Pero hoy, el nuevo embajador marroquí en Madrid, Ahmedou Ould Soauilem, no dará la bienvenida a los invitados en su residencia. Transcurridos algunos meses ya desde su nombramiento, el puesto de embajador efectivo en Madrid sigue sin cubrirse. Y esto tiene que afectar necesariamente al ritmo de las relaciones bilaterales.
Y es que la buena prensa que ha acompañado a las mismas en los últimos años parece enturbiarse por momentos. Como analiza Bernabé López García, con el nombramiento de Ould Souailem el gobierno marroquí apunta en una dirección muy clara: priorizar la cuestión del Sáhara. El hecho de que no haya sentado bien en Madrid no debe impedir que su presencia efectiva ponga cada cuestión en su sitio y restablezca el ritmo normal. Sin su presencia física, sigue siendo una incógnita.
(30/07/10)