Cuando se trata de las libertades colectivas e individuales no puede haber una de cal y otra de arena. La libertad es una e indivisible y en Marruecos la gracia de los poderes publicos sobre la elaboración del tan esperado código de la prensa que, dicho sea de paso, tarda en llegar a pesar de las mil y una promesa, todas hasta ahora incumplidas, determinará la voluntad oficial de obrar de manera transparente por la instauración de una nueva era de libertad y de democracia y la ruptura con una época que, según los profesionales del sector, desapareció para volver a aparecer cuando no pocos periodistas y actores de la defensa de derechos humanos marroquíes esperaban después de un largo paréntesis que el nuevo concepto de la autoridad proclamado a bombo y platillo consistiera, entre otras cosas, en acompañar las profundas mutaciones de la prensa en el mundo, especialmente en Marruecos donde (es de notoriedad pública) el sector de la prensa representa para las autoridades del país uno de los pilares necesarios cuando no indispensables para la edificación de una sociedad democrática, pluralista y justa, inherente de desembocar en una política de apertura en un clima de libertad de opinión y de expresión ademàs de la promocion de la imagen del país.
Evidentemente se han dado pasos en la buena dirección : promulgación de textos al respecto, la constitución y puesta en marcha de la Alta Autoridad Audiovisual ( Haca), la relativa liberalización ( porque cada dia que pasa se descubren otrasintenciones ) y la reforma de los establecimientos del sector.
Hay incluso por si esto resultara poco enormes esfuerzos con vistas a elaborar un código de deontología y la voluntad de los poderes públicos de asociar a todo el mundo.
A primera vista parece una revolución…pero es la cara visible del iceberg democrático porque todo esto es a nivél de texto y como señala el politólogo marroquí el profesor Jamal Edine Ennaji del Instituto Nacional de Periodismo de Rabat en su estudio titulado « Prensa y periodistas : precisiones de deontología » « generalmente cuando se habla de un código de deontología, la atención converge automáticamente, cualquiera que fuera el país, hacia un texto que no tiene fuerza de ley ».
Con otras palabras: se trata de un código moral que, de manera gerneral, define la personalidad, el estatuto del órgano de prensa o de sus actores ( periodistas) al que se refieren para definir sus prácticas, regularlas e incluso, a menudo, defenderlas contra quien pudiera sentir la tentación de censurar el ejercicio de la expresión que debe ser libre y sagrado en beneficio no solamente de los periodistas sino de toda la sociedad civíl.
No obstante, no sería exagerado afirmar que en nuestro mundo monopolar, su cultura bélica y las lianzas que impone, el llamado cuarto poder dejó de ser justo o equitativo. Casi siempre, detràs de una empresa de prensa se ocultan disfrazados intereses financieros, étnicos, geopolíticos o simplemente estratégicos o incluso religioso.
La voz de su amo..
El caso Watergate que había costado la presidencia a Richard Nixon o màs reciente, Plan de ataque o Plan of atack de Bob Woodward constituyen, entre otros la cumbre de la libertad de expresión e ilustración cabal y elocuente del poder de la prensa en Estados Unidos.
En efecto, se logró derribar a un presidente y a contestar a otro. Lo que nunca precisa el rollo es que, llàmese Washington Post, CNN, Fox, Le Monde, The Guardian, El país o el Mundo es cuándo un « ilustre » periodista lograría revelar el escàndalo ( que no faltan y muy gordos) protagonizado por un miembro del consejo de administración del órgano donde ejerce.
No. Esto nunca se ha visto y probablemente nunca se verá…porque aquí los parámetros de la libertad de expresión se convierten, de sopetón, en abstractos.
Una anécdota que ilustra lo que precede :
Aprovechando el precario estado de salud del presidente cubano, Fidel Castro, Washington propone a La Habana una “ normalización” made in USA: una carrera de 10 kilómetros entre Castro y George Bush, nen plena forma. La Casa Blanca comunica a la ONU que es la última oportunidad para « el régimen castrista ».
No quedándole otra alternativa, Cuba acepta. Dia D. Hora H: los dos mandatarios en la meta. Comienza la carrera y….
¡ Sorpresa !… entra primero Fidel. La carrera es comentada por la CNN y Fox de la manera siguiente : « Espectacular segunda posición para el presidente Bush en la carrera de ayer con el tirano Fidel Castro. Recordemos que el primer mandatario cubano entró penúltimo ».
Sin comentario.
Volvamos a Marruecos donde hasta hace poco, sólo existía una prensa partidista y otra estatal o pública, especialmente audiovisual, lo que, según muchos, determina y condiciona actualmente incoherentes tomas de posición del sindicato de prensa o incluso de màs de una asociación marroquí de defensa de derechos humanos sobre, por ejemplo, el actual « tira y afloja » entre Al Jazira y el Estado marroquí.
Sin embargo en Marruecos hasta en los peores años de plomo han habido heróicos intentos de sacar, a veces a precio de la propia vida, publicaciones « potables » como Soufle del poeta Abdelatif Laabi y un reducido grupo de « resistentes » de izquierda o Kawalis del decano Mostafa Alaui.
Aunque no hay estadísticas exactas, basàndose en cifras del ministerio marroquí de Comunicación de años pasados pero ordenàndolas con la tasa de crecimiento e incremento de los diferentes componentes del sector.
La necesidad de adoptar una política global de comunicación, capaz de acompañar los esfuerzos tendentes, como muchos marroquíes lo desean, hasta ahora, infructuosamente, a elaborar un proyecto democrático moderno, es, como fue subrayado recientemente en las conclusiones que sancionaron las jornadas de estudio sobre la Prensa, Democracia y Desarrollo : Retos de la Reforma, « una empresa que necesita mecanismos e instrumentos de información bastante desarrollados, fuertes y eficaces » y, eso lo precisamos nosotros, cierta salud y madurez democráticas y una transparente voluntad política de los poderes públicos y sus « socios » políticos ( partidos y actores de la sociedad civíl ).
De hecho, en Marruecos desde hace años, muchos se preguntan si tanta retórica « ideológica » responde realmente a los votos de los precursores de la nueva cultura de derechos humanos y del respeto de las libertades individuales y colectivas de todos los marroquíes, tanto los adictos al poder público que no son pocos ni sus ambiciones mínimas, como lo que lo son menos y que tampoco faltan.
Hechos y convulsiones muy recientes como por ejemplo la proliferación de juicios ( y las posteriores condenas a menudo muy severas) a la prensa : prohibición durante un periodo de 10 años de ejercicio de periodismo para Ali M’Rabet, pago de 26 millones de euros a un obscuro Centro Geopolítico Europeo para Abubakr Jamai y su semanario Le Journal, condena al decano de los periodistas marroquíes y su « Al Usbuh » a pagar 16 millones de euros por « difamación » y asímismo por difamación pago a un grupo de jueces a los que se han presentado las debidas excusas y se ha acordado el derecho de respuesta estipulado por el Código de prensa en que caso de infracción o inexactitud se ha condenado al diario « Al Masaa » de Rachid Nini a pagar en torno a los 56 millones de euros y más reciente aún ( actual) el juicio al director del canal de televisión qatarí « Aljazira » en Rabat, Hassan Rachidi ( en curso), aconsejan a responder negativamente y a preguntarse de nuevo si, como se ha dicho y abusado de repetir, la prensa marroquí de hoy, con su diversidad y su divergencia, la pública ( estatal o disfrazada en otra cosa), la partidista y la independiente contribuye al refuerzo de los procesos de desarrollo y de la democracia en el país.
La respuesta, según los expertos nacionales en materia de información, es, a la vez, si y no porque en las actuales y según muchos profesionales del sector, difíciles circunstancias ( juicios a la prensa a punta pala : a Tel Quel, al Masaa, al Uatan, al Jazira, al Usbuh, al Jaridah Al Ula etc), la respuesta no puede ser de modo
alguno tajante ni categórica y en el mejor de los casos, inexacta.
Si…porque, para los poderes públicos en Marruecos se trata actualmente de poner en pié una opción sectorial con vistas, según ellos, a comenzar un diagnóstico del actual estado de la información y comunicación en el Reino imprencindible antes de llegar a la síntesis de las cuestiones fundamentales, fijando los parámetros de los principales problemas para pasar posteriormente al examen de los medios de resolverlos con realismo, teniendo en cuenta las posiciones de los diferentes componentes del paísaje periodístico nacional.
Es decir : aparentemente hay voluntad oficial, pero, como ocurre siempre con « lo oficial », solo se esboza el futuro. Algo asi como aquello de “ Vuelva Usted mañana ».
¿ Y hoy ?
Todo el mundo o casi, está de acuerdo en que, desde el acceso del rey Mohamed Vi al trono, hay esfuerzos… insuficientes. Tal vez. Hay imaginación..un poco confusa. No cabe duda. Y hay también lo que es y debe ser infinitamente más importante aunque hasta ahora no se ha tenido lo suficientemente en cuenta a pesar de la voluntad mil veces proclamada por el estado mismo : la conciencia de que la reforma de la prensa en Marruecos es cuestión de todos sin excepción ni críticas ni discalificaciones.
Con una sola mano nunca se podrá aplaudir.
Dos son uno, uno es ninguno… ni siquiera el Estado marroquí.
Y no…porque, primero, la prensa escrita en Marruecos, vive actualmente , además de lo que precede, una situación, cuando menos, difícil : alarmante aunque inconfesada baja de ventas, a excepción de muy pocos títulos, estagnación de la evolución tecnológica de empresas de prensa, salvo las de los partidos políticos (lo que impone el imperativo de estigmatizar lineas editoriales poco acordes a la deontología democrática o simplemente informativa), deterioración de las condiciones materiales y profesionales de la mayoría de los periodistas marroquíes en los diferentes órganos donde ejercen y en general de los empleados en muchos establecimientos de prensa y una mentalidad burocrática en el funcionamiento de las empresas de prensa que hace de la inmensa mayoría de los periodistas marroquíes simples funcionarios. O sea : hombres que funcionan.
Evidentemente, esto no tiene absolutamente nada que ver con la cultura periodística por más y mejor escritores que fueran.
De la prensa pública es preferible limitarse a recordar que el nombramiento de los directores y directores generales por Dàhir ( decreto real ) hasta ahora vigente en el Reino, les inmuniza ante todo control o sanción en caso de incurrir en un error o en una flagrante infracción profesionales o en un abuso de poder o de confianza, considerándose responsables única y exclusivamente ante el Rey o ante el Parlamento. Lo que, obviamente no les incita a actuar con conciencia y abnegación profesionales.
Toda una indigestión democrática e incluso institucional.
Durante los últimos años se ha visto con esperanza y, no sin suspense, la emergencia en Marruecos de una prensa regional, otra privada y la tercera especializada.
En su desigual combate, pocos han logrado sobrevivir y los que lo hicieron a trancas y barrancas, con el tiempo optaron por « confortarse » en la idea de pensar exclusivamente en el medio de cómo seguir sobreviviendo. O sea : primero, buscar la manera de garantizar la existencia ( los ingresos, la adaptación a los imperativos de los que mandan y acostumbrarse a la vista muy gorda ), luego vendrán los principios, la deontología y de ser posible, las virtudes.
Hablando de la prensa sería un secreto de Polichinela revelar que en Marruecos, como en el resto del mundo, hoy por hoy, la mayoría de los órganos de prensa escrita o audiovisual, sólo maquillando el producto en torno a temas y cuestiones candentes o incluso a veces recurriendo a sensacionalismos atractivos pero contrarios a la ética moral y profesional, para incrementar las ventas y aumentar la tirada, logran garantizar cuyunturalmente esta supervivencia.
Sin embargo en Marruecos hasta en los peores años de plomo han habido heróicos intentos de sacar, a veces a precio de la propia vida, publicaciones « potables » como Soufle del poeta Abdelatif Laabi y un reducido grupo de « resistentes » de izquierda o Kawalis del decano Mostafa Alaui, entre muchos otros intentos que constituyen una brillante página en la historia de la prensa en Marruecos. Sacrificios que deben representar para todos una referencia de una salud moral y profesional, para muchos, en vias de extención.
Actualmente los objetivos son diferentes, distintos son os imperativos.
Otros tiempos, otros modales…. Las mismas o casi las mismas penas.
Si hay algo en que los profesionales de los diferentes sectores de la prensa en Marruecos están de acuerdo es que el mayor obstáculo ante la libertad de expresión en en el Reino consiste en el mantenimiento, a pesar de una encarnizada lucha del sindicato de la prensa marroquí ( SNMP ) y de los diferentes actores de la defensa de derechos humanos, de penas privativas de la libertad en caso de delito de prensa.
…. La espada de Damocles.
« La publicación, la difusión o la reproducción, de mala fé, por todo medio de comunicación, de una falsa noticia, alegaciones, hechos inexactos, datos fabricados o falsificados, atribuidos a tercios, cuando atentan contra el orden público o producen pánico entre la población, es pasible de una pena de un mes a un año y una multa de 1200 a 100.000 Dh. Los mismos hechos son pasibles de uno a cinco años y la misma multa si la publicación, la difusión o la reproducción puede alterar o sacudir la disciplina o la moral de los ejércitos ».
Se trata del omni-presente y justificadamente temible artículo 42 del Código de Prensa y de la Edición del 2003.
Una paréntesis surrealista que constituye para la libertad de expresión un considerable freno que, como acertadamente deduce el veterano Aldebaltif Mansour en su « Prensa en estado de alerta », « más que una impresión, se trata de un hecho consumado que traduce una relación problemática entre la prensa y las instituciones públicas ».
En lo que llevamos del 2008 muchos periodistas han sido víctimas atroces de este o de otros artículos del capítulo punitivo de la difamación del controvertido Código de Prensa y de la Edición actualmenteen vigor y que regula la profesión de periodismo y de edición en Marruecos
Como Abdelatif Mansur, muchas voces se alzan actualmente en Marruecos para denunciar lo que, unos califican de « paso hacia atrás en lo que debía ser y no fue una opción estratégica hacia la libertad de expresión en el Marruecos de hoy » y otros de « intentos de domisticar los menos adictos al régimen ».
No obstante, en Marruecos muchos creían, con razón, que una de las principales adquisiciones del cambio democrático con la sucesión en el trono, debía ser la evolución de la prensa nacional, su marco y las mentalidades que impedían su desarrollo en un entorno sano
En efecto, en Marruecos un arsenal de leyes rige, ni al agrado ni al antojo de los periodistas, los sectores de la prensa y de la edición : el inadecuado Código de Prensa, el estatuto de Periodistas profesionales etc.
Si a esto añadimos los incontables problemas de los recursos humanos y su adecuación al nuevo entorno en las empresas de prensa, las deficiencias en las nuevas tecnologías de la información y un déficit de formación permanente, podemos afirmar, sin mucho riesgo de incurrir en una exageración que la prensa y la libertad de expresión en Marruecos exigen urgentemente una reconciliación.
Sin embargo, el 25 de noviembre del 2004 cuando, frente a la inexorable mundialización y la proliferación de las cadenas y ondas por satélite, el parlamento marroquí adoptó por unanimidad el proyecto de ley gubernamental sobre la liberalización del sector audiovisual, anunciando de este modo la emergencia, sin precedentes en los países de la zona, de iniciativas privadas en el dominio audiovisual marroquí, todas las esperanzas estaban permitidas para esperar, como se decía y se repetía, la apertura de interesantes perspectivas para el sector y para formular los votos de una nueva era de respeto del pluralismo ( nuevos horizontes para la explotación e instalación de nuevas redes de comunicación audiovisual, rompiendo con el monopolio del Estado ), la especificidad cultural y étnica y una mayor visibilidad política en el momento de valorar los diferentes proyectos y los diversos comportamientos.
De esta manera, en un intento de impulsar el sector, el 17 de abril del 2006 la Alta Autoridad de la Comunicación Audiovisual, creada poco antes por el rey Mohamed VI, acordó las debidas licencias a 10 estaciones de radio privada y una cadena de televisión en Tánger, MEDI-SAT. La AACA ( HACA en francés ) està actualmente deliberando para acordar nuevas autorizaciones para una nueva generación de radio y televisión. Comolas autorizadas hasta ahora, algunas franco-árabes, otras exclusivamente francesas, muchas específicamente regionales. Ninguna en español, probablemente porque el operador español aún no ha estimado conveniente invertir en la cultura aunque esta cultura sea instrumento de acompañamiento de sus intereses en Marruecos y contribución geopolítica para una mayor promoción de sus palancas económicas.
Hasta ahora, todo elogio de los resultados de esta edificadora iniciativa, sería una exageración.
Pero esto no quiere decir que no existe la voluntad compartida de avanzar en el buen camino en un marco preciso, conciso y transparente, que priviligie el principio de la libertad y considere la responsabilidad común de sus obras, sino que la mayoría de los « recién nacidos » sigue pecando de inmadurez profesional o deontológica, constituyendo, a menudo, andecdóticas caricaturas de la comunicación francesa, inadaptable e inaplicable a la mentalidad y a la forma de ser y de actuar de la abrumadora mayoría de los marroquíes.
Casi tres años después, los criterios en torno a la evolución del sector audiovisual en Marruecos ( hasta ahora a excepción de la citada Midi Sat de Tánger , en su totalidad o casi, público ) discrepan sobre el ritmo y la velocidad de esta evolución ( actualmente hay un aparato de radio por tres marroquíes y un televisor por seis ), despejándose al respecto un semi concenso : pese a esporádicos sobresaltos, generalmente aislados, especialmente en la segunda cadena ( 2M ) antes de su naufragio en el polo público y teledirigidas intentonas de la Radio Mediterránea ( Midi-1- primogénita de Medi-Sat franco-marroquí ) destinadas a vender la imágen y la tésis marroquíes en el Magreb, las estaciones de radio y de televisión públicas o semi-públicas siguen, de diferente manera y de distinta concepción, al servicio del gobierno y de sus políticas en vez, como lo desea la mayoría de los profesionales del sector, al servicio del contribuyente.
Tanto es asi que la mayoría de los marroquíes acusan a estos medios de comunicación oficiales u oficiosos de tener como papel principal evitar, cueste lo que cueste, que los ciudadanos se diesen cuenta de que este o aquél ministro o alto cargo de la administración estatal no haya cumplido debidamente con su deber o su responsabilidad.
Ni la eclosión de nuevos proyectos, en principio, competetivos ni el cambio de estatuto o de organigrama, anunciados a bombo y platillo, han contribuido desgraciadamente hasta ahora a una inflexión de las coordenadas de la función de la estrategia de comunicación : toques y retoques a antiguas políticas informativas que demostraron sus límites, miopía en el tratamiento de convulsiones sociales, desmesurada timedez cuando se trata de la opinión y contra-opinión y la misma espera y casi deseo de « instrucciones de arriba ».
O sea : un equilibrio entre el ejercicio de una auto-censura y los votos de que termine el dia sin problemas…
En su informe anual sobre la práctica periodística en Marruecos, publicado con motivo de la Jornada Internacional de libertad de prensa, el SNPM hablaba de una « relativa extensión de la libertad de prensa » pero fustigaba « que no se puede hablar de una libertad absoluta de la prensa, especialmente en presencia de un Código de prensa que comprende lineas rojas que obstaculizan la libertad de crítica ».
Said Jadidi (Identidad Andaluza)
(11/07/08)