Sin embargo, para otros, la grave crisis de 2002, bautizada por los medios de información como "crisis de Perejil" , sembró las semillas de la recuperación de dicha normalidad, cuyos primeros pasos se dieron por el gobierno del Partido Popular, lo que prorroga la tesis de que las relaciones entre Rabat y Madrid son relaciones de Estados ajenas a los cambios cíclicos de gobiernos que genera el sistema de alternancia de los partidos políticos en las democracias. En efecto, tanto Marruecos como España llegaron a la conclusión de la necesidad primordial tanto para sus intereses, como para los de la zona donde están situados, el Mediterráneo occidental, de un entendimiento y un arreglo de sus contenciosos mediante el diálogo y no la confrontación.
Es una evidencia recordar que los problemas entre España y Marruecos no constituyen una excepción de aquellos que marcan las relaciones entre vecinos . El factor geográfico constituye uno de los elementos determinantes de estas relaciones , lo que eran, son y probablemente lo que serán en el futuro quedará plasmado, sin duda, por la proximidad geográfica entre los dos países. Durante nuestra larga historia común , La posición de mar que separa España y Marruecos en el Estrecho de Gibraltar, nunca había sido obstáculo para mantener unas relaciones entre ambos, fluidas, tensas y al mismo tiempo conflictivas. El peso de la geografía en estas relaciones lo refleja la inclinación de cada uno de los países a contemplar al otro como cierta continuidad geográfica , humana y estratégica que tiene que preservar, incluso defender por todos los medios. Durante mucho tiempo, España veía en Marruecos un ámbito para reestructurar y reajustar su situación interna y para regenerarse después de fracasos en otros sitios. Por su parte, Marruecos considera que su dimensión mediterránea debía pasar por España, su único acceso al mundo occidental con el cual se identifica en muchos de sus aspectos culturales y en sus aspiraciones modernizadoras.
Esta realidad hizo siempre que las relaciones entre las dos partes fueran difíciles y complicadas . De ahí que el verdadero reto de las relaciones hispano-marroquíes no es una normalización institucional. Pese a la importancia del diálogo institucional, se plantea la necesidad de un rediseño del tipo de relaciones que cada uno de los dos países quiere mantener con el otro: o bien relaciones que no salen de una “normalidad” como las que podrían tener dos países lejanos geográficamente o bien relaciones que parten de la vecindad y la herencia cultural común y de un entramado de intereses económicos, políticos y estrategicos que requieren un enfoque especial y una visión global con el fin de responder a un gran numero de desafíos que plantean . Precisamente en este punto España esta invitada a cambiar su visión de sus relaciones con Marruecos , hasta ahora , marcada por una gran dosis de prudencia, que se traduzca en planteamientos que, desgraciadamente, asocian Marruecos con fuente de problemas y amenazas a su estabilidad y sus intereses estratégicos.
La repetida tesis de una supuesta mano marroquí “oficial”detrás de los atentados terroristas de Madrid, que está encontrando eco entre algunos circulos políticos y mediáticos desmiente a algunos optimistas de este u otro lado del estrecho que no cesan de repetir que estamos condenados a entendernos. Sin duda sería una tarea fácil si la “eterna” desconfianza deja paso a una confianza mutua no solo entre gobiernos sino ,y esto es lo esencial ,entre los dos pueblos. Llegar a este nivel requiere sin duda convencer a una parte de la prensa española de que algunos de sus planteamientos y posturas dificultan el entendimiento entre ambos países transfiriendo una imagen negativa de Marruecos a la opinión publica española . Basta con revisar las diferentes encuestas del centro de investigación sociológica español para constatar la deteriorada imagen de Marruecos y de los marroquíes en el imaginario de muchos españoles , digo imaginario, porque se recurre a la historia y sus desencuentros y pugnas para formular esta visión, más que a la realidad.
Cierto que la apelación a la historia se hace también por parte de los marroquíes que suelen ver en España un país que no ha llegado a abandonar sus “sueños coloniales” y cuyos fines se reducen a mantener presiones sobre Marruecos . Pero es cierto también que existe una gran admiración de España por parte de amplios sectores de la opinión publica marroquí , que ve en este país un ejemplo a seguir en materia de democratización y éxito económico, hasta tal punto que nos acostumbramos a comparar nuestro retraso social y económico con la situación de España hace unas décadas. Una comparación que efectuamos para demostrar las posibilidades de que disponemos para llevar a cabo nuestro proceso de transición democrática y económica al compás de lo que hizo nuestro vecino del norte. Esta imagen positiva la reflejan también el gran número de marroquíes, jóvenes y adultos , hombres y mujeres que acuden con entusiasmo a lo centros de aprendizaje del español repartidos en todo el país para aprender este magnifico idioma y instrumento imprescindible para la comunicación y el dialogo con el otro.
Los marroquíes hemos vuelto a descubrir España y para muchos de quienes aspiramos hoy a un futuro mejor para nuestra sociedad constituye, sin duda , un modelo a seguir . No obstante, los altibajos de nuestras relaciones políticas han impedido hasta hoy un mayor aprovechamiento de las ventajas que podríamos sacar de nuestra vecindad y de las oportunidades que nos ofrece. La teoría del ” colchón de intereses” establecida hace más de una década para amortiguar los posibles “choques” entre los dos países ha demostrado sus limites. Por ello, ha llegado el tiempo de experimentar otras recetas, entre estas la de implicar a las dos sociedades en la gestión, mediante sus respectivas organizaciones civiles, de nuestras relaciones bilaterales. Existen hoy grandes sectores de intelectuales, empresarios y lideres de opinión tanto en Marruecos como en España que son conscientes de la importancia de unas relaciones estables y amistosas entre Marruecos y España ,no solo por el interés de los dos países sino también para el del diálogo entre las dos culturas que representamos. A estos hay que cederles la palabra , quizás con sus iniciativas se podría sentar las bases de un mejor conocimiento entre los dos pueblos vecinos y sus respectivas culturas.
En tiempos de confusión y de dudas como son los que imperan en el mundo actualmente , Marruecos y España tienen una gran oportunidad para promover unas fórmulas de cooperación que podrían convertirse en referencia de lo que deberían ser las relaciones entre el mundo árabe-musulmán y Occidente y demostrar así que se puede acallar a las predicadores de la fatalidad del choque entre las civilizaciones. Debemos estar a la altura de inspirar el espíritu de nuestro pasado marcado por unas épocas de convivencia y de tolerancia y dar prueba así de la existencia de otras vías que pueden regir las relaciones entre diferentes culturas , vías que no son ni de choque ni de odio sino de diálogo y respeto mutuo.
Mustafá Amadjar (periodista)