Eran casi las dos de la tarde cuando medio apurado, medio irónico Mohamed Settitou, a quien llamábamos cariñosamente «el bombero» por sus constantes esfuerzos para apagar los malentendidos en el seno de la redacción y que daba entonces su tiempo y su deseo al diario oficioso Le Matin, vino corriendo para advertirme que el difunto Mulay Ahmed Alaui fundador del grupo Maroc-Soir, el mayor imperio de la prensa en Marruecos y mil veces ministro en Marruecos quería «verme».Te ruego que no le respondas. Está muy enfadado, me aconsejo entre dos sonrisas, ninguna de ellas parecía a una verdadera sonrisa.
– ¿Pero… qué pasa?
El viejo te lo dirá.
Los componentes del equipo de «La Mañana» llevábamos dos días en Casablanca tratando de convencernos de que en la prensa marroquí, sin creer que los obstáculos pareciesen un detalle, difícilmente se puede sobrevivir.
Yo era entonces corresponsal en el Magreb de El País. Pero al no poder desatender el «deseo real de sacar una publicación en castellano con ocasión de la Fiesta de la Independencia» que me transmitió poco antes el entonces Ministro del Interior e Información, el malogrado Dris Basri lo dejé todo en Rabat y me he zambullido en Casablanca en el «proyecto-deseo» del difunto soberano. Más de 15 horas de trabajo diario y una imagen intacta. Sin embargo…
Me han dicho que querías verme, le dije a Mulay Ahmed Alaui.
¿Pero quién te ha dicho que sabes el español?
¿Cómo?
Que me dejaste en ridículo con Sidna (1).
Nuestro señor. Alusión al rey.
Pero… ¿Qué dices?
Sidna me dijo que «Mañana» no es Matin sino «demain»
Si. Lo que pasa es que mañana también quiere decir le Matin.
¿Acaso insinúas que sabes más que Sidna?
Los que conocen al Makhzen y su forma de actuar pensarían «honestamente» que la reacción de Mulay no traducía condenadamente la idiosincrasia real como tampoco la reflejan, desde hace diez años las «reacciones» de algunos altos cargos del Estado. No obstante, Moulay Ahmed que creía firme y sinceramente que el rey sabe todo más que todos, encarnaba fiel, inocente y fehacientemente la muy reducida margen de libertad de expresión de la época. Más que una tergiversación de una imagen era de un imaginario. Pero las torpezas suelen ser más excusables que el error, lo que, obviamente hace la diferencia entre los consejeros de un soberano y sus amigos.
Pensé inmediatamente en lo que dijo Alfredo Kraus: «Cada vez valoro más el silencio» porque entre la «gente del rey» que, contrariamente a Espinosa que entiende que nunca se puede recuperar las pasiones positivas, el silencio es precisamente lo que siempre brilla por su ausencia.
Pero como entre el rey y su «gente» la distancia es ficticia, lo que afecta los intereses de ésta aunque no concerniesen directamente a los del rey, siempre acaba convirtiéndose en una constitución no escrita. Moulay Ahmed Alaui era pionero de un nuevo estilo de comunicación oficiosa en Marruecos al estilo de Canadá-Dry con semblante de la verdad sin que lo fuera y testigo de su época…. Y testigos de épocas, unos más inteligentes (o listillos) que otros, son los que nunca faltan ni faltaron en Marruecos, sobre todo cuando se trata de la prensa. Una manera de actuar intrínsicamente codificada pero captada, sin embargo por algunas mentes bloqueadas, disfrazadas hasta el escándalo de militancia de la fe.
Un primer plano…
Marruecos posee una prensa plural y según algunos, atrevida. De hecho ningún donante de lecciones, especialmente francófono en materia de libertad que, curiosamente suele elevar al rango de modelo de valentía moral e intelectual a los que atacan más los valores sagrados de los marroquíes que a sus dirigentes, se ha preguntado cómo debe (puede) ser la prensa en un país de 30 millones de habitantes pero cuyo lectorado nacional no supera las 300 000 personas y en el que, además, los poderes públicos controlan literalmente los órganos de prensa audiovisuales auténtica fuente de información para la inmensa mayoría de los marroquíes. Un país que, según la muy volátil Reporteros Sin Fronteras (RSF) ocupaba en el 2008 la 122 posición sobre 173 países en materia de libertad de prensa. Un país, como Marruecos, que por la repartición de su riqueza por habitante ocupa, según Naciones Unidas, la 108 posición y que de excluir criterios cualitativos como la educación, la justicia o la sanidad, el balance es netamente menos brillante: la muy poco halagüeña 126 posición sobre 177 países.
No conocen ni a Marruecos ni a su prensa para la cual no todo tiempo pasado fue peor: Al Mouharrir, Lamalif, 8 Mars, Surf, Maghreb Information, Al Assas, Al Kaualis y una brillante etcétera de una prensa que no conocía la doble moral ni las peleas de gallo a pesar del reducido espacio de libertades (lo que podía ser interpretado como atentado contra la dignidad del rey se sancionaba con 10 años de prisión firme) y de un continuo recurso a la imaginación y a la autocensura para regatear la noción de difamación que se extendía misteriosamente a todos los antojos del régimen y sus protectores.
No existía aun la xenofobia lingüística y profesional y las simpatías y apoyos se ganaban a base de competencia y de sólidas formaciones y no de consideraciones de orden lingüístico. No existía aun el francófono y los demás: el mártir y la victima. Como El Codorniz en España, era una prensa audaz para el lector más inteligente, cuya negativa ante las concepciones casi teológicas del régimen y sus convicciones absolutas les hacía más sensibles a las sirenas de la represión.
Era un diagnostico precoz de lo que, lustros después, iba a ser la prensa independiente pero sin visión clara de la distancia que la separa de lo absoluto pero sí con una asombrosa maestría de la autocensura en la que, por una hábil asimilación de las razones de Estado y sus derivados, se confunde lo decente y lo que lo es menos. Su diluyente en la historia intelectual y periodística del país, convenció a propios y extraños de que desaparecía el último bastión contra la restricción de la libertad… de expresión en Marruecos.
Eran tiempos en que ser periodista era sinónimo de kamikaze y escribir de emularse. Tiempos en que el régimen decretaba que el terrorismo era la prolongación natural de militantismo… Era cuando no hacia falta profanar la religión musulmana o renegar los fundamentos mismos de la especificidad nacional o simplemente hacerlo en Francés para que te alzaran al grado de héroe y combatiente de la libertad… su libertad.
Jacqueline David o Zaquia Daoud, André Azulay, Abdelatif Laabi, Mostaza Alaui, Abdelah Stouki, Sion Asinon, Hassan Benaddi, Mostafa Iznasni, Abraham Serfati y un largo y legendario etcétera que ha constituido la génesis y el embrión de una época-leyenda de una gloriosa generación de verdaderos guerrilleros por la libertad de expresión que, contrariamente a muchos otros rechazaron todo compromiso con los subterfugios del régimen.
Eran tiempos en que los precursores de cierta elegancia moral no buscaban pasar «como sea» a la historia. La prensa independiente ni nació, ni creció ni se desarrolló con Abú Bakú Jamai (que por cierto escribe infinitamente mejor desde que abandonó Le Journal y lo demostró en su “Mohamed VI: Diez años de reinado”, publicado en Le Monde el 16 de julio del 2009 y reproducido por su ex-semanario Le Journal Hebdomadair) y menos aun con los «advenimientos» periodísticos de su generación al estilo del propio «Le Jorunal», o Maroc Hebdo, «la Vie-Éco» con o antes de Jamal Berraoui, «Demain» de Ali M’Rabet o Tel Quel de Reda Benchemsi. La prensa independiente e incluso comprometida con su tiempo y las causas de todos, existió siempre y dio lo que nadie pudo, hasta ahora dar humildemente, serenamente, honestamente y a la postre discretamente.Se tuvo que esperar el paso de poderes entre dos eras para ver cómo entre 1999 y el 2002 en lo que parecían vientos de libertad y democracia, 220 publicaciones fueron creadas. Sin embargo…
Desde entonces, 33 periodistas fueron condenados a penas de prisión firme o condena condicional y 8 fueron encarcelados o arrestados. Tres periodistas fueron prohibidos de ejercer la profesión de periodismo para periodos variables, algunos prácticamente indeterminados, procediendo las autoridades a la prohibición o censura de 23 publicaciones.
Todo pese a que la Constitución marroquí de 1996 estipula que «la justicia debe ser independiente de los poderes ejecutivo y legislativos».
Hay, eso si, menos periodistas en celdas por «delito de prensa» pero hay un desorbitado aumento del número de juicios y de multas contra periodistas o empresas de prensa como ha sido el caso durante este mismo año de tres diarios condenados a pagar un millón de dirhams cada uno al coronel Maamar Ghadafi por «difamación» o del mensual Economie§Entreprises de Hassan Alaui condenado a pagar casi 6 millones de dirhams al fabricante de muebles Primarios por el mismo «delito».
No hay nada más abstracto. ¿La diferencia entre dos eras? Antes, a los oponentes se les encarcelaba, ahora se les proponen altos cargos. Si con un sólo Dris Basri la época se calificaba «de plomo» difícilmente se puede encontrar un apodo a la era de todo un ejército que creció, aprendió y ejerció en su «tradición» y su «metodología estatal» con una carta infinitamente más blanca que la del propio ministro.En mayo del 2002 un nuevo código de prensa fue adoptado en Marruecos que los profesionales del sector y los defensores de las libertades lo calificaron de «gran decepción» puesto que, pese a su reducción (5 años por atentar contra la dignidad del rey frente a los 20 anteriormente) mantenía contra viento y marea las penas de prisión por delito de prensa.
Peor aún: la noción de difamación fue ampliada en el nuevo código para abarcar la religión musulmana y la integridad territorial. La suspensión o la prohibición de las publicaciones dejaron de ser una prerrogativa administrativa para inscribirse en un marco judicial. Pero habida cuenta de la deficiente justicia, ello no pudo impulsar un sector ávido de libertad y de independencia.n este orden de ideas, el nuevo proyecto de ley estipula, entre otros, la creación de un «Consejo Nacional de la Prensa» cuyos 15 miembros serán nombrados por el propio monarca, los periodistas y los editores. Una versión de este proyecto autoriza al consejo a prohibir, si lo juzgara necesario, prohibir a un periodista el ejercicio de la profesión o tomar sanciones económicas contra los profesionales de prensa escrita que violarían un código de deontología no redactado hasta ahora..
«Tengo la impresión de que hace siete años se nos abrió una ventana par en par. La gente podía decir lo que pensaba. Desde el 2003 se nos volvió a cerrar esta ventana progresivamente. Tengo la sensación de que estamos colocando una persiana de hierro. La ventana está aun abierta pero hay persianas de hierro». Quien piensa así es Dris Ksikes, novelista y uno de los más brillantes redactores jefes de la prensa llamada en Marruecos independiente.Se trata sencillamente de convencer de que la seguridad debe ser mas prioritaria que las libertades públicas. Como lo señala atinadamente el Informe Especial del Comité para la Protección de los Periodistas en su nota sobre la libertad de prensa en Marruecos titulada «Un Maroc de Façade» (El Marruecos de la fachada) « Las presiones imprevisibles y cada vez mas sofisticadas que las autoridades marroquíes han ejercido contra los periodistas para impedir una critica indeseable, minimizando al mismo tiempo las reacciones internacionales».
En efecto, sofisticadas es la palabra porque como explica dicha nota «Contrariamente a la brutal represión a la que recurren algunos de sus vecinos, las autoridades marroquíes han hecho uso, para reprimir la prensa, a recursos judiciales a través de tercios y un sistema judicial politizado además de presiones como el boicot publicitario o la utilización de los órganos de Estado para atacar las voces criticas y la manipulación de “manifestaciones” contra algunos diarios conocidos por su franqueza».
¡Democracia, cuánta insensatez se cometen en tu nombre!
Con su calidad de «aliado mayor de la OTAN» lo que ha permitido la posterior firma de un acuerdo de libre comercio con Washington, que permite, a su vez, aspirar a una ayuda de 750 millones de dólares en el marco del Programa estadounidense del Millenium Chalenge Account que, dicho sea de paso proporciona ayuda y asistencia a países aliados a cambio de un paquete de factores, entre ellos la libertad de prensa, no pocos profesionales del sector de prensa en Marruecos comenzaban, unos a sonreír, otros a soñar…
Menos de un año después, concretamente en mayo del 2005, a raíz de desproporcionadas multas contra cinco periodistas y penas condicionales contra otros cinco, más la prohibición pura y simple de ejercicio de la profesión, el Comité de Protección de Periodistas (CPJ) designaba a Marruecos, junto a Túnez como uno de los peores reincidentes en el mundo en materia de violación de la libertad de prensa.