica privilegiada "sobre pilares sólidos y una visión de futuro".
Esta cooperación, añadía el soberano, se inscribe en el marco de "nuestros empeños y del afecto de nuestros dos pueblos amigos para fortalecer los lazos de buena vecindad" y para "consolidar la paz global”.
Un objetivo claro para el presidente del gobierno español es “relanzar el compromiso europeo” así como aumentar la relevancia de Europa en el mundo. "Todo aquello que represente avance en Europa y para Europa será sin duda un avance para nuestra sociedad", afirmó.
En este contexto europeo, Marruecos también está haciendo todo lo posible por ser un socio estratégico del continente en ámbitos tan diversos como las fronteras, la lucha contra el terrorismo o la economía. De hecho, en octubre será el primer país que obtenga el Estatuto Avanzado con la UE.
Con todo, en la pasada legislatura, los socialistas habían logrado un gran avance en las relaciones diplomáticas con Marruecos hasta que se produjo la crisis en noviembre de 2007 por la visita de los reyes españoles a las localidades españolas de Ceuta y Melilla (Sebta y Melilia). Sin negar, por otro lado, la cada vez mejor relación económica entre ambos países, al margen de los gobiernos y políticas adoptadas.
De superar la crisis del Islote de Perejil a relanzar cumbres bilaterales en materias de interés común de cooperación (económica, inmigración, menores, etc) hasta el parón diplomático durante casi dos meses por la visita de Juan Carlos I a estas ciudades autónomas, ha llovido cuatro años.
Ahora, en 2008 con la vuelta a la normalidad de las relaciones bilaterales tras el regreso del embajador Omar Azzimán a la sede de la Embajada marroquí en Madrid, las actividades comunes han vuelto a relanzarse y parece que en esta nueva investidura Zapatero seguirá incitándolo.
Cómo se posicionará España en la postura sobre el conflicto del Sáhara Occidental, el trabajo codo a codo con Marruecos para impulsar el espacio Euro-Mediterráneo (del que parece que Francia y Alemania llevarán la voz cantante), o por ejemplo lograr términos humanos en los acuerdos de inmigración y repatriación de menores, es algo que deberá analizarse durante estos próximos cuatro años.
Sin dejar pasar por alto las mejoras de las leyes de inmigración e integración que deben tomarse sobre el colectivo inmigrante residente en España, en donde los marroquíes son mayoritarios todavía.
“Relación de amistad intensa” y trabajo intenso, sin duda. Un trabajo que debe hacerse recíproco y con una ilusión que, de momento, parece no faltar.
(17/03/08)