El suicidio es un pecado en cualquiera de las tres religiones monoteístas. Un pecado, según el diccionario en línea de la Real Academia Española, es:
1. m. Transgresión voluntaria de preceptos religiosos.
2. m. Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.
3. m. Exceso o defecto en cualquier línea.
El Corán prohibe el suicidio. Los creyentes tenemos el deber de ser sensatos y pacientes. El suicidio no es y no será nunca una solución. Es más bien una cobardía y un acto de desesperación. La paciencia es la mejor arma en todos los casos. Los primeros creyentes sufrieron tanto como el profeta Muhammad durante trece años antes que se les permitiera defenderse. Actuar en defensa propia es un acto legal y legítimo. Pero, suicidarse no lo es.
Casos de suicidio ha habido muchos hasta hoy. Muchas personas, hombres y mujeres, se han suicidado de distintas maneras. La más utilizada es la horca. El motivo es la desesperación ante los problemas sociales. Y aquí, debo señalar que no se hace lo suficiente para atender a las clases no digo pobres sino empobrecidas. De estas, precisamente, salen individuos llenos de rencor hacia la sociedad. A falta de oportunidades, se dejan manipular. O bien se transforman en delincuentes o en extremistas listos para actuar a ciegas en cualquier momento. Los políticos, en general, sólo se preocupan por los votos y no por el bienestar de la juventud inhibida durante décadas y privada de sus mínimos derechos.
Los suicidas son el resultado de la marginación y de la injusticia social. Podrían haber sido buenos ciudadanos en una sociedad de igualdad, fraternidad y libertad. Un lema para todas las sociedades modernas. Del modernismo sólo tenemos las apariencias.
Casablanca es el símbolo de la desigualdad y la injusticia social. Basta con comparar las calles ricas con las pobres para salir con una conclusión clara. Hay perritos mimados que requieren lo que una familia de diez miembros. Es lamentable, pero es la realidad de una ciudad que crece desmesuradamente en todos los sentidos engendrando elementos de todo tipo. Entre ellos, los suicidas.
No es el momento de culpar a nadie, sino de actuar antes que el suicida llegue a ser modelo para las nuevas generaciones formadas en su mayoría de jóvenes inhibidos e insatisfechos. Una labor que les incumbe a los políticos llevar a cabo. El primer paso, es sin duda luchar contra la corrupción que nos ha causado demasiadas decepciones hasta hoy. ¿O me equivoco?
(16/04/07)
MedFai