El Indice de percepción de la corrupción (IPC) que publica cada año desde 1995 Transparencia Interancional ordena los países según el grado de percepción de la corrupción de funcionarios públicos y políticos.
En 2007, Marruecos ha experimentado una cierta mejora, de 7 puestos, en comparación con 2006; pero refleja una tendencia constante a la perennidad de una corrupción, tal y como también se observa en la primera investigación moral de 2008 de Transparency Maroc (TM).
A pesar de llegar al puesto 72, el informe de Transparency Maroc insiste sobre el grado de vigilancia que debe aumentar en Marruecos en el ámbito de la corrupción, así como en adquirir una mayor conciencia sobre esta “enfermedad” que derrumba los intentos de mejorar el sistema marroquí desde los estratos más bajos.
Según informa el periodico marroquí “L’Economiste” que se hace eco del informe de TM, Marruecos “debería consolidar el proceso de ratificación de la convención de las Naciones Unidas contra la corrupción, algo que aún sigue sin cerrarse” debido a “tergiversaciones, pérdida de tiempo y falta de sincronización entre los diferentes departamentos, lo que hace que el trabajo inacabado no pueda avanzar”.
Otro aspecto que se destaca desde Transparency Maroc es la falta de sancionamientos sobre corrupción.
En definitiva, Marruecos no puede felicitarse por haber mejorado levemente su posición sobre corrupción, ya que sería como alegrarse de haber puesto una tirita a un cáncer.
O se enfatiza la acción gubernamental para luchar contra esta lacra, en conjunción con la acción de la sociedad civil, que avanza a paso de hormiguita pero segura, o el país no va a levantar cabeza. De poco sirve la mejora económica macroeconómica si la población no siente una mejora en su situación social. Y esto, escueza a quien escueza, pasa por hacer “sesiones de quimioterapia” profundas y llamar a los problemas por su nombre.
(25/01/08)