Como es sabido, en lenguaje de cifras, éste último ha sido escandaloso conque no alcanzó el 37%. Cosa que permite muchas interpretaciones. Por un lado, algunos la asocian a la falta de confianza en el juego político en sí, y por lo tanto en la institución legislativa “ya estéril”; otros, la consideran en tanto que medida punitiva contra los partidos. Por otro, fulano, ve en ella una insurrección cívica, mengano, una indeferencia legítima, y zutano, un pronunciamiento contra la transición democrático ya iniciada en el reino jerifiano.
En realidad, una meditación breve en el acto político marroquí, introduce el observador en un mundo absurdo y esotérico por excelencia. Una tragedia que exhorta a la reflexión y la especulación. Es decir, una composición nada tiene que ver, en absoluto, con la homogeneidad. Una amalgama de colores políticos, a veces, enemigos, otras, amigos. Un mosaico cuya confederación resultaría una tarea muy dificultosa. Un azulejo, incapaz de dar a luz una efectiva mayoría, apta para asumir la responsabilidad, y tomar la antorcha del desafió, el desarrollo duradero, y la promoción del país.
Una aproximación interpretativa, a mi modo de ver, juiciosa y sensata; ya que, considerables contrastes se esconden en pos de los coliseos ya herméticos. Primero hay, las repercusiones de una estructuración electoral demasiado acorazada consistente en un escrutinio por lista, lo que impide la obtención de una mayoría absoluta. Segundo, la discrepancia del acto político en sí, un montón de partidos “inútiles”, que complican la tarea del elector. Tercero, el espantajo llamado “los islamistas” que invierten la religión en asuntos meramente políticos; cosa que es indigna e inadmisible. Eso, sin hacer caso omiso a las maniobras de la administración tal como, el soborno, la corrupción, la injusticia, la falsificación…Aunque, no cabe duda de que ese escrutinio es considerado en relación con los antecedentes el más creíble, transparente, y verosímil, ni siquiera, en cuanto al porcentaje de participación. Pero, dicen: “Gato escalado del agua fría huye”. Es una sentencia legítima y muy aplicable a tal contexto. Pues, nadie quiere meter el lobo en el redil.
De lo expuesto arriba, se deduce que lo mismo ocurrirá a lo largo de los próximos cinco años de gestión de la cuestión pública, en caso en que no se tomen las medidas adecuadas. Es decir, el dominio de las actuaciones precedentes. A este punto, para soslayar lo peor, pues, el recurso consiste en dar la cara a toda especie de manipulación que tiende a la contaminación y la contaminación de la acción política, luego, moralizar la conducta política, la apreciación del ejercicio parlamentario, entre otras medidas.
Es ineludible la calificación del capital humano que representa la opinión pública en la institución legislativa. Deben ser representantes de la nación, y no, parlamentarios que no tienen la menor noción de la diputación. Los ciudadanos están hasta la punta de los pelos de una cámara ”estéril”, de diputados que explotan la inmunidad parlamentaria -ese privilegio en virtud del cual no pueden ser apresados ni procesados sin autorización de su respectiva cámara-, para sus propios intereses, sus beneficios y fines materiales. Ya está de personas “no gratas” en la cámara de diputados. Basta de los representantes con cara de beato, pero en realidad, con uñas de gato.
Ante cualquier abuso, los ciudadanos no deben quedarse los brazos cruzados. Hay que romper el silencio indagando las violaciones, e inquiriendo los abusos…Hay que poner el grito en el cielo. Hay que dar crédito a que nadie está por encima de la ley – desgraciadamente institucionalmente nada más- . Debemos luchar a brazo partido hasta conseguir una cámara sana, y que no carezca de ninguna deficiencia. Una efectiva representación, de buena reputación. Los marroquíes esperan un diputado que, los representa y defienda sus intereses, vela por sus preocupaciones, en vez de, hacerse ricacho a costa suya y, no quiere un parlamento que sea un saco de paja, y por consiguiente de relumbrón y provecho.
Lo dicho no niega en cualquier modo la existencia de una minoría de diputados de rango que, representan sus circunscripciones sobremanera, unos diputados honestos, íntegros y que, obran con conciencia. Por desgracia, nuestra cámara es contagiosa; numerosos representantes virtuosos se convirtieron a regañadientes en viciosos. Dicen: “Quien con lobos anda a aullar se enseña”.
Para los diputados primero es la obligación que la devoción. No obstante, de vez en cuando hay que pagarles con la misma moneda, y pararles los pies cuando lo es necesario y, hacerles pagar los platos rotos. Eso es el procedimiento llamado la interpelación, porque, algunos no tienen ni rey ni Roque, y no temen ni a Dios ni al diablo, siembran temprano y cogen paja y grano. Hay obrar con afán infinito con el fin de ganar el desafío y estar a la altura. Dicen: “Con viento limpian el trigo, y los vicios, con castigo” es una regla que lleva a la ética y la actuación con conciencia y dignidad, de suerte que no hay tal razón como el bastón. Sin ambages, no hay que aflojar las riendas, tan siquiera dejarles respirar.
En rigor, es ahora la hora de apretar el puño, es decir, la reforma y la corrección. De aquí en adelante debemos disponer de una institución legislativa capaz de dar a luz viables y operacionales leyes para acabar irreversiblemente con las prácticas precedentes caracterizadas por la pasividad y la inercia, y por lo tanto dar realce a ésta última. Estoy convencido de que estos juicios son anticipados conque aún no ensillamos, y ya cabalgamos, o sea, parlamento que aún no tenemos, y juicios le atribuimos. Pero, queda claro que esperaremos, ya que no tenemos nada más que hacer, ya han dicho que con paciencia se gana el cielo, o sea, no se gano Zamora en una hora; sólo, nos toca, aguzar los sentidos, justipreciar, y criticar. En casos anómalos y extravagantes remover Roma con Santiago, con el fin de proceder contra.