En vísperas de los comicios legislativos anticipados, convocados para el próximo 25 de noviembre, la carrera de la conquista de los escaños del Congreso, cada vez se acelera aún más en Marruecos cuyo panorama político está patas arriba. Incluso más, una guerra sin cuartel, se ha visto iniciada sin precedentes, entre los partidos políticos concurrentes. La obsesión de cada cual es quién será el primer presidente del Gobierno en el Marruecos postconstitucional, por extensión, quién tomará las riendas del poder durante los cuatro años venideros. A estas alturas, los partidos políticos ya han movilizado masivamente a sus tropas, acá y allá, con miras a conquistar el mayor número de escaños posible.
La finalidad del polvorín de las legislativas es tener un Gobierno en condiciones de subsanar las deficiencias del país, establecer aún más democracia, derechos y libertades, y por supuesto, llevar a buen puerto, social y económicamente, la barca de los marroquíes hacia la fortuna y la prosperidad. Son unas labores al alcance, y en absoluto a trasmano. Sólo hace falta tener un Gobierno que sea autónomo e independiente, con artífices, futuristas promotores y concepciones vanguardistas y progresistas. En alusión a polifacéticos políticos, tanto técnicos como tácticos, que puedan gobernar conformemente con sus respectivas conciencias, habida cuenta de que el país carece de tantas deficiencias y carencias. Al frente de todo, el desafío del analfabetismo, la pobreza, la justicia y sin duda la dignidad.
Sí que el panorama político en el país ha cambiado en tantas vertientes, incluidas las atribuciones principalmente del presidente del Gobierno que será surgirá del partido con mayor número de escaños. Por consiguiente, en adelante, no será más admisible que se quejase de falta de prerrogativas y poderes. De hecho, la mayor aportación de la Carta Magna estriba en que ha ampliado considerablemente las potestades de la Ejecutiva. También, se ha estipulado que el Congreso es la única fuente de legislación, desde luego, la conversión del país en modelo democrático cercano a las democracias lindantes geográficamente, cuya gobernanza cuenta con las autonomías y la descentralización, es probable que reduzca la carga del poder centralizado y abrir perspectivas prósperas en el futuro.
De hecho, hay un sinfín de problemas que pueden ser resueltos en ayuntamientos y alcaldías, y en absoluto en ministerios, como a titulo de ejemplo el desempleo, la pobreza y la carencia de determinados servicios básicos. Los casos autonómicos-prototípicos, tales como Alemania, Italia y España, son vehemente ejemplos de la practicidad de la descentralización. Evidentemente, las conversaciones de Marruecos con sus homólogos europeos, se enfrentaban a menudo al problema de la falta de una dimensión regional en las áreas de cooperación, dado que Marruecos ha concebido su configuración con una lógica centralista y hermética, mientras que entre sus homólogos socios europeos, ya no es Berlín, Roma o incluso Madrid que se encargan de decidir o solucionar, sino las comunidades autónomas.
El futuro Gobierno, independientemente de su conformación, se enfrentará a serias restricciones, tales como las incesantes protestas y demandas de los indignados, considerados la verdadera Oposición en el país. El Gobierno indudablemente no tiene una varita mágica para cambiar la situación en el acto, pero sí que no tendrá los pretextos falaces de aquél entonces «Limitaciones en el Gobierno» sobre todo al conferirle competencias soberanas en condiciones de respaldarle a gobernar cómoda y desenvueltamente. Del mismo modo, ahora es posible para el futuro Gobierno concebir una estrategia integral para avanzar en la absorción de los problemas económicos y sociales, considerados su mayor caballo de batalla.
La «primavera marroquí», como en muchos países árabes, ha reivindicado a grito pelado más democratización del país. Entonces, el futuro Gobierno tendrá que tomar en cuenta y en serio la relevancia de luchar contra la corrupción, la autocracia y el soborno, con vistas a atender las demandas de la población y la calle. Tomando esta pista-clave, los próximos comicios legislativos serán diferente de los anteriores, ya que darán lugar a un Gobierno en condiciones de contener la furia desenfrenada de los manifestantes. No obstante, los partidos políticos han de cambiarse considerablemente, ya que no hay más remedio que renovar cualitativamente a los políticos, las concepciones, los programas los enfoques y horizontes políticos. En definitiva, la matriz ideal es tener un Gobierno fuerte y también una Oposición fuerte, capaz de asesorar la opinión pública, inquirir, enjuiciar y denunciar el Gobierno.