(26/11/2010).-El asunto parece interminable. Arranca este verano, con la crisis en torno a los sucesos registrados en Melilla. Y se prolonga durante meses, encontrando su momento álgido en la crisis generada en el Sáhara Occidental tras el levantamiento forzado del campamento saharaui en las afueras de la ciudad del Aaiún.
Participan en la escalada medios de comunicación de España y de Marruecos. Con posiciones agresivas, enfrentadas, maniqueas. Utilizando falsedades en imágenes en informaciones. La agencia marroquí MAP informa sobre la (falsa) muerte de un joven en las protestas sociales de Melilla a principios del mes de noviembre. Le siguen la mayoría de la prensa marroquí. La réplica viene del lado de la prensa española con la publicación de falsas imágenes, distribuidas por la agencia EFE, que no corresponden a los disturbios del Sáhara, sino a víctimas de bombardeos en Gaza. Las acusaciones aumentan, y el tono de las mismas también.
No hay vuelta de hoja, y aquí estamos como ayer. Habituados a la inforrmación interesada, a la intoxicación. Los medios españoles se equivocan en haber cubierto el asunto del Sáhara desde una sola perspectiva, la saharaui. En ello ha tenido culpa el blackout informativo impuesto por el gobierno marroquí. Los medios marroquíes se equivocan en hacer patria del asunto del Sáhara sin un atisbo de crítica. Y cuando la hay, como el el caso del semanario Tel Quel, se somete a un feroz acoso. Flaco favor a la credibilidad de la misma y de las posturas que pretende defender.
El último capítulo: la manifestación multitudinaria del 29 de noviembre en Casablanca, contra la decisión del Parlamento Europeo, que ha pedido una investigación de los sucesos de El Aaiún. Con un acusado que tiene nombre, para los que la han organizado: el Partido Popular (PP). Marruecos tiene derecho a defender lo que considera sus intereses legítimos. Pero esta estrategia maniquea hace un flaco favor, una vez más, al buen estado de las relaciones bilaterales.