El periodista y corresponsal español, Mikel Ayestarán, colaborador habitual de ABC y de ETB desde Oriente Medio y con amplia experiencia en diversos países árabes, acompañó a Pedro Rojo, editor del libro “El 2007 visto por los árabes. Anuario de la prensa árabe” (Icaria/Al Fanar, 2007) como moderadores de esta mesa redonda. Ayestarán resaltó la existencia de las llamadas “líneas rojas”, los límites informativos que existen en un determinado país, y que un periodista no puede tocar o sobrepasar; lo que supone una constante lucha informativa.
Márgenes que se estrechan
En este sentido, Pedro Rojo destacó que la situación actual de la prensa árabe en países claves como Marruecos o Egipto, están sufriendo cierto retroceso en sus libertades, volviendo a la situación de los años 80. Rojo, por su experiencia en Marruecos, y su trabajo con la prensa del mundo árabe, resaltó que hay una “regresión en la libertad de prensa”, porque parece que el sistema está acallando las voces polémicas, en donde, incluso en el caso de Marruecos, no existe ya una real oposición política, sino que se vive una “política fagocitada” por el propio poder.
Por su parte, el periodista egipcio Hisham Kassem, ex-director del diario egipcio Al-Masri al-Yawm, que representa una de las figuras actuales del periodismo de oposición independiente, afirmó la existencia de una prensa nacional, aliada clave de la política y el poder de los países árabes que cubre la información desde los intereses gubernamentales, y resaltó la necesidad de lograr una independencia en la labor periodística, con medios independientes, para luchar contra esta manipulación.
Sin embargo, Kassem evidenció que la prensa independiente en Egipto ha descendido un 25 por ciento en la actualidad; frente a la constante financiación de los medios “nacionales”.
El periodista marroquí Nureddin Miftah, director del diario marroquí Al-Ayyam, uno de los medios también considerados de oposición en Marruecos, indicó que ahora se vive una lucha informativa que empezó con la prensa de los partidos políticos de oposición, con las posteriores detenciones, encarcelamientos y desapariciones de periodistas desde los años 60.
Para Miftah, hoy Marruecos “es un país entre el blanco y negro”, que vive en un ritmo “de tira y afloja”, gozando a nivel informativo a veces un margen muy amplio y otras veces muy estrecho. En este contexto, el periodista de Al-Ayyam aseguró que la libertad de prensa debe ser una manifestación democrática del país, que se adquiera desde la sociedad, y no ser algo regalado.
Valorando la situación de la prensa actual en Marruecos, Nureddin Miftah reconoció que no se ha llegado a lo que se pretendía, tras todos los esfuerzos pasados (cárcel, tumbas comunes, desapariciones…); y consideró que uno de los motivos es que “se ha empezado a hablar de transición democrática como concepto, cuando aún hoy carece de un contenido real”.
En este sentido consideró que la Ley de Prensa marroquí actual no va a solucionar el problema, y que además la oposición, al estar fundida en el poder, no ofrece alternativas. No obstante, expresó su deseo por que el reconocimiento real de una verdadera ley de prensa no se alargue en el tiempo.
El Terrorismo y su tratamiento
Tras los atentados del 11-S de 2001 en Nueva York, es evidente que la información y el discurso informativo cambió a nivel internacional. En este aspecto, el exdirector del diario egipcio Al Masri al-Yawn señaló que desde Egipto, ya en la década de los años 90 había terrorismo de corte islamista, y que la prensa hizo un tratamiento de seguridad, aplastando a estos grupos; pero que en cambio se hizo mal porque no desaparecieron, sino que se fueron a Afganistán.
Por su parte, el marroquí Miftah sí que admitió que tras los atentados terroristas de Casablanca en 2003 hubo un cambio radical en el tratamiento de la prensa. Antes había una cierta popularidad sobre Bin Ladem en la opinión pública; pero fue un fenónemo que empezó a cansar sobre todo por la difusión política que determinados grupos políticos islamistas locales hacían.
Ya en 2004, tras los atentados del 11 de marzo en Madrid, los marroquíes vieron con rechazo absoluto los actos terroristas, erradicando cualquier posibilidad de halago hacia Al Qaeda.
Y un aspecto a matizar, según el director del diario Al-Ayyam, es que una vez los juicios de los presuntos terroristas, tanto en Marruecos como en Madrid, la prensa hizo una defensa de los derechos de los acusados como tales. Como destacó Miftah, en Casablanca hubo unas 1.600 personas que fueron a la cárcel tras los atentados; algo “desorbitado”. Hoy, hay unas 650 personas encarceladas en Marruecos acusadas de ser salafistas terroristas, y los medios independientes marroquíes tratan de que se preserven sus derechos como acusados a espera de juicio.
El Papel de la Presión Internacional
Ante la pregunta de Mikel Ayestarán sobre el papel que ejerce la presión internacional institucional y popular a la prensa independiente, Nureddin Miftah señaló que el factor exterior es “algo adicional” en cualquier tema; reiterando que “no se puede conseguir más libertades si no se trabaja desde dentro”.
En concreto, explicó que hay ciertas presiones internacionales, como las de Estados Unidos, que llevan bajo el pretexto de inculcar, fomentar valores, intereses económicos y políticos. De ahí que en Marruecos haya cierto recelo con EEUU, porque luego además “rompen esos valores que propugnan”. Si bien es cierto, la presión ejercida por la Unión Europea es diferente, y esta “sí se tolera”.
No obstante, este periodista marroquí consideró que lo más importante es ser conscientes de “la necesidad de unos medios de comunicación responsables y profesionales”; algo difícil de medir o controlar en cualquier país. Y para lograr unos periodistas formados en valores y ética, es necesario inculcarlo desde las facultades, un elemento por mejorar aún en Marruecos, porque “no hay aún una conciencia crítica” generalizada por parte de la prensa.
Por su parte, Hisham Kassem se declaró de acuerdo a las ideas del periodista marroquí, añadiendo que aunque él no vea la democracia real en su país, intenta explicar a Europa, a Occidente, las consecuencias de determinados apoyos e intereses en las libertades y devenir de un país árabe, más aún si hay petróleo de por medio; para que se evite esas presiones internacionales que enmascaran otras motivaciones.
Como conclusión, ambos periodistas resaltaron que, a pesar de las dificultades de hacer un periodismo real y crítico hoy día, es una profesión por la que luchar, porque sirve a la sociedad, existe para servir a la población.
PTZ
(08/05/08)