"La ignorancia es atrevida" (del acervo popular)
A más de uno nos dejó boquiabiertos la aparición de este libro [La Antología de la Literatura Marroquí en castellano, de Mohamed Ckhakor-Sergio Macias. Ed. Magalia. Madrid, 1995], que pretende ser nada más y nada menos que una antología de la literatura marroquí en castellano. Las razones de esta perplejidad, para cualquier conocedor mediano del panorama literario en este país, son harto evidentes.
Una antología literaria, en principio, debe versar sobre un arte que tiene como instrumento la palabra, y tener como fin el transmitir una visión panorámica de la manifestación creativa en un espacio geográfico, cronológico o de ambos a través de una selección minuciosa e imparcial. Por estos supuestos un antólogo ha de ser una autoridad en la materia. Alguien que debe poseer una profunda sensibilidad literaria, un conocimiento exhaustivo de la realidad que pretende abarcar y sobre todo ser escrupulosamente objetivo e imparcial. Para que la elaboración pueda ser posible tendría que haber asimismo una acumulación de textos suficiente tal que la selección se pudiera hacer en holgura.
Aplicando el más generoso de los juicios, ninguno de los criterios antes mencionados podría aplicarse a esta antología. Chakor-Macías parten, en primer lugar, de un supuesto muy cuestionable y es la marroquineidad de esta literatura. Creemos que el concepto de literatura marroquí en castellano o en francés o en cualquier otra lengua que no sea el árabe o el beréber, es inexacto. Esta literatura no puede ser marroquí porque carece de raíces en nuestra tierra, no tiene ni historia, ni tradición, y tampoco creemos que tenga futuro. Eso nos inclina por la acertada opinión del pensador marroquí Abadlha Laroui refiriéndose a este fenómeno en su aspecto francés:..Gran parte de la literatura francesa norteafricana es una literatura pasajera, transitoria, circunstancial, de escasa expresión, es rama regional, local, de una cultura cuyo centro está en otra parte…(2) Pero ¿por qué entonces esa insistencia machacona de poner el apelativo marroquí a esta literatura? Es posible que la razón radique en que algunos de nuestros hispanistas se han tragado como señuelo esa ambición patológica del colonialista que consiste en arrasar la cultura del colonizador e imponer la suya. Si cuando comunicamos en una lengua del colonizador asienta bien su baza en nuestro inconsciente, con la creatividad literaria en dicha lengua se supone que se ha llegado a un estadio superior de desarraigo y aculturación para el creador colonizado. Escribir en francés o en español es un acto por naturaleza privador y privativo, porque excluye a la gran masa de lectores de nuestro país de un bien que es suyo. Por eso cuando se habla de literatura marroquí en español o en francés se nos quiere persuadir que hay una masa de lectores consumidora de esta literatura y por lo tanto cómplice de ella, que esta literatura y por lo tanto cómplice de ella, que este hecho es algo inherente a nuestra naturaleza. La realidad es totalmente distinta. En un país con una tasa de analfabetismo tan alta como la marroquí, los lectores son, en consecuencia, relativamente reducidos. Digamos que en Marruecos como en otros países, la gran masa que puede acceder a la palabra impresa está más solicitada por sus preocupaciones cotidianas que por otra cosa. Al ponerse delante del papel escrito, los lectores optan por la prensa, y en última instancia por el libro. Leen sobre todo en árabe y solo una minoría en francés. El español hasta en el Norte, donde se supone que habita el millón y medio de hispanohablantes, es cosa de ínfimas minorías. No hay más que ver las estanterías de las librerías o los aparadores de los quioscos para percatarse de esta realidad.
Además, este fenómeno que los autores llaman literatura marroquí en lengua castellana, a diferencia de su similar en francés, carece, como mencionamos anteriormente, de algo tan primordial para la elaboración de una antología como es la acumulación. Cosa que se refleja dramáticamente en la obra. Hay una tendencia a considerar todo lo escrito literatura, a meterlo todo en un mismo saco, a confundir, a engrosar el libro apelando a cualquier cosa, a olvidarse pura y llanamente del objetivo de la antología.
Como caso ilustrativo de esta tendencia destacamos algo insólito en una antología. No se sabe si es a causa de la falta de acumulación antes mencionada, por arbitrariedad o sarcasmo; uno de los autores de la antología, en concreto Mohamed Chakor, no sólo se autoincluye en ella sino que, sin ningún atisbo de pudor, dedica a sí mismo un espacio superior a los demás en el capitulo dedicado al grupo de la década de los sesenta y todo el capítulo II llamado erróneamente (críticas e interpretación) cuando debería titularse sin ambages y por la fuerza de los hechos ( el arte de echarse flores).
Si despojamos esta antología, como si de una alcachofa se tratara, de todos aquellos autores que figuran en ella y que no lo son desde el más benévolo de los criterios, seguramente nos quedaríamos con muy poca cosa o con nada. Someramente podemos clasificar a los candidatos a ser arrancados de está antología de la siguiente manera:
1 – Los que nunca publicaron nada y todo lo que se supone que crearon lo conservan sigilosamente en un cuaderno de colegiales. Chakor-Macías la considera como obra inédita. Hace falta tener una gran dosis de candidez para creer que alguien fuera aceptado como autor por el sólo hecho de que unos antólogos lo atestiguan, máxime cuando en muchas ocasiones los autores desconocen hasta la fecha de nacimiento de sus elegidos. En realidad, esta obra no pasa de ser afanes e inquietudes literarias de unos adolescentes que empiezan a dar sus primeros pasos a los trece o quince años. Algunos de nuestros pretendidos escritores, sin embargo, empezaron muy tarde, a los cuarenta o cincuenta años. Cabe preguntarse cuándo madurarán ¿ A los sesenta o setenta años?
2- Profesores universitarios que publicaron sus trabajos de investigación en revistas de las facultades donde ejercen su labor académica o en otras publicaciones como (Aljamía) ( Temas árabes), etc…Son en esencia trabajos académicos, muchas veces extraídos de sus tesis doctorales o el desarrollo de algún aspecto de las mismas. De ninguna manera se puede considerar esos trabajos como literatura más que apelando a una desusada acepción de la palabra.
3- Periodistas que ejercen su labor en lengua española en algún medio de información. Sin poner en tela de juicio el dominio real del castellano de algunos de ellos, no pueden ser considerados escritores por la labor que realizan o por el mero hecho de escribir algún que otro cuento de muy dudosa calidad o algo que ellos creen que es poesía.
4- Los que conforman un caso de flagrante falsedad por parte de los autores de esta antología y nos referimos al caso del poeta Mohamed Maimouni que nunca escribió en español. El hombre confiesa haber llevado una desagradable sorpresa al enterarse de su inclusión en esta antología. Otro caso sonado es el considerar al famoso periodista Mohamed Larbi Messari como escritor de expresión española, cuando es notorio, que exceptuando dos o tres artículos en español, siempre escribió en árabe.
Además de las deficiencias anteriormente mencionadas que denotan una absoluta confusión de los autores o afán de confundir entre periodismo, hispanismo y literatura, sorprende sobremanera la estructura de esta insólita obra.
En primer lugar, llama la atención la inclusión en la obra de algunas fotos como las de Tahar Benyelun y de Aziz Lahbabi. Estos personajes, escritor de expresión francesa el primero, filósofo el segundo, vistos éstos desde cualquier perspectiva no tienen ninguna relación directa o lógica con el contenido de la obra. La inserción arbitraria de dichas fotos no se puede comprender más que como un mensaje subliminal dirigido a alguna parte en concreto. Esto es una burda desviación, más bien intencionada, del objetivo que se enmarca en el título de la obra y en consecuencia pone en entredicho su integridad y crédito.
En segundo lugar, cuando hablamos de un grupo o de una generación según la clásica teoría de Petersen, lo asociamos a una fecha de trascendencia histórica o política, a un acontecimiento cultural, a una fecha en la que suelen aparecer los primeros libros de los poetas y escritores que pertenecen a tal o cual grupo o generación. Se definen asimismo por ideas comunes, cada quince años. Pero la clasificación de escritores por generaciones y décadas llevada a cabo por Chakor-Macías se salta todas las reglas; pues en una misma generación se incluyen personas que no les une la edad, de tal manera que algunos pueden ser padres de otros, tampoco les une la técnica, ni el lenguaje, ni las ideas, ni se aglutinan en torno a ningún ideal…
La calidad de esta literatura marroquí en castellano exceptuando algunos textos que denotan originalidad y una belleza indudable y cuyos autores se salvan milagrosamente de esta antología, el resto no llega a convencer a nadie. Muchos de los escritores mencionados en esta antología tienen que sufragar los gastos de la edición de sus libros, venden algunas unidades y el resto los regalan. Alguno hasta se dedica a publicar una especie de crítica-lisonja que firma con seudónimos o prestando nombres de amigos.
Ante esta realidad, existe, y esta antología no es excepción y que consiste en evocar la responsabilidad de España durante el protectorado, que para ellos, ha dejado de ser colonialismo puro y duro para convertirse en una etapa de simbiosis cultural y de convivencia amónica entre españoles y marroquíes. Después llega la fatal y sinfónica queja de que los responsables de la difusión de la cultura española en Marruecos no se interesan por ellos, no en el caso de los marroquíes que escriben en francés que en cambio si reciben subvenciones y ayudas para publicar sus obras, nada más lejano de la verdad, los escritores en lengua francesa, algunos muy solicitados, tienen lectores en todos los países francófonos, y en la misma Francia. Sus éxitos se deben a la calidad literaria de sus textos, y tienen una gran acogida en occidente, que hace décadas está viviendo la crisis de la creación, sus escritores han agotado todos los temas, y parece que ya no tienen nada que decir. Esta es la pregunta que hizo Donald Barthélem a Carlos Fuentes: ¿ Por qué escriben tanto los latinoamericanos? ¿Cómo lo hacen? ¿No hay escasez de papel en América Latina? En los Estados Unidos, añadió, los escritores sentimos que hay poco que decir.
De ahí nace el interés en occidente por la literatura del tercer mundo en general, y de ahí viene el éxito de los escritores en lengua francesa, y de los escritores que escriben en árabe y que sus obras están siendo traducidas a otros idiomas europeas. Aconsejamos a los escritores que escriben en español que se dirijan a editoriales españolas como Alfaguara o Seix Barral, o Ediciones libertarias Prodhofi, que están publicando una colección de libros de autores árabes que dirige Juan Goytisolo, que incomprensiblemente, también se queja de que nadie parece preocuparse de la labor creadora de los marroquíes hispanohablantes. Él puede hacer mucho, porque además de dirigir la colección de los libros árabes Al-Quibla.
Aconsejamos a los que lloran y mendigan interés por ahí que se pongan a trabajar, y que escriben una buena literatura en español, como lo hacen sus homólogos en francés. Sólo lo conseguirán con la calidad de los textos que escriben y sólo así serán solicitados y dignificados por las grandes editoriales españolas. Este libro carente de interés, de rigor y de seriedad no nos merece más que el olvido más absoluto.
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(1)La Antología de La Literatura Marroquí En Castellano,Mohamed Chakor-Sergio Macias.Ed.Magalia.Madrid,1995.
(2) La Ideología Árabe Contemporanea,Abdalah Laroui ,Dar Al-Hakika,Beirut,1970.
(21/09/06)