¿Qué sentido dar a la visita de rey Juan Carlos a Marruecos? Para una vez, se puede confiar en la MAP para responder a esta cuestión: "la visita del soberano ibérico viene a consolidar las relaciones entre España y Marruecos y aflojar la atmósfera entre los dos países". Una visita simbólica, casi personal. Se sabe, los dos Jefes de Estado se conocen muy bien. Juan Carlos consideraba a Hassan II como "un gran hermano", y naturalmente pues, Mohamed VI considera al monarca español como "un tío". A menos que aquí, el "malévolo Aznar" hiciera imposible su amor, confinando "el tío benévolo" a un papel de espectador mudo e impotente. En la actualidad, con la llegada de un Presidente socialista, Zapatero, los dos Jefes de Estado quieren recuperar el tiempo perdido. Juan Carlos reserva su primera misión diplomática a Marruecos y Mohamed VI se liberó en una entrevista concedida a El País.
El paralelismo que hizo Mohamed VI entre Aznar y Franco levantó un clamor de indignación del Partido Popular español. El partido de Aznar lanzó un ultimátum a Zapatero para responder a esta "agresión" y hasta exigió excusas oficiales. "La reacción del PP es desproporcionada, pero la declaración del rey lo fue tambien, cuenta a Tel Quel un cronista español." Es como si Mohamed VI cortara los puentes con los que podrían, de nuevo, estar mañana a la cabeza del Gobierno en un país democrático. Es un error estratégico ". Un Consejo de Ministros españoles hasta decidió condecorar a una pléyade de responsables marroquíes, todos, de una manera o de otra, próximos a Palacio. Entre ellos estan Abdelaziz Meziane Belfqih y Rochdi Chraibi, y también Jettou, Majidi, El Himma, De Fez Fihri sin olvidar a los generales Hamidou Laânigri y Hosni Benslimane. Algunas asociaciones de derechos humanos se dicen "escandalizadas" por la condecoración de los "acusados de vejaciones y distintos abusos". Varios observadores se preguntan por otra parte porqué ninguno de los tradicionales amigos de España no se han incluido en la lista (Larbi Messari, intermediario probado en tiempo de crisis, Fadel Benyaich cuya madre es española, etc).
La señal queda con todo clara, considera este analista político. "La cuestión ni siquiera se plantea para la condecoración:" colaboraron plenamente con los Españoles después de los atentados de Madrid y siguen siendo personajes clave para la prevención de otros actos terroristas, vista la nacionalidad marroquí de varios acusados " "Por otra parte, prosigue un observador, España no quiere asistir impotente a la división de Magreb (Marruecos y Argelia esencialmente) entre Francia y los Estados Unidos." Se acerca pues a los centros de decisión en Marruecos, a la élite que rodea al rey, para crear grupos de presión y reforzar la presencia española al sur del Mediterráneo "." Reforzar la presencia española, eso pasa también por la inauguración de una gran central térmica a Taheddart y la creación, pronto, de una universidad española en Tánger, supuestamente para "dar un empujón a la hispanofonía ante la soberanía del francés y el inglés".
¿No obstante, se puede afirmar que todo va bien entre los dos vecinos? No realmente, puesto que los expedientes que se enfadan siguen estando pendientes. "la visita se pensó con un espíritu positivista de reencuentros y reconciliación", comenta una fuente al Ministerio de Asuntos Exteriores. Los dos reyes – que no tenían por otra parte tiempo, entre las inauguraciones y las cenas de gala, no discutieron de ningún punto controvertido. Al menos, no pretendieron encontrar salidas a los desacuerdos entre los dos reinos. En la cadena de televisión 2M, Larbi Messari resumió la situación en una frase: "lo que hay de nuevo entre Marruecos y España, es el respeto encontrado y la buena voluntad".
Todavia y siempre el Sáhara
Claramente, más allá del lado simbólico, es al Gobierno español al que toca liquidar los asuntos que crean la discordia. a la cabeza del cual está la cuestión del Sahara. Sobre este expediente, España se mueve entre varias consideraciones políticas, históricas y económicas. Por una parte, el país de Juan Carlos es el antiguo colonizador de la región. Asume pues una responsabilidad moral frente a las poblaciones sahraouies y se siente en el deber asistirlos para sellar su suerte definitiva. Para eso, España debe tratar con las dos partes del conflicto: Marruecos y Argelia. Problema: es a partir de estos dos países de los que se supone comenzar la "reconquista" diplomática del gran Magreb. El Gobierno ibérico no debe pues enfadar a ninguno de sus posibles socios. Resultado, las declaraciones en Rabat en un sentido y en sentido contrario en Argel. Por último, Juan Carlos encontrará la buena dosificación para convocar " una solución política en el marco de las Naciones Unidas". Lo que Rabat considera como una revocación positiva en la posición ibérica, y que Argelia, el Polisario y la oposición española califican de "adhesión sorprendente a las teorías marroquíes". Puras interpretaciones por una parte como otro", considera Paco Soto, periodista español instalado en Rabat. A su modo de ver, "sobre este expediente, esta aproximación es táctica;" no cambia en nada la estrategia española "." La península y las Islas Canarias siguen siendo en efecto lugares privilegiadas para el Polisario, puesto que hay un apoyo infalible de asociaciones y organizaciones más o menos influyentes. El signo político del Gobierno no cambia nada. Más al norte ( parecía olvidarse) están Ceuta y Melilla, el otro problema de "descolonización" (la expresión enfada a nuestros amigos españoles) entre los dos países. En su visita a Marruecos, Juan Carlos no mencionó los presidios una sola vez. Mohamed VI tampoco, obviamente. "eso habría estado desplazado", se explica. Según un cronista español, "Ceuta y Melilla no son una prioridad para los españoles." Es una cuestión de orgullo marroquí, pero que pasa al segundo plan "." No solamente, parece responderle Larbi Messari, que afirma que "el día en que se hablará de Ceuta y Melilla, España sacará la carta del Sahara".
El Estrecho, "fosa común"
En Rabat, en su discurso en el Parlamento, Juan Carlos tuvo esta frase recogida en varios títulos marroquíes: "el Mediterráneo no debe transformarse en fosa común". La idea, aunque macabra, se acomoda perfectamente a las posiciones de los dos países sin enfadar a ninguno; puesto que no dice quién es responsable del drama de la emigración clandestina. A pesar de la instauración de patrullas mixtas, de las múltiples reuniones de trabajo celebradas sobre las dos orillas, la Gendarmería real y Guardia Civil siguen devolviéndose la bola. A las acusaciones españolas de laxismo, Marruecos opone la desventaja geográfica. "2.000 kilómetros de costas, es difícil de supervisar", alegan nuestros responsables, que afirman en privado que "los españoles son responsables lo mismo, su política de emigración no es clara". Resumidamente, el tema dividirá aún mientras marroquíes y subsaharianos sigan soñando. Es decir, indefinidamente. Otros inmigrantes, también en el origen de fricciones entre los dos países, los establecidos en España.
Delante de los parlamentarios marroquíes, Juan Carlos amablemente afirmó que "contribuyen al desarrollo de España". Tácitamente pues, se olvida a los inmigrantes que la enlutaron el 11 de marzo y los que siguen haciendo intenso el peligro islamista en la tierra ibérica. Sin ser xenófoba (ningún incidente racista principal se registró después del 11 de marzo), la sociedad española, y es comprensible, pasó a ser más que desconfiada frente a los "moros". Un gran esfuerzo queda por hacer sobre este plan, tanto más en cuanto que las asociaciones representativas de los inmigrantes marroquíes de España comienzan a sentirse abandonadas por Rabat – y lo hacen saber públicamente. Es cierto que plantear todas estas cuestiones habría estropeado el ambiente festivo, casi familiar, querido para los reencuentros de los dos monarcas. Sobre todo teniendo en cuenta que discutir con un rey de España sería un gran error de pruebas. Como mucho podrá recomendar la toma de ciertas decisiones, pero nunca las tomará. La suerte de España se decide en La Moncloa (sede del Gobierno) y no en La Zarzuela (residencia de rey). Como en toda monarquía constitucional…
Más lejos (por Ahmed R. Benchemsi)
A su llegada a Marrakech, Juan Carlos y la reina Sofía fueron acogidos por el rey Mohammed VI y Lalla Salma. Una marca de aprecio excepcional, a la imagen del afecto sincero que une a los dos soberanos. Aunque muy amistosa, la visita de Jose Luís Rodríguez Zapatero a Casablanca en abril pasado no había sido tan calurosa, ni tan fastuosa. Normal, dirán nuestros oficiales, a fuerza de reflexionar: Juan Carlos es rey, Zapatero no es más que un Primer Ministro. Pues bien, nuestros oficiales deberían reflexionar un poco… Si dicen "Mohamed VI es rey, Jettou no es más que un Primer Ministro", en España, sería más justo decir "Zapatero es un Primer Ministro, Juan Carlos es rey". En realidad, Juan Carlos es un auxiliar diplomático de su propio Primer Ministro. Un auxiliar prestigioso e importante, ciertamente. Hasta el punto que es él que fue a ver a Bush cuando fue necesario calmar la tensión con los Estados Unidos después de la retirada de las tropas españolas en Irak. Pero esa visita solo tenía valor de señal. En Crawford, Texas, Juan Carlos y Sofía se limitaron a hacer un paseo por el rancho presidencial en 4×4. Bush y Zapatero todavía no se han dirigido la palabra. El día en que eso se hará, se podrá decir que España y los Estados Unidos habrán regulado su desacuerdo. No antes. En lo que nos concierne, Mohamed VI recibió a Zapatero bien, e incluso muy cortesmente. Pero ningún problema de fondo (Sáhara, droga, inmigración clandestina y paso del Estrecho) se abordo seriamente. Aún menos, obviamente, con Juan Carlos. En cualquier caso, no podría sino alzar los brazos al cielo…. La visita del rey de España es buena para Marruecos, es innegable. Pero no es necesario sobrestimar su importancia tampoco. El fasto y el protocolo, están bien. La franquicia y la eficacia, son mejores.
(Tel Quel, 28/01/05)