Hay cambios históricos que tardan en ser percibidos, en parte por falta de información pero también, en buena medida, porque nos aferramos a esquemas preconcebidos y datos no comparables. Coincidiendo con la inminente visita de Don Juan Carlos a Rabat, Mohamed VI ha solicitado al Gobierno español su apoyo para que los españoles estemos correctamente informados respecto a los tres problemas clave en las relaciones entre ambos países: el papel que desempeña Marruecos en la lucha contra el terrorismo, su nueva política para frenar la emigración ilegal y el incremento de sus medidas de lucha contra el cultivo y tráfico de drogas. Valdría la pena que esa información se ampliara a cambios menos visibles.
¿Podía alguien pensar que cinco años después de que Mohamed VI llegara al trono iba a existir en Marruecos el Código de Familia más avanzado de los países musulmanes en materia de derechos a la mujer? ¿Soñó algún iluso que Estados Unidos otorgaría al país el estatus que hoy tiene en materia geoestratégica? ¿Hubiera apostado alguien por la liberalización económica? ¿Cabía pensar que el hijo del anterior rey iba a aceptar una revisión histórica del pasado escuchando a las víctimas de la represión de su propio padre? ¿Era imaginable que el máximo poder anunciara la abolición de la tortura? ¿Confiaba alguien en que Mohamed VI llegara a imponer una ley de modernización de los partidos y la reforma de los servicios secretos para frenar el auge del extremismo islamista en el Ejército? La velocidad de la democratización es un concepto relativo. Máxime cuando en su avance tiene que enfrentarse a una inercia de siglos.
(ABC, 11/01/05)