Desde hace muchísimo tiempo que se está intentando llevar a cabo una política española para ganar la simpatía de los rifeños. Abdelkrim era un amigo de España, que en un artículo en El Telegrama del Rif alababa la apertura de una escuela primaria fundada por España, donde él mismo enseñaba a la infancia de la vecindad, entre ellos el Mizzian, como recoger los frutos del siglo veinte. Sin embargo al final ese mismo ciudadano se convirtió en lo que está escrito en la historia.
No obstante, estaba escrito en un manual publicado por el Estado Mayor del Ejercito de España, que lo que se pretendía era desarrollar una política de penetración pacífica en la región. Esa política fue elaborada por la mejor elite de los africanistas del XIX. Me refiero a la obra publicada bajo el titulo de Historia de las Campanas de Marruecos, donde se recomendaba una estrecha unión con las cabilas fronterizas, así como con las del interior, teniendo a sueldo a los principales jefes, o dando ventajas para el comercio, llegando hasta a nacionalizarlos españoles, y declarar como protegidas de España a tribus enteras. El texto añade explícitamente que “el rifeño por su estado de atraso, obedece, como todos los seres de escasa cultura, al lucro y a la fuerza, para conseguir atraerlo y luego someterlo”.
El objetivo era ganar una tranquilidad completa, una influencia verdadera y no escaso comercio, como han hecho los franceses en Argelia. Sumariamente el texto insistía en otro párrafo en atraer a los indígenas “facilitando el trafico, mostrarles nuestra superioridad, y buenos deseos, interesarles por la codicia y el lucro”.
Muchos años más tarde, Don Fernando Morán, brillante intelectual y excelente diplomático recomendaba en su libro “Una Política Exterior para España” la misma cosa, mas con un lenguaje refinado, aconsejando crear una interdependencia para con el hinterland, llegando a alertar contra el “auto cerco” creado por las autoridades militares de Melilla, que según sus propias palabras llevo al aislamiento, olvidando que en 1921 se evito la caída de la ciudad gracias justamente a la colaboración de la cabilas vecinas. Lo deseable para Moran era obrar de modo que el desarrollo normal de Ceuta y Melilla no estorbase, sino que beneficie a las regiones vecinas. Así los vecinos de las dos ciudades se sentirían perjudicados con cualquier empeoramiento de la situación, y para ello preconizo el ensanche del puerto de Melilla hacia Beninsar. Precisamente la zona donde se produjo el reciente incidente.
Dos décadas después, en un libro sobre “La Casa”, antes de convertirla en CNI, el autor, Fernando Rueda, divulgo que detrás del caso Omar Dudo, de los años ochenta, había una lucha de los servicios secretos marroquíes y españoles, estos interesados en montar “una operación que sea viable con el propósito de desestabilizar el Rif en perjuicio de la unidad de Marruecos”. (pag327; en La Casa.) Esto nos puede hacer pensar en episodios recientes relacionados que demuestran que a pesar de todo, como ocurre con el aprendizaje del inglés, en España no se ha logrado ganar la amistad de los rifeños.
A mi no se me quita de la memoria aquella miserable escena, en la cual el Sr. Imbroda, en la ceremonia de su nombramiento como presidente casi vitalicio de la ciudad autónoma, había rechazado recibir el bastón de mando de la presidencia de las manos del Dr. Mustafa Aberchan, por no reconocerle la legitimidad de presidir los destinos, no obstante adquirida por sufragio universal, únicamente por ser moro. Se debe recordar que para borrar aquella “vergüenza”, habían colaborado los dos partidos mayoritarios. Con este rápido repaso estoy casi resumiendo la historia de los fallos de la política de crear el moro amigo. No se trata de política de Estado a Estado sino algo que tiene que ver con el pueblo marroquí, siendo del Rif o de cualquier otro lugar. Existe mucha mala información y falta cierto grado de sensibilidad que impide la elaboración de una interdependencia racional entre las dos ciudades y su hinterland. El entendimiento requiere inculcar cierto grado de modernidad, en lo que concierne a las relaciones entre el sur y el norte de Tarifa. Es decir descolonizar las relaciones hispano-marroquíes.
Hace una semana, decidimos en el seno de la comisiones de ayuda al cine, que yo presido esta temporada, otorgar el primer puesto en el programa de ayudas en esta sesión, a un proyecto que narra una entrañable historia, en la cual una chica española de Nador que trabajaba en una sala de cine de la ciudad, decidió regresar a la península junto con su hermano, cuando Franco moría y se abría una nueva página en la historia de España. En esa circunstancia un niño del vecindario, a quien la chica siempre dejaba entrar al cine sin tener que pagar, decidió al contrario que toda la vecindad no acudir a la despedida, porque se sentía casi huérfano a causa de la ida de Carmen. Es una entrañable historia que tiene como protagonista a un niño de escasos años, que aprende a construir su persona, por su propia voluntad.
El autor declara que el guión es casi autobiográfico. Es un marroquí nacido en los años setenta que con la desaparición de aquel cine que frecuentaba ya no tenía dónde oír una sola palabra de español. El autor se formo como cineasta en Bélgica, donde su madre se emigro. Pero ese recuerdo de la chica española que se llamaba Carmen fue grabado en su memoria. Es un canto de amor que ahora pasara a la pantalla. A este proyecto le fue otorgado el primer puesto, por casi unanimidad de la comisión. Lo merecía perfectamente. Diré al final que aunque el dialogo está en rifeño, en el título figura la castiza expresión de “Adiós” seguida de “Carmen”. Lo que resalta el cariño que se tiene a España. Y esto es así porque en Marruecos existe mucha simpatía por lo español, y esto no es obra ni de africanistas ni de sus herederos de hoy.
España continúa ganando simpatía en Marruecos, no por lo que hace sino por la manera en que el genio español es percibido por los marroquíes.
Mohamed Larbi Messari,
Periodista marroquí.
Rabat, 20 de Agosto 2010