Dieciocho años de aprendizaje y experiencia en donde se ha movido en el ámbito de la investigación académica con varias publicaciones, así como en la militancia social desde un gran número de ONGS relacionadas con la inmigración y la defensa de los derechos humanos; siendo cofundador de APDHA (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía) y Coordinador del Área de Inmigración de la misma entre 1993 y 2000, fundador de la Asociación Addiffatayn-Las Dos Orillas, vocal en el Foro de Inmigración de Andalucía, o miembro de la red Euromed, entre muchas otras.
Marruecos Digital ha tenido el placer de entrevistarse con este hombre que no sólo es clave en España por su implicación real con el contexto de la inmigración buscando la mejora del colectivo inmigrante, sino por ser ejemplo de una trayectoria luchadora que ha logrado llegar lejos a base de esfuerzo y una elevada conciencia social, siendo la primera persona de origen inmigrante con un cargo con rango de Secretario de Estado en España.
Marruecos Digital: Desde su llegada a España, y ya desde su etapa universitaria en Marruecos, ha estado ligado a la defensa de los derechos humanos, y por extensión, al derecho de los inmigrantes. ¿Considera, desde su experiencia, que ha habido una evolución en el respeto y calidad de vida de los inmigrantes en España y en Andalucía en los últimos 15 años?
Mohammed Dahiri : Podemos afirmar que España ha experimentado una evolución debido al aumento de población inmigrante y a su transformación de país de emigración a país de inmigración, lo que ha provocado una necesidad de adaptación. España ha pasado de tener menos del 1% de inmigrantes hace 15 años a un 10,5% de población extranjera en enero de 2009.
La población española en general se ha concienciado en convivir con el fenómeno de la inmigración como lo han demostrado las conclusiones de varios sondeos y encuestas. Según el CIS el 46 % de los españoles la perciben como algo positivo (aunque el 54% la sigue considerando como primera preocupación). Por un lado, los españoles han conocido de cerca casos de inmigrantes que se ven empujados a ir a otros países ya sea debido al empobrecimiento de sus países, el mal reparto de la riqueza entre sus países y los países del Norte, las dictaduras, la corrupción, la lacra del paro o el deterioro medioambiental, como factores de impulso de estas migraciones.
Por otro lado, la pujanza económica que se ha vivido en España entre los años 1993 y 2006 y la falta de mano de obra en algunos sectores de actividad ha necesitado de mano de obra extranjera. Todo esto unido al bajo factor demográfico del país (el envejecimiento y la baja natalidad), y el impacto del sector audiovisual y de las telecomunicaciones, la mejora de los transportes y las comunicaciones en un mundo cada vez más globalizado y la proximidad geográfica de España a algunos países como Marruecos, han sido los factores de atracción.
A nivel legislativo, hemos pasado de no tener ninguna ley de extranjería a tener unas leyes específicas como la ley 7/1985, aprobado el 1 de julio de 1985 y que ha sido reformada, quince años más tarde, por la ley 4/2000. Esta última, a pesar de sus deficiencias, reconocía ciertos derechos, pero a la que siguieron, en menos de un año, tres contrarreformas que llevó a cabo el Gobierno del Partido Popular. Las tres reformas han recortado los derechos de los inmigrantes, principalmente los indocumentados, eliminando derechos fundamentales como el de reunión, de manifestación, de asociación, de sindicación y el de huelga. También han reimplantado la expulsión para los extranjeros sin permiso de residencia, focalizan la atención en el control, y favorecen la discrecionalidad administrativa. Es decir, se ha generado mucha legislación, pero debemos reconocer que su misión ha sido siempre restringir los derechos de los inmigrantes. Incluso han intentado convertir a los ayuntamientos en cómplices de este control, exigiendo los padrones municipales para posibles expulsiones, algo a lo que muchos ayuntamientos se han negado, como el de Córdoba. Y por otro lado, se intenta castigar la solidaridad de los españoles en algo perseguido y castigado, criminalizando al ciudadano, como el caso conocido de Francisca Gil de Tarifa o del taxista que transportaba inmigrantes sin papeles y de otros cuatro ciudadanos más del Campo de Gibraltar que han sido detenidos y sancionados con multas de 250.000 pesetas, en 1998 por el hecho de auxiliar a personas inmigrantes o solidarizarse con ellos.
En esta realidad actual, ¿qué opina de la directiva europea del “Retorno Voluntario”?
Esta directiva europea del 18 de junio de 2008 ha venido un poco como justificación para adoptar criterios comunes a nivel comunitario. Sin embargo, creo que es una directiva que más bien convierte el espacio europeo, que era un espacio de derechos de acogida y refugio al que venían ciudadanos del mundo, en un lugar no seguro, en el que no se da la bienvenida.
Basta citar por ejemplo que esta directiva permite que los inmigrantes “sin papeles” que sean detenidos en suelo europeo podrán pasar hasta 18 meses retenidos en centros de internamiento mientras se tramita su expulsión. Podrán ser detenidos con una mera orden administrativa y una vez expulsados no podrán volver a la UE en cinco años. Los inmigrantes menores de 18 años no acompañados podrán ser repatriados. Así lo ha refrendado el Parlamento Europeo, que ha aprobado sin enmiendas, tal cual le llegó de los ministros de Interior, la llamada directiva de retorno de los inmigrantes, que pretende armonizar las distintas políticas sobre inmigración llamada “ilegal” de los países miembros.
Lo más grave es que esta directiva apareció en un contexto preocupante de globalización salvaje de recorte de derechos en el espacio europeo durante el año pasado, ya que también se discutía por parte de los ministros de trabajo de la UE sobre aumentar el número de horas semanales de trabajo de las 40 actuales a 65, erradicando los derechos laborales conquistados desde principios del siglo XX; así, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo internacional, se ha estado debatiendo permitir las escuchas telefónicas, y el control los correos electrónicos en algunos países europeos como Suiza y el Reino Unido.
En el caso de España, el Gobierno aprobó, el 19 de septiembre de 2008, un plan de retorno voluntario dirigido a los inmigrantes extracomunitarios documentados en paro que sus países hayan firmado convenios bilaterales con España en materia de portabilidad de seguridad social. A cambio de que renuncien a su permiso de residencia y a su permiso de trabajo el gobierno español les ofrece un adelanto del 40% de los beneficios de desempleo que gozarían antes de salir de España y el resto, un mes después de llegar a su país. La única condición es que no podrán retornar a España antes de los tres años. Hay una contradicción en este Plan con la realidad, puesto que por un lado se pide a los que están aquí retornar a sus países, dándoles el paro, pero al mismo tiempo se mantienen procesos abiertos para captar trabajadores de fuera a través del contingente anual, la contratación en origen y el catálogo trimestral de puestos de difícil cobertura del Ministerio de trabajo.
Lo que no se entiende es que, viendo los múltiples informes sobre el impacto económico de la inmigración en España desde 1996 y las previsiones sobre la necesidad de mano de obra para los próximos años, que todos coinciden, incluido el informe de la Oficina del Presidente del Gobierno español de 2006, en que España, a pesar de la desaceleración económica, seguirá necesitando inmigrantes laborales durante los próximos años. Hasta el año 2020 se estima una demanda de una media anual de 150.000 nuevos trabajadores inmigrantes, el Ministerio de Trabajo e Inmigración adopta medidas que pueden perjudicar a la misma economía española y su crecimiento. Una necesidad vinculada a la catástrofe demográfica española que ni llega a la media europea y necesita jóvenes trabajadores para mantener el ritmo actual.
Usted ha sido el encargado de elaborar el Plan Municipal de Inmigración de Córdoba 2006-2010. ¿Cuáles son los puntos claves de dicho plan, sus objetivos y el por qué de este plan?
Este plan nace para responder a la necesidad del municipio de Córdoba, y para ser una referencia estratégica de acción en materia de gestión de la inmigración como un proceso intercultural. Para que se produzca la integración de este plan hizo falta el consenso entre las distintas organizaciones sociales, sindicales, de inmigrantes y proinmigrantes, y las instituciones con competencia en la materia (Junta de Andalucía y Subdelegación del Gobierno Central).
El objetivo primordial de dicho plan ha sido el desarrollo de medidas y actuaciones que permitan y favorezcan la inserción social en igualdad de condiciones del inmigrante que resida en Córdoba, y es un proyecto que ha aprendido de la experiencia de otras ciudades o municipios de la geografía española o europea que ha tenido contacto con la inmigración desde hace más tiempo.
Este Plan Municipal de Inmigración de Córdoba se basa en un diagnóstico inicial, luego un marco jurídico sobre las garantías internacionales y de derecho comunitario, estatal, autonómico y el marco local, y la elaboración de principios y objetivos rectores sobre los que se basa el plan, como el principio de igualdad de oportunidades, de coordinación entre los distintos departamentos municipales para que la inmigración sea tratada de forma transversal, la normalización de la universalidad, la interculturalidad o la participación social de los inmigrantes y sus organizaciones en Córdoba.
Asimismo, el plan plantea la plena integración entendida como convivencia y respeto recíproco, la adaptación y la promoción de los nuevos cordobeses así como el fomento de la conciencia social. Por otro lado, es importante hablar de la inmigración en positivo para eliminar tópicos, y planteamos acciones de integración para favorecer el codesarrollo con acciones conjuntas con los países de origen de los inmigrantes.
De momento, de las 45 medidas contempladas en este Plan Municipal de Inmigración de Córdoba, hemos ejecutado 32; es decir, el 71 %, lo cual es un buen ritmo. Su duración es de cuatro años, de 2006 a 2010, y culminará con una evaluación final de tres partes: interna, externa (organizaciones sociales y de inmigración) y conjunta.
Precisamente, habla de fomentar en España el modelo de la interculturalidad. ¿En qué se basa esta interculturalidad?
Si hacemos un recorrido por todo el mundo para ver como se gestiona la diversidad, llegaremos a la conclusión de que la interculturalidad puede ser una herramienta útil para evitar conflictos y garantizar la convivencia y el entendimiento entre las distintas culturas y creencias. Australia y Estados Unidos son estados creados por inmigrantes, aunque en el caso de este último, se alentaba a los inmigrantes, fuese cual fuere su país de origen, a “americanizarse”, y se los ayudaba a lograrlo. En el caso de Europa, observamos como el modelo multiculturalista, en Reino Unido y Países Bajos, ha demostrado su fracaso, y el modelo asimilista, en Francia, como ha creado hijos de Francia que odian a Francia. Nos queda estudiar y ensayar el modelo interculturalista para gestionar la diversidad, sobretodo cuando analizamos algunos buenos resultados conseguidos con este modelo. Y aquí me vas a permitir diferenciar entre los tres.
En el modelo asimilista, los procesos de inserción se materializan a través de un único proceso lineal, estructurado en cuatro fases: aculturación, asimilación estructural, amalgama y asimilación institucional. Los cambios siempre están referidos a la población extranjera o grupo minoritario, quienes aceptan de manera progresiva e irrevocable las pautas culturales del grupo autóctono, al que además se considera superior. El conflicto intercultural, se situaría en el inicio del proceso, disminuyendo en intensidad a medida que los grupos extranjeros o minorías pierden su identidad. El consenso se produce mediante el aniquilamiento cultural de todos los grupos distintos al dominante. Es lo que ha hecho Francia con los hijos y nietos de sus inmigrantes, intentado convertirlos en franceses con todas las obligaciones pertinentes pero sin los derechos, y el resultado es lo que conocemos.
Mientras que la convivencia, en el modelo multicultural, se organiza sobre el respeto mutuo. Cada grupo conserva sus valores y pautas culturales, sobre los que estructura su vivencia e identidad, sin interferir en las prácticas de los otros y sin que estos interfieran en las suyas. No hay contacto, ni por lo tanto, contagio cultural. Más que de una identidad cultural general podría hablarse de un contexto global, construido con la suma de elementos presentes. Este es el caso de los dos modelos Ingles y Holandés.
En el inerculturalista, los distintos grupos que conviven en el mismo espacio social se relacionan continuamente, construyendo una nueva identidad, sin renunciar a sus culturas de origen. Es decir, asegura que todos los ciudadanos puedan mantener sus identidades, enorgullecerse de sus antepasados y tener un sentido de pertenencia. Este modelo se ha puesta en práctica en Canadá, y hasta ahora ha dado buenos resultados, y es el modelo de gestión de diversidad que seguimos en Córdoba. De hecho, España es un modelo de interculturalidad, con su modelo autonómico, ya que las 17 identidades culturales que la forman, con sus historias, factores lingüísticos, gastronómicos, etc. no chocan, sino que enriquecen al país en su conjunto.
Pero a día de hoy, ¿España está llevando a cabo este modelo intercultural en materia de inmigración, o es más bien una utopía como marco de referencia?
En España, el modelo intercultural es más que una utopía en el ámbito de gestión de la inmigración. Hay municipios como Córdoba o como San Sebastián y otros pueblos pequeños de Madrid y Cataluña que están intentando realizar un verdadero esfuerzo al respecto. Es cierto que a nivel general aún no hay conciencia política, ya que se vincula la inmigración a seguridad ciudadana u orden público, vinculándola a los ministerios de Interior, como ha pasado con los distintos gobiernos españoles entre 1985 y 2004, o la situación laboral y el mercado de trabajo, ligándola al Ministerio de Trabajo, como pasa en la actualidad.
Frente al discurso negativista y tópico de muchos medios sobre la inmigración, nos gustaría que por su experiencia nos explicara cuáles son los aspectos positivos, las aportaciones, de la inmigración en España, y en concreto de la marroquí
Por un lado, creo que no debe hacerse una discriminación positiva a la hora de hablar de la inmigración o de los inmigrantes, pero sí creo que es necesario que se hable de lo positivo de la inmigración, porque hay que erradicar tópicos explotados por los medios de comunicación, y mostrar lo que aportan los inmigrantes al país.
El debate político y social generado en los últimos años en relación a la inmigración en España, reflejado en grandes titulares de los distintos medios de comunicación, ha dado lugar a que se haya generalizado una serie de tópicos en relación a los efectos negativos de la inmigración. Las pruebas reales en apoyo de cada uno de estos tópicos son débiles y de poca credibilidad, y así lo han demostrado varios informes. Me refiero a los informes elaborados por la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, el Banco Bilbao Vizcaya-Argentaria (BBVA), la Caixa, la Caixa de Catalunya, la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, el Círculo de Economía de Barcelona, y la Universidad Pontificia de Comillas han desmontado todos estos tópicos, y han demostrado que la inmigración es un factor de desarrollo económico y de progreso social, y que el bienestar en España sería ya hoy inferior al alcanzado y las perspectivas de futuro más confusas sin la aportación de los inmigrantes.
Para empezar, la inmigración ha tenido un importante impacto sobre el crecimiento demográfico en España en los últimos quince años, ya que han supuesto un 78,6% del crecimiento demográfico en España, situándose en niveles próximos a la media del área euro (79,4%). En resumen, los inmigrantes contribuyeron en 1,2 puntos porcentuales al aumento demográfico en España. Así, la población inmigrante se ha multiplicado por cuatro, pasando de 0,9 millones en el año 2000 a los 4,5 millones del año 2009.
El efecto de la inmigración sobre el crecimiento del PIB ha sido netamente positivo. El 30% del crecimiento de la última década cabe ser asignado al proceso de inmigración, y este porcentaje se eleva hasta el 50% si el análisis se limita a los últimos cinco años. La inmigración ha tenido un impacto positivo sobre la renta per cápita, tanto a través del porcentaje de población en edad de trabajar como sobre la tasa de empleo de la economía en la última década.
Frente a la idea errónea de que los inmigrantes reciben más de lo que aportan, debido a la progresividad del sistema fiscal español, hay que destacar que en la actualidad los inmigrantes están contribuyendo favorablemente al superávit público. Se estima que, sólo en 2005, un superávit de unos 5.000 millones de euros, el 0,5% del PIB, puede deberse directamente a la inmigración, lo cual supone la mitad del total del superávit de las Administraciones Públicas.
Por otra parte, la inmigración ha disminuido el grado de desajuste del mercado de trabajo y se calcula que ha contribuido a reducir la tasa de desempleo estructural en casi 2 puntos porcentuales en la última década. Según un estudio de La Caixa, “los inmigrantes no roban trabajo sino crean más. Hasta junio de 2007, 241.000 fueron creadas por inmigrantes lo que ha favorecido la creación de miles de puestos de trabajo directos e indirectos.
Otro efecto económico indirecto relevante de la inmigración ha sido el incremento de la tasa de actividad, gracias a la mayor presencia de empleadas/os del hogar. Concretamente, más de un tercio de los 12 puntos porcentuales que ha aumentado la tasa de actividad femenina nativa, en la última década, se explica por la llegada de inmigrantes. La tasa de empleo femenina ha pasado, en los últimos diez años, de apenas el 33,1% de la población en edad de trabajar hasta el 51,2% en 2005.
La inmigración ha tenido también un impacto positivo sobre el sector agrario español. Si había un sector condenado a sufrir las consecuencias negativas de los rigores demográficos previstos para España, ése era el agrario que parecía abocado al declive en producción y empleo. La llegada de mano de obra extranjera, en los últimos diez años, ha evitado una catástrofe y a la vez ha permitido al campo mantener un millón de empleados. Las economías de Almería, Huelva y Murcia, basadas en la agricultura, no paran de crecer en los últimos años. Este éxito en la generación de riqueza y este engranaje comercial, rentable y volcado a la exportación habría sido imposible de sostener sin la llegada de estos miles de trabajadores africanos, latinoamericanos y asiáticos.
En la mayoría de los casos, la suposición generalizada de que los inmigrantes utilizan en gran medida los servicios de bienestar social, pero pagan relativamente poco en concepto de impuestos y contribuciones sociales, no es verdad. En la actualidad los inmigrantes cotizan a la Seguridad Social unos 8.000 millones de euros y reciben pensiones por valor de 400 millones.
Ningún medio habla, por ejemplo, de la solidaridad los inmigrantes y como los inmigrantes salvan vidas. Según datos del Ministerio de Sanidad sobre donación de órganos, presentado en junio de 2006, el 8,1% de los donantes de órganos son inmigrantes (en la misma fecha los extranjeros representaban menos del 8% de la población total española).
Y podemos seguir con otros efectos positivos que traspasan lo económico a lo social y lo cultural, pero entiendo que en una entrevista como esta no da tiempo para mucho.
De todas estas aportaciones, los inmigrantes marroquíes han jugado un papel protagonista y dinamizador. Hasta septiembre del 2008 eran la primera nacionalidad en España con un total de 650.000 personas, lo que representa el 18% del total de extranjeros residentes en España, y con una población joven de casi el 90%, activa y asentada (la mayoría dispone de permisos permanentes o renovados por segunda vez). Es decir, que el “milagro español” de los últimos años se ha conseguido gracias al apoyo de la inmigración, cuyo peso especialmente recayó en la inmigración marroquí.
El aporte cultural también es destacable, pero faltan estudios en España al respecto para citar datos.
Aparte de su labor como profesor en la Universidad de Córdoba y Coordinador del Área Social del Ayuntamiento cordobés, es Presidente-Fundador de la Asociación “Las Dos orillas”-Addiffatayn, creada en diciembre de 2000. ¿Qué actividades realiza esta asociación y cómo pueden contactar los lectores interesados con ella?
El nombre de Addiffatayn precisamente habla del puente entre las dos orillas el Mediterráneo, entre Occidente y Oriente. Esta asociación nació en 2000 para reivindicar la mayoría de edad de los inmigrantes en el espacio del asociacionismo, ya que habían pasado casi diez años desde que España era receptor de inmigración y sólo había asociaciones pro inmigrantes, a parte de algunas de inmigrantes pero que no representaban a todas las sensibilidades. Surgió además en el contexto del debate político-social que se creó en torno a la inmigración a raíz del debate parlamentario y la tramitación de la Ley Orgánica 4/2000, entre noviembre de 1998 y enero de 2000.
Se ha creado con el fin de defender, apoyar y proclamar los derechos y libertades fundamentales de los inmigrantes, para alentar los sentimientos de convivencia, paz, solidaridad y cooperación entre inmigrantes y nacionales, para erradicar toda forma de discriminación y exclusión, para trabajar por una educación integral del colectivo de inmigrantes que la constituya como protagonista de su propia vida y su propio destino y para promover actuaciones de solidaridad internacional y codesarrollo con los países del Sur empobrecido.
Addiffatayn empezó en Córdoba, donde tiene su sede central, y tiene varias delegaciones en Sevilla y Granada y otros municipios cordobeses a parte de una delegación en Marruecos. Es miembro fundador de varias plataformas, coordinadoras y redes de asociaciones de inmigración, cooperación internacional y codesarrollo, de ámbito andaluz, nacional y euro mediterráneo.
Trabajamos en tres grandes proyectos. Por un lado, intentamos fomentar el trabajo voluntario entre los asociados, con temas de prioridad como la interculturalidad en el aula y una “campaña de vacunación de corazones y mentes” en escolares, de los institutos de enseñanza segundaria de Andalucía, que serán los futuros actores políticos y sociales. Hemos realizado intercambios entre alumnos y profesores de enseñanza media de Andalucía y Marruecos, también hemos creado un aula de informática para que los alumnos marroquíes contacten con los alumnos andaluces.
El segundo ha sido destinado a frenar el éxodo masivo de menores no acompañados de la provincia de Beni Mellal, con la creación de una cooperativa llamada “Viudas del Estrecho”, que da máquinas de costura a estas viudas que perdieron sus maridos en el intento de cruzar el estrecho y que suelen tener de dos a tres hijos, para garantizar que estas madres tengan medios para escolarizar a sus hijos.
El tercer proyecto, que está paralizado desde el año 2000 por temas burocráticos, se trata de identificar los muertos del Estrecho que descansan en tumbas de Gibraltar, varias tumbas conocidas como tumbas “D” (Desconocido). También hemos repatriado 4 muertos del Estrecho entre 2000 y 2002, a petición de sus familiares o a petición de alguna de las asociaciones marroquíes con quién tenemos convenios de colaboración.
Quienes quieran contactar con nosotros, pueden hacerlo a través de los mails addiffatayn@gmail.com y las2orillas.secretaria@gmail.com, o nuestra web www.las2orillas.com
En otras entrevistas, usted afirma que no existe un choque de civilizaciones o culturas, sino un choque de ignorancias. ¿Qué significa esta afirmación?
Efectivamente, las civilizaciones no chocan, sino se enriquecen mutuamente, aprenden una de la otra. Lo que chocan son las ignorancias y los intereses que crean miedos y fantasmas. Y creo que todos los que defendemos esta tesis el tiempo nos ha dado la razón después de la muerte del ideólogo de esta teoría, Samuel Hanguinton, y la muerte política de su ejecutor, Georges W. Bush, y la llegada de Barak Obama con otra visión del mundo buscando el entendimiento y el diálogo con todos y tendiendo la mano a todo el mundo.
Patricia Trejo
(15/04/09)
Más información sobre el entrevistado:
Mohammed Dahiri es licenciado en Lengua y Literatura Árabes e Idiomas orientales por la Universidad Cadi Ayyad de Marrakech, y en Filología Árabe por la Universidad de Granada. También es Doctor en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad de Sevilla, y posee un tercer ciclo en Traducción y Literatura Comparada en Rabat, y tres Master en materias de migración, interculturalidad y resolución de conflictos.
Es autor/coautor de varios libros y trabajos publicados, como “Problemática de la relación entre los intelectuales y el poder en la novela árabe contemporánea (Literatura de cárceles/Literatura del compromiso)”, “Movimientos Migratorios en el Mediterráneo Occidental ¿Un fenómeno o un problema?”, “Diversidad cultural, Indentidad y Ciudadanía”, o “La realidad social y jurídica de los inmigrantes en Andalucía” y “Geografía de lo social. Identidades, migraciones y exclusiones”. Ha traducido a poetas como Mohammed Bennis y Manuel Gahete. En el año 2005 ha sido premiado con el Primer Premio Migraciones y Fomento de la Interculturalidad de Andalucía.
Está a punto de publicar“La inmigración marroquí en España. Su historia, sus causas y sus efectos”; un libro que sin duda sabrá reflejar desde la propia experiencia y la realidad que ha rodeado a Dahiri en el ámbito personal, académico e institucional, el contexto actual de la población marroquí residente en España.