Como bien sabemos, Marruecos ha presentado el 13 de abril de 2007 una iniciativa en vista de otorgar el estatuto de autonomía en el Sahara. Esta propuesta interviene en un contexto de crisis marcado por los diferentes fracasos en la organización de un referéndum por falta de consenso entre las partes implicadas en el conflicto, una cierta y clara la depreciación política del Frente Polisario como consecuencia de las divisiones internas sufridas en los últimos años y de la regresión progresiva del apoyo internacional, y finalmente el recrudecimiento de los antagonismos entre Argelia y Marruecos que ponen de relieve que el fondo del problema radica en la lucha por la supremacía regional.
Para los saharauis, este proyecto de autonomía suscita grandes esperanzas a la vez que muchas interrogaciones. En efecto, los saharauis que viven bajo la soberanía marroquí defienden la tesis de la autonomía, una postura compartida cada vez más por un elevado número de notorios saharauis pro Polisario. En cuanto a la corriente Línea del Mártir, ésta ha declarado su disposición de negociar con las autoridades marroquíes mientras que el Frente Polisario, impulsado por Argelia, sigue rechazando el proyecto de autonomía y se aferra al principio de autodeterminación.
Es verdad que hasta ahora la iniciativa marroquí no ha sido adoptada por la comunidad internacional y por Naciones Unidas en particular pero no cabe duda de que es una iniciativa de paz, de gestión pacífica de un conflicto que dura 35 años y donde se han ensayado casi todas las vías, algunas muy violentas y otras menos.
Personalmente, como investigador en la Cultura de Paz estimo que esta perspectiva pacífica presenta muchos ingredientes de interés para el desenlace de un conflicto que
1-Es un proyecto que se inscribe en la dinámica de reformas que conoce Marruecos desde una década. En efecto, este proyecto supone una iniciativa de suma importancia para reactivar la discusión de un conflicto en afán de buscar una gestión pacífica desde la perspectiva de una democracia federal en vez de seguir estancados en una estratocracia que parece fascinar los países del entorno directo en detrimento de los intereses de un sector de población saharaui que lleva más de treinta años confinado en campamentos en condiciones infrahumanas.
-A nivel geopolítico ofrece mayores garantías de éxito en materia de paz y seguridad regional e internacional. No olvidemos que la extensa y permeable zona del Sahel representa hoy graves riesgos para la seguridad regional e internacional. Los costes de una eventual balcanización de la región serían difíciles de prever. La fallida probable y consecuente de los estados tendría un efecto multiplicador sobre el riesgo de lo que podemos llamar “desterritorialización” del terrorismo.
-A nivel políticocultural es un proyecto que emana del país que está mejor posicionado entre las diferentes partes del conflicto tanto por razones que relevan de la omnipresencia de la zona de conflicto en la historia sociopolítica y cultural del Marruecos en la periodo anterior a 1975 como por razones de actualidad. La diferenciadora dinámica general que vive Marruecos en la última década y sobre todo en materia de derechos humanos, ofrece mayores garantías de éxito. Y es justo por estas razones que la comunidad internacional sostiene globalmente la propuesta marroquí ya que el Consejo de Seguridad la saludó en la resolución 1754 cualificado los esfuerzos de Marruecos de serios y de mucha credibilidad. Los miembros del Consejo habían estimado que esta iniciativa constituye una base sólida para la negociación y el diálogo.
Es verdad que dicha propuesta como he dicho antes no ha sido aun adoptada por Naciones Unidas ya que se está esperando que las otras partes del conflicto aporten sus propuestas. Esta es la regla de cualquier negociación que como bien sabemos se basa en la concertación y no en la imposición.
-A nivel de la real politik es una propuesta planteada por el país que en términos onuseanos administra el territorio. Este hecho refuerza aun más la naturaleza poco arrogante, pacífica y dialogante de Marruecos.
-A nivel social, la segunda parte del último libro de Mohamed Cherkaoui , “El Sahara: vínculos sociales y retos geoestratégicos” que plantea el problema central de la integración de las poblaciones saharauis y el impacto de ésta en el ritmo de desarrollo de la región, nos acerca de las interacciones sociales que ha habido en las últimas cuatro décadas entre la población autóctona y el resto de la población marroquí. Un resultado revelador surge de la encuesta realizada por el autor sobre 300.000 matrimonios: la tasa de endogamia ha pasado en el Sáhara, en cuarenta años, de más de 97% a menos del 55%. Esto quiere decir que estamos ante un nuevo mapa social, una nueva articulación de la sociedad local y que no se puede hablar de una sociedad saharaui cerrada e impermeable como pretenden algunas partes.
Hoy en día, creo que estamos llamados a profundizar el dialogo entorno del tema del conflicto en el Sahara sobre las bases de lo No-violencia y tratar el modelo de autonomía presentado por Marruecos como modelo de paz imperfecta. Estoy aludiendo a una paz que se apoya sobre unos equilibrios dinámicos y cambiantes, como la realidad misma; una paz que se nos parece a nosotros los seres humanos, imperfectos también pero donde la colaboración, el sustrato común e histórico de socialización, el amor y la confianza por supuesto, son componentes esenciales de lo que Keneth Boulding califica como poder integrativo, es decir un poder compuesto por el conjunto de las acciones que influyen en la organización social y que permiten reconocer los recursos eficaces y disponibles para proceder a un cambio pacífico de la realidad.
Creemos también que 35 años de posicionamiento en las tesis del poder destructivo basado en la violencia por parte de las partes implicados en el conflicto han dejado claro la factura gorda que se paga por ello. Tampoco la doctrina geopolítica internacional anterior que articulaba las acciones y reivindicaciones en torno de la violencia goza hoy del mismo apoyo del que gozaba antes.
Hoy en día, todas las partes implicadas en el conflicto saben que las negociaciones de Manhasset son el marco político posible para ratificar este modo pacífico de resolución del conflicto del Sahara. El guión opuesto es igualmente probable en el caso en que el Polisario y Argelia rechazasen cualquier concesión. A partir de ahí nadie podría predecir qué vía sería adoptada por las partes antagónicas ni cuáles serían las repercusiones de tal opción u otra sobre la estabilidad del Magreb y por doquier sobre la paz y la seguridad regional e internacional.
Dicho esto, creo que el presente coloquio debería aproximar el proyecto de autonomía en el Sahara sobre la base de la problemáticas siguientes:
¿En qué medida el proyecto de autonomía podría contribuir a poner fin a un conflicto que hipoteca el presente y el futuro del Magreb?
¿Cuáles serían las vías adecuadas para insertar las diferentes corrientes Polisario, unionistas, Línea del Mártir en un proceso político regional (el Sahara) garantizando los derechos y las obligaciones que otorga el estatuto de autonomía dentro de la soberanía marroquí?
Y ¿qué papel puede desempeñar la sociedad civil en general y los marroquíes residentes en el extranjero en particular y los marroquíes de doble nacionalidad en particularísimo si se puede decir?
Pues todo esto presagia la necesidad de una nueva aproximación de la naturaleza de las acciones de la sociedad civil marroquí, tanto la nacional como la formada por la comunidad marroquí residente en el extranjero en la sensibilización y “le plaidoyer” de las causas nacionales, entre otras el estatuto de autonomía en el Sáhara.
Esto formaría parte de la nueva generación de reformas que requiere el país después de 10 años que aunque parezcan pocos y escasos han sido suficientes para que el mayor conjunto de los agentes políticos y sociales hiciesen su inversión epistemológica y adoptasen una cultura de paz en la gestión de los intereses y los conflictos.
Este clima de paz ha consagrado hoy más que nunca el papel “estructurante” de la monarquía en Marruecos y ha hecho madurar las condiciones de crear un consenso sobre la nueva aproximación de la defensa de nuestros intereses y nuestras causas nacionales que debería conjugar hoy más que nunca el apartado diplomático oficial con la diplomacia paralela que la sociedad civil debe llevar a cabo con la confianza suficiente por parte del Estado para que esta sociedad civil pueda tender puentes, dialogar e influir en la sociedad civil de los países de acogida, es decir en los votantes que eligen a los políticos de sus respectivos países.
Marruecos ha tenido siempre alma viajera, y sus ciudadanos residentes en todas las partes del mundo y en Europa Occidental en particular han pasado de ser ciudadanos sin poder de acción política a ciudadanos de doble nacionalidad y de fuerte presencia en los sindicatos, partidos políticos y asociaciones de la sociedad civil de los países de acogida. Tanto la coyuntura actual interna en Marruecos como los nuevos desafíos geoestratégicos y económicos requieren una mayor colaboración entre el Estado y la sociedad marroquí y entre el Estado y la comunidad marroquí residente en el extranjero, una colaboración bien articulada, sinérgica y complementaria pero antes de todo basada en la confianza, la reconciliación y una representación más democrática de los agentes de la sociedad civil marroquí en el extranjero en las instituciones creadas para tal propósito.
Mohamed Nouri es presidente de la Asociación Alcántara Marruecos-España.