Ante la necesidad de reducir el peso del sector primario, en peligro por el cambio climático y el avance del desierto, el país magrebí apostó fuerte a partir del 2000 por el desarrollo del turismo. Este cambio de rumbo en la política económica marroquí se materializó en el programa ‘Visión 2010’ que buscaba llegar a los diez millones de turistas al año antes de 2010, crear 600.000 puestos de trabajo y conseguir que el sector turístico representase un 20% del PIB. A la luz de los últimos datos recogidos por el Observatorio de Turismo marroquí, según los cuales en los once primeros meses de 2009 el país recibió 7.7 millones de visitas turísticas, parece que estos objetivos eran demasiado ambiciosos, pero el país magrebí aún confía en poder realizar su propio ‘milagro español’ y ya ha establecido nuevas metas para el horizonte 2020.
La estrategia de Marruecos para dar impulso al sector pasa por transformar la oferta que tradicionalmente giraba en torno a las Ciudades Imperiales en un turismo de resort más parecido al de las costas españolas. El Proyecto ‘Plan Azur’ es la hoja de ruta que el Gobierno marroquí ha trazado para reformar el turismo en el país, concentrándolo en torno a núcleos urbanos de las costas atlántica y mediterránea.
Clientelismo inmobiliario
En el marco de este proyecto, el Gobierno se compromete a mejorar la red de infraestructuras al mismo tiempo que promueve la inversión privada para la creación de nuevos complejos turísticos. Sin embargo, y dado que sólo un 26% de las empresas marroquíes cuentan con un capital superior a 1 millón de dírham (100.000 euros), son grupos extranjeros los que se están haciendo con las licencias del ‘Plan Azur’. Respecto a esto, fuentes de empresa de Marina D’Or declaran que ‘El Gobierno marroquí ha supuesto un apoyo en todos los niveles’ desde que en 2005 iniciaran su expansión en el país con la participación en la construcción de la nueva ciudad de Tamesna.
Fadesa es uno de los grupos a los que el gobierno marroquí ha otorgado la construcción de un balneario en el marco del ‘Plan Azur’ en Saidia, junto a la frontera argelina. El encargo llegó tras la construcción en 2002 de unos bloques de viviendas sociales en Rabat, claves para ganarse la confianza del ejecutivo.
El grupo familiar catalán Husa ha conseguido mediante un acuerdo con el Fondo de Inversión Lafico hacerse con un hotel de cuatro estrellas en Tánger. Una alianza eficaz, en vista de que Lafico pertenece a ONA (Omnium Nord Africain), el primer grupo industrial y financiero de Marruecos en el que Mohamed VI posee el 37% del accionariado. Las uniones con grupos nacionales (conocidas como joint venture) pueden resultar cruciales para acceder al mercado marroquí y suponen un empuje definitivo a las empresas que buscan una parcela de negocio en el país magrebí.
Sostenibilidad en entredicho
La asociación Ibn Battouta para la sostenibilidad turística en la región Tánger-Tetuán califica el programa ‘Visión 2010’ como ‘desarrollismo incierto’ puesto que la modernización del litoral puede incrementar el éxodo rural (que en la actualidad aumenta un 1.8% al año) y suponer el abandono de la producción agrícola. Por otro lado, la proliferación de resorts pone en peligro los ecosistemas locales y las capacidades hídricas. El oasis de Figuig, cercano a Saidia, ha visto agravado su equilibrio ecológico en los últimos 10 años, coincidiendo con el auge del turismo de balneario en la región.
El avance del desierto no puede ser frenado mediante la construcción de spas, piscinas y campos de golf, sino más bien todo lo contrario. El turismo es una solución a los riesgos que entraña la economía sustentada en la agricultura en un país tan árido como Marruecos pero, evidentemente, el agua debe ser el primer recurso a respetar.
Fátima Habde, encargada de marketing y comunicación de la sociedad Chaouen Rural, considera que el turismo juega un papel fundamental como motor de desarrollo económico y social de los países. Desde Chaouen Rural se promueve el turismo sostenible en la rifeña región de Chefchaouen ‘teniendo en cuenta la durabilidad, el respeto al medio ambiente, la adaptación a la zona y la participación local’, señala Habde. Más sesgada es la visión de sostenibilidad de Marina D’Or, que ‘aplica sus 25 años de experiencia turística en España, adaptándose a las características propias de Marruecos’, según fuentes de empresa. El grupo español ‘ha realizado una apuesta muy fuerte por Marruecos y es el país donde más proyectos tiene y mayor número de viviendas y hoteles está construyendo en estos momentos’. Marina D’Or participa en la construcción de la ciudad de Tamesna, cerca de Rabat, con su proyecto ‘Les Jardins de Tamesna’ que cuenta con 7.000 viviendas y 30.000 metros cuadrados de zonas verdes.
Chaouen Rural contribuye al desarrollo ayudando a dar salida a los productos de las cooperativas, organizando visitas culturales y talleres y facilitando el alojamiento y la restauración dirigidos al turismo. Fátima Habde explica que para que en Marruecos exista una oferta turística sostenible ‘se deben mejorar las infraestructuras, impulsar la formación y desarrollar el turismo rural’. Sólo en estos términos, el turismo se mantendrá como ‘un medio de comunicación y de intercambio cultural entre pueblos’, estima Habde.
María Gallar Sánchez