Un año después de su nombramiento, el embajador de España hace balance de las relaciones de su país con Marruecos. Su nombramiento como embajador en Rabat como un gesto político por parte del Gobierno socialista. Luis Planas Puchades, con una carrera militante contratada, cumplirá un año como embajador de España, exactamente el 1 de junio de 2004. Pronto tomó conciencia de la pesada responsabilidad que le incumbe para hacer olvidar los momentos de tensión y crisis en las relaciones entre Rabat y Madrid y para establecer nuevas relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo.
Llega a término su primer año como embajador a Rabat. Su nombramiento había coincidido con el final de la crisis diplomática entre Marruecos y España. ¿Qué balance hace de las relaciones entre los dos países?
Desde Rabat, mi balance de las relaciones entre Marruecos y España no puede ser sino positivo. Los hechos lo demuestran muy claramente. Ya que no solamente hemos disipado las nubes que oscurecían nuestras relaciones bilaterales, sino que hemos operado un cambio de 180°. Adoptamos un nuevo método de trabajo, basado, en primer lugar, en una profunda confianza recíproca, y en segundo lugar, en un trabajo de concertación permanente con equipos comunes por ambas partes (por parte de S.M. Mohamed VI y del Gobierno marroquí y por parte de nuestro Rey y nuestro Gobierno) Hay una voluntad clara de hacer un trabajo común. Es el aspecto más importante, en mi opinión, de nuestras relaciones actuales y el que es necesario destacar.
Dos expedientes en particular estaban en el corazón de la crisis entre Marruecos y España: la pesca y el Sáhara. ¿Sobre estos dos expedientes, hay una evolución en la posición española?
Antes de responder a esta cuestión, querría decirles, como acabo de destacar, que las relaciones entre Marruecos y España superan ampliamente los problemas previos. Obviamente tratamos todas las cuestiones que estaban sobre la mesa. Por lo que se refiere al expediente pesquero, Bruselas anunciaba, hace algunos días, que estaba dispuesta a comenzar las negociaciones con el Reino de Marruecos, sobre la base de un acuerdo de un nuevo tipo que será diferente de los del pasado. Se tratará probablemente de un acuerdo basado en la cooperación, la investigación y la formación y no en el simple acceso a las zonas de pesca. Un acuerdo que será ciertamente de interés para el pescador europeo y, en particular, español. Creo que de esta forma se comienza a romper un tabú. Como embajador, siendo muy prudente, puedo decir que se trata de una evolución que comienza a hacerse sentir. Estoy obviamente contento. Será necesario trabajar ahora de una manera eficaz para llegar a un acuerdo conveniente entre las dos partes.
Sobre la cuestión del Sahara, creo que desde el principio, tanto por parte de nuestro jefe del Gobierno, el Sr. Zapatero, como por parte del Ministro de Asuntos Exteriores, el Sr. Moratinos, hay mensajes bien claros. Así, pasamos de una situación de neutralidad frente a los acontecimientos y posiciones que se desarrollaban a este respecto en la ONU, a una política de acompañamiento en la que actuamos como amigo que acompañan a los protagonistas principales para promover en primer lugar el diálogo y para que haya eventualmente una solución.
Es en mi opinión demasiado pronto para hacer balance de esta acción, pero creo que el cambio de actitud, si puedo decir, de España, ha sido muy bien apreciado en Marruecos y en general respetado por todos los participantes directos en esta cuestión. El Sáhara es importante ciertamente para Marruecos y para el conjunto de la Unión del Magreb árabe.
No se puede admitir que en el siglo XXI una cuestión como la del Sáhara siga bloqueando el desarrollo económico de toda una región. En general, considero que la acción diplomática que se realiza para una solución equitativa y duradera en la ONU recoge nuestro apoyo. Espero que habrá en el futuro otros movimientos en este sentido.[/i ]
Uno de los primeros compromisos del Gobierno Zapatero fue llevar a cabo una reforma en la política de inmigración. Una primera acción realizada en este sentido fue abrir un proceso de regularización de los inmigrantes. Una acción que inmediatamente ha sido criticada por algunos partidos y ONG españoles. ¿Qué evaluación hace hoy?
Creo que la operación fue un gran éxito. Se trataba de un planteamiento muy valiente por parte del Gobierno español. Si se observan las reacciones en los medios de comunicación de algunos de nuestros socios europeos, se verá hasta qué punto tuvimos una posición que es justa en mi opinión. Por otra parte, tuvimos una determinada incomprehensión por parte de nuestros vecinos.
Por qué nuestra posición fue correcta? Porque respondía a una necesidad que habíamos sentido. Se trataba en primer lugar, de la existencia de una serie de personas en situación irregular en el mercado laboral, que era necesario normalizar. Era necesario a continuación terminar con una situación de explotación y marginalización potencial. Había que, finalmente, permitir a todas estas personas gozar de sus plenos derechos de ciudadanos.
Para dar ejemplos concretos, tomo el de los nacionales marroquíes cuyo número de regularizados – en el marco de esta única operación – ha sobrepasado los 85.000. Globalmente, la comunidad marroquí en España, contando con medio millón de personas, es la más numerosa entre la comunidad extranjera, que superan ampliamente los dos millones sobre una población total del país de 44 millones.
Esta operación de normalización permite a los beneficiarios gozar plenamente de los derechos y servicios sociales (salud, educación…). Es un esfuerzo considerable a mi juicio y es necesario dar toda la medida y todo el peso que merece a este proceso de regularización iniciado estos últimos meses en España.
¿Qué posición España adoptará en el futuro sobre este tema en particular vista la reacción de los países vecinos?
Vamos a hacer dos cosas: seguir trabajando para la integración de los ciudadanos extranjeros y especialmente marroquíes que viven en España; tener una ventanilla abierta para permitir, en función de la necesidad del mercado laboral, una inmigración legal. Según las necesidades del mercado, estas personas deberían tener una formación profesional adecuada y conocer la lengua española. Tenemos casos muy interesantes, en los últimos meses, en el ámbito de la construcción, en el sector de los servicios y en particular la hostelería y la restauración.
Seguimos, por otra parte, desarrollando esta vía en concertación con las agencias del empleo marroquíes y españolas. Los dos departamentos de empleo, por otra parte, han facilitado estos últimos meses la inmigración de algunos miles de trabajadores permanentes y temporales.
¿Se puede tener una evaluación calculada de este proceso iniciado entre los dos departamentos?
El balance es ciertamente positivo. Cuando empezamos a desarrollar la estrategia para este nuevo período con el Gobierno marroquí teníamos principios claros completamente compartidos, en particular, los de luchar firmemente y de manera conjunta contra todas las redes de tráfico de seres humanos. Lo hicimos y seguimos. Debo saludar el compromiso marroquí en este sentido. Debemos a toda costa luchar contra estas mafias criminales que explotan los seres humanos, y que ponen en riesgo sus vidas. Esta firmeza debería acompañarse de una acción que sea un puente para la inmigración legal. Una acción que desarrollamos en tres aspectos. Uno, con el proceso de regularización. Dos, con el proceso de reagrupación familiar. El año pasado, más de 40.000 marroquíes se beneficiaron. Tres, por medio de la ventana abierta sobre el empleo que es el fruto de una cooperación hispano-marroquí. Hay miles de marroquíes que han ido a trabajar a España de esta forma, yo espero que en lo sucesivo habrá aún más. Eso depende obviamente de las necesidades del mercado laboral. España es un país en fuerte crecimiento económico en la zona euro, pero queremos asegurar a los que desean immigrar a España una oportunidad de empleo. Buscamos una inmigración integrada.
En el tema de la inmigración, el asunto de los menores es muy delicado. ¿Existe una voluntad hoy por parte de los países de recepción y en consecuencia de España de tratar de forma diferente este expediente en lugar de rechazarlos sistemáticamente, en particular, teniendo en cuenta los derechos humanos?
Es un problema serio en efecto. Es una categoría muy sensible. Generalmente, estos menores han huido de sus familias. Es una problemática muy complicada. Lo que puedo decir sobre este tema, es que estamos de acuerdo sobre su naturaleza sensible, que intentamos actuar conjuntamente y somos conscientes de que se trata de jóvenes personas que merecen nuestro interés y nuestra ayuda. Debemos procurar que haya, tanto en Marruecos como en España, centros para acoger estos menores.
Marruecos y España iniciaron un programa común de cooperación, en particular, para la lucha contra la inmigración clandestina con patrullas conjuntas. ¿En qué punto está este programa? ¿Cómo lo evalúan?
Realizamos el programa, tanto en las patrullas mixtas de la Gendarmería Real y Guardia civil, como en el control de las fronteras y la cooperación en la travesía del Estrecho, de manera muy positiva. Los primeros balances muestran claramente una disminución significativa de la emigración ilegal, tanto hacia las Islas Canarias como hacia Andalucía. ¿¿Se puede hacer mejor? Ciertamente, pero pienso que estamos en la buena vía.Sobre todo, teniendo en cuenta que no es necesario tener solamente medios humanos, sino también logísticos. La Unión Europea es sensible en mi opinión. Esperamos poder proporcionar a Marruecos la ayuda requerida para el desarrollo de una acción que sea muy compleja, para un gran país como Marruecos, que tiene una frontera marítima muy amplia y además también la dificultad de control por el desierto.
Marruecos y España cooperan también en la lucha contra el terrorismo. ¿Qué responder a algunas críticas y acusaciones que acusan a Marruecos, aparecidas en las investigaciones con respecto a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid?
En la calle, y en las opiniones públicas marroquí y española, las cosas son en mi opinión claras. Lo vimos en Casablanca, en la conmemoración del tercer aniversario del 16 de mayo en Casablanca y en elprimer aniversario del 11 de marzo en Madrid. Todos los ciudadanos españoles apreciaron la visita de S.M. Mohamed VI a España.Los dos países fueron y siguen siendo cercanos y solidarios. Tanto en Marruecos como en España, la gente da prueba de la misma solidaridad y expresa el mismo rechazo por el terrorismo. Es claro y diáfano. Para responder de manera más directa a su cuestión, lo haré siempre de manera prudente como lo requiere un tema como éste. La única cosa que debe retenerse es que nuestra cooperación en la lucha contra el terrorismo funciona de manera regular y eficaz.
Estamos a algunos meses de la celebración del décimo aniversario del proceso de Barcelona, un proceso cuyo balance parece controvertido. ¿Qué estimación hace?
Mi primera reacción es decir que el proceso es positivo, sabiendo obviamente que queda mucho por hacer. Es positivo, en el sentido de que permitió situar el Mediterráneo al centro de los intereses de los países europeos y de los de la orilla sur, elaborar programas y proyectos de cooperación que no existían antes e indicar una vía que debe seguirse para la acción futura. Es curioso, pero todos los los que critican el proceso no llegan a proporcionar alternativas. Claramente, estamos ante un proceso de larga duración. Vamos a seguir trabajando intentando colmar los déficit en medios financieros que conoce el proceso, pero hay también un proceso de cooperación Sur-Sur que debe desarrollarse aún más. El acuerdo de Agadir es un buen ejemplo e indica el camino que debe seguirse para otros.
Jadiya Riduán
(Le Matin)