La crisis golpea a España sin una perspectiva positiva en el corto plazo. El paro aumenta y llega hasta casi un 20%. Porcentaje que resúlta aún mayor si se trata del colectivo inmigrante, alcanzando un 27% en 2009. Todos los que vinieron a España atraídos por la bonanza y el crecimiento económico se ven ahora castigados por la virulencia de la crisis, sin trabajo, con familias que alimentar e hipotecas por pagar.
Y en el debate político se introduce el factor "inmigrantes" como tema de discusión, a veces con un fuerte tono demagógico y quizá sin la reflexión que merece el asunto. Efectivamente, los inmigrantes vinieron cuando se creaba empleo. Ahora se destruye, y se pone de manifesto con más claridad que los flujos migratorios deben ser ordenados en función de las necesidades laborales. ¿Quiere esto decir que ya no "cabemos" más en España? Hay que insistir una vez más en que el debate inmigratorio debe quedar fuera de toda pugna política y no debe ser moneda de cambio electoralista. En una reciente encuesta publicada por el ministerio de Trabajo e Inmigración, el 77% de los españoles considera que en España hay demasiados inmigrantes. ¿Por qué esta percepción ahora y no antes? Porque en teoría, "ahora sí", los inmigrantes serían competencia a la hora de buscar trabajo. Pero este argumento es engañoso, se viene reproduciendo repetidamente en tiempos de penuria económica.
Las previsiones en el futuro anuncian que España necesitará más inmigrantes. Así que, entre las lecturas que debemos hacer de las consecuencias de esta crisis, se incluye también la de una política inmigratoria clara, consensuada, ambiciosa, y que se configure como gran tema de Estado.