El historiador Pierre Vermeren versa de nuevo sobre la década pasada desde la muerte de Hasán II, diciendo que su hijo, el sucesor Mohammed VI, “el rey de los pobres”, goza de una temporada simbolizada consistente en la esperanza de una “transición marroquí” a semejanza de la española para conseguir la democracia, poniendo más bien de relieve todas las contradicciones de Marruecos dejando abierta la cuestión de sus perspectivas futuras.
Dice el autor que la muerte del rey Hassan II, el 23 de julio de 1999, abrió una nueva página en la historia de Marruecos, definida por la apertura sobre el mundo, siendo desde luego la esperanza propiamente dicha de un pueblo que aguantó a más no poder, sobre todo la represión de los “años de plomo” durante el reinado del monarca difunto Hasán II.
La publicación procura responder a los planteamientos ¿Diez años después del advenimiento de Mohammed VI, qué queda del “Marruecos en transición”? ¿Del estado de gracia de los años 1999 y 2000? Indudablemente mucho, aunque los fundamentos del gobierno y la tutela del majzén evolucionaron poco, como lo explica Pierre Vermeren en este libro que propone un balance preciso y documentado de la primera década en las riendas del poder del nuevo soberano.
Y dice por otro lado que Marruecos es hoy por hoy más legible, y menos hermético, y su economía comenzó a progresar a favor de la entrada de capitales extranjeros y a los grandes proyectos reales. Pero, según él la transición democrática queda por venir. Y sella que el sistema del poder marroquí siempre es repartido entre la tradición inmemorial del sultanato islámico, las furias de la controversia religiosa islamista (como fueron antes las zagüias) y la pusilanimidad de una potente aristocracia que soña con “transformarlo todo para que no se cambie nada”.
El autor dice a la par que en este juego complejo y a veces brutal, es difícil revelar los protagonistas que cuentan y las fuerzas de un país más opaco que el soplo principesco presentado por los grandes medios de comunicación. El “Marruecos de Mohammed VI” es un país que intenta preservar sus herencias políticas, religiosas y culturales ante los fuertes vientos de la atracción europea.
Y prosigue diciendo que, rechazando el autoritarismo paternal, el monarca apasionado, es asesorado por tecnócratas instituidos en Occidente, pero indica que las veleidades de reformas políticas y sociales no llegan a romper las reminiscencias de una sociedad tradicionalista y conservadora donde la amenaza del islamismo sigue siendo muy presente.
Aún hoy, el peso del régimen jerifiano y los juegos de influencia de la aristocracia económica siguen siendo determinantes, pero Marruecos sigue apenando a reformarse, diciendo que Marruecos debe afrontar el reto de la subida del fundamentalismo religioso y también encontrar relaciones económicas satisfactorias con los países del Norte, y, en particular Europa.
Cabe recordar que Pierre Vermeren es un cronista que ha enseñado siete años en Rabat. Es igualmente un catedrático en historia del Magreb contemporáneo en la universidad Paris-I-Panthéon-Sorbonne y miembro del Centro de estudios del mundo africano.
Ahmed Bensalh Es-salhi