En este libro, Cherkaoui realiza un estudio sociológico en el que plantea la cuestión del Sáhara occidental desde la perspectiva de la integración política, económica y social de la población saharaui, y precisamente, sostiene que los matrimonios contraídos en el Sáhara entre marroquíes y saharauis de nacidos antes de 1975 reafirma el vínculo social entre Marruecos y la región occidental del Sáhara.
Marruecos Digital: ¿Por qué decidió hacer este estudio?
M.Cherkaoui: Este libro ha supuesto ser un desafío intelectual, ya que, a pesar de conocer la situación del Magreb, este ámbito no formaba parte de mis dominios de investigación. Tras la petición de un amigo a realizar un acercamiento sociológico sobre el Sáhara, me vi ante la dificultad de recabar datos, y el reto de poder exponer las líneas de investigación de forma empírica y neutra, aunque haya quienes afirmen lo contrario.
Mi estudio se basa en el método cuantitativo frente a la aproximación cualitativa para reflejar "una imagen precisa" de la evolución social en el Sáhara. Considero que el problema que se plantea para el Sáhara se articula en torno a tres ejes principales: la legitimidad histórica y jurídica, las tendencias imperialistas regionales que muestran el contencioso territorial entre Argelia y Marruecos, y el tercer eje, de tipo sociológico, sobre el vínculo social entre los saharauis y el resto de la población marroquí.
MD: En su libro habla del riesgo de una “balcanización” en la región. ¿Considera negativo que se creara un nuevo estado saharaui?
MCh.: Creo que dividir más la región, es decir, que sufriera una balcanización, no beneficiaría a nadie, no tiene sentido. ¿Quién sería capaz de gestionar toda una región dividida? ¿Qué intereses se cumplirían dentro de un Estado nuevo y débil? Hay que contemplar por un lado los recursos energéticos de la zona, pero sobre todo, no olvidar el riesgo de una implantación duradera de Al Qaeda en la región. En el libro reflexiono acerca de las relaciones entre las debilidades de los Estados, la desterritorialización del terrorismo, la tentación tribalista de los movimientos políticos y algunas consecuencias sobre la seguridad interior y exterior de los países.
Entonces cree que la propuesta marroquí de autonomía del Sáhara occidental es más viable?
No es una cuestión de punto de vista, sino de responder al contexto geográfico y a los lazos e integraciones que ha habido históricamente entre los saharauis y Marruecos.
Además, la estabilidad regional y la seguridad del norte de África y el Mediterráneo, así como el proceso de democratización y modernización de Marruecos en la actualidad justifican la integración del territorio en Marruecos mediante una amplia autonomía, tal y como el país propuso ante Naciones Unidas, que permita el desarrollo del bienestar de las poblaciones. Asimismo, realizar un referéndum de autodeterminación no tiene ninguna posibilidad de ser aplicado, porque, a pesar de los años, las partes no han logrado ponerse de acuerdo en el censo.
Pero ¿los lazos sociales que usted subraya en su libro pueden justificar la anexión del Sáhara Occidental a Marruecos?
Mi investigación abarca unos 30.000 contratos de matrimonio formalizados en el Sahara Occidental ante los adules (notarios islámicos) de nacidos antes de 1975. Este acercamiento de estudio es único en su género, y nos permite observar que, pese a las fronteras coloniales, la casi totalidad de matrimonios exógamos de los saharauis fueron con otros marroquíes, sobre todo de la zona sur. Según los datos aportados en este estudio, "desde los años de 1960 hasta hoy día, la tasa de endogamia pasó de más del 97 por ciento a menos del 55 por ciento".
Esta libertad de elegir con quién contraer matrimonio es un ejemplo clave de la convivencia e integración social que había entre la zona durante la ocupación española del Sáhara y Marruecos, y creo que debe tenerse en cuenta. Separar familias entre dos entidades políticas sería algo claramente perjudicial.
¿Cuál es el papel que cree que debe jugar la Unión Europea ante el conflicto del Sáhara Occidental?
La Unión Europea, incluyendo por tanto a España, no puede permanecer como meros espectadores, desde el papel político, sino intentar ayudar a que los puntos de vista del conflicto se aproximen.
El anterior enviado especial de la ONU al Sáhara, Peter Van Walsum, ya subrayó que no hay que jugar con la vida de los hombres, y manipularlos, puesto que los saharauis tienen derecho a vivir decentemente.
Es triste, pero el conflicto entre Marruecos y el Frente Polisario no existe como tal, sino que el Polisario está sometido a la voluntad de Argelia. Es decir, el problema principal es que Argelia está dentro, con sus intereses territoriales y enfrentamiento eternizado con Marruecos en este aspecto, desde que en 1974 decidió cambiar su postura de golpe. Antes de esa fecha, Argelia defendía el Sáhara occidental como parte del territorio marroquí. Es evidente el interés territorial, de vocación hegemónica en el Magreb, que se despertó en Argelia.
Cristopher Ross, el nuevo enviado especial de Naciones Unidas, tiene por tanto un gran reto, el de hacer avanzar unas negociaciones con estos interlocutores, y que, por qué no, Argelia proponga también una solución.
Para terminar, nos gustaría que opinara sobre el sentimiento de empatía y amistad de la opinión pública española hacia los saharauis, ya que no se pueden negar los lazos históricos existentes y sobre todo los vínculos civiles que se desarrollan en la actualidad
Debo admitir que a día de hoy incluiría un tercer gran capítulo en mi libro, relacionado sobre España y su relación con Marruecos y el Sáhara. En él, hablaría sobre por qué España no propuso jamás un programa de descolonización como hizo en Guinea Ecuatorial, sobre los intereses energéticos españoles con Argelia, sobre la política de cooperación entre España y Marruecos, y sobre la posición y sensibilidad española ante este conflicto, que en relación a otros países, considero que ha evolucionado.
Creo que los españoles deben dejar de sentirse acomplejados por el supuesto “abandono” histórico que hizo en la región, y dejar de ver a los marroquíes como a los “moros”, como una amenaza.
Se debe resaltar a la opinión pública española que hoy hay más de 850 empresas y entidades españolas en suelo marroquí que hacen un trabajo admirable y que ya mismo podrían desbancar a Francia como primer país de cooperación con Marruecos. Estamos condenados a vivir juntos, en amistad, de ahí la importancia de los lazos de cooperación hispano-marroquíes.
Estoy absolutamente convencido de que el punto de vista español está cambiando y reorientándose, tal y como evidencia el compromiso económico del gobierno español de cara a la cooperación que está invirtiendo en Marruecos.
Patricia Trejo
(08/0509)