(12/03/2010).- Una lectura de ciertos indicadores del ministerio del Hábitat y Urbanismo, revela que la evolución del valor añadido del sector de la construcción en 2007, habría alcanzado 37,2 millones de dirhams, es decir, un aumento del 13% en comparación con 2006. Y concluye diciendo que se espera que este valor alcance 38,7 millones en 2008. Es decir que la cifra de negocios inmobiliaria es muy considerable en el tejido económico. Pero no todo lo que reluce es oro.
Una investigación pormenorizada, realizada por el propio ministerio, con vistas a evaluar las necesidades y deficiencias del programa de vivienda social, manifiesta que a pesar de los esfuerzos desplegados para sufragar las necesidades, la población sigue siendo descontenta por la oferta del mercado, sobre todo por no saber lo que se pesca, debido en gran medida a cuestiones tales como la escalada de precios, unos 200 000 dirhams por ahí a la vivienda, o lo equivale a 4 500 DH/m2, superficies pequeñas que oscilan entre 65 y 70 m2, falta de acondicionamiento, ubicación en las afueras, entre otras consideraciones; a saber, la especulación, el predominio del mercado negro.
Las autoridades responsables del sector, concientes de las necesidades de la clase media, esbozaron, para subsanar estas deficiencias, una serie de programas; a saber, el programa de “200.000” viviendas en 1994; el programa “Ciudades Sin Chabolas” en 2004; creación de nuevas 14 ciudades antes de 2020, entre otras. Además de una suma de incentivos, para que la clase media se apropie de sus viviendas con precios preferentes y competitivos, sobre todo que correspondan a sus ingresos y poder adquisitivo.
A más de exenciones fiscales “Ley de finanzas 2008”, subvenciones, involucrar los actores privados “addoha” “Grupo Jamai”, “Chaabi Liliskane”, mediante un convenio de asociación público-privada concluso con el gobierno a finales de 2005, cuyo objetivo es la realización de 50 000 viviendas en un plazo de cinco años, creación de fondos tales como “fogarim”, “fogalef”, “fogaloge” por razón de los cuales el Estado garantiza hasta el 70% del total del préstamo necesario para apropiarse de la vivienda, sin pasar por alto la inversión de una suma de 35 mil millones de dirhams en los últimos seis años.
Los programas abocetados por parte del Estado, pretenden, sobre todo tras un informe sobre promoción inmobiliaria realizado por el banco BMCE y publicado en noviembre de 2006 estimaba un déficit en 1,2 millones de viviendas, pues, ofrecer a la población unas viviendas que responde a sus necesidades, así como acomodar la oferta de vivienda al volumen y a la naturaleza de la demanda, con miras a acelerar la realización del programa de acabar con la vivienda insalubre; y acondicionar las ciudades, y por tanto optimizar las condiciones de vida del ciudadano.
En realidad objetivos nobles, sino que son a trasmano de una clase media; que cobra en los mejores casos, entre 3000 y 15.000 dirhams como máximo al mes, cuyos dos tercios de retribución son dedicados a la vivienda y la subsistencia, a sabiendas que el 30% de esta última es endeudada, y el 25% de sus préstamos es inmobiliario (59% de ellos son préstamos de consumo), y el (15,9% de equipamientos). Y por consiguiente la clase media sigue sufriendo con la cuestión inmobiliaria. De hecho, a falta de una oferta concebida a medida de la clase media, eso es, que corresponde a su poder adquisitivo, queda ésta, entre la espada de la oferta circunscrita y la pared de las vicisitudes y avatares de la escalada de los costes de vida sine díe.
Ahmed Bensalh Es-salhi