Desde los albores de la historia, Marruecos representó para España, un vecino próximo y lejano a la vez. A veces amigos; otras enemigos. La historia que los unió está sellada de recelos y suspicacias, beligerancias y paces. Y por otro lado, siguen siendo, los esteriotipos y los prejuicios a guisa de escollo entre los dos por excelencia.
Ahora, es hora de la cuenta atrás. Es la visita de Sus Majestades Don Juan Carlos y Doña Sofía que desbordó la copa. Como es sabido, después de la accesión en 2004 del socialista José Rodríguez Zapatero al palacio de la Moncloa, las relaciones hispanomarroquíes fueron muy ejemplares a todos planes. Respecto a la agenda política, varios encuentros tuvieron lugar con el fin de debatir asuntos bilaterales de suma importancia, tal como la cuestión del Sahara, la inmigración clandestina, el terrorismo, el narcotráfico, entre otros. En cuanto a la economía, España es, indudablemente, el segundo socioeconómico, después de Francia; es también el segundo proveedor y cliente de Marruecos.
La visita de Sus Majestades a Ceuta y Melilla “Sebta y Melilia” los últimos 5 y 6 de noviembre, la primera desde su accesión al trono español en 1975, ha sido una asombrosa sorpresa para las autoridades de Rabat que, rompió su silencio y la reprobaron en el acto, a voz en cuello. El gobierno marroquí y el palacio real expresaron respectivamente su disgusto y deploro de la visita lamentable. El resultado es que en virtud de altas instrucciones de Su Majestad el rey Mohammed VI, que su embajador ha sido llamado a consultas.
Según fuentes de prensa marroquí, en pos de esta visita se esconden las uñas por de contado, o sea que hay “mala intención’’cerrada; ya que es, una visita ocasionada por consideraciones relacionadas con las elecciones legislativas españolas previstas en 2009. Sin embargo, eso no impide que plantee un embarazo suprasensible que, es el estatuto de las dos ciudades. En efecto, después del recobro del norte en 1956, de Tarfaya en 1958, de Sini Ifni en 1969, y por fin del Sahara en 1975, queda la recuperación de Sebta y Melilia y las islas contiguas.
Además del problema de la soberanía, estas dos localidades plantean un problema económico, por ser la puerta del contrabando que irrumpe todos los mercados del país, provocando al fin y al cabo pérdida para el estado marroquí. A lo largo de la historia Marruecos consideró siempre las ciudades de Sebta y Melilia como parte integrante de su soberanía. Innegablemente, esas dos localidades forman parte de la integridad territorial marroquí. Históricamente, eran marroquíes desde el reinado de los idrisitas en 789. La pertenencia de esas dos localidades a Marruecos sigo siguiendo lo mismo con el reinado de las dinastías siguientes, pues, con los almorávides en principio, pasando por los almohades, y sin pasar por alto los merenidas, hasta los alauitas de hoy en día.
Desde la perspectiva cultural, Sebta gozaba en el decimoquinto siglo de una irradiación y resplandor extraordinarios: escuelas coránicas, congregaciones, y otras hierbas, de suerte que dejó una de las figuras emblemáticas de la geografía, me refiero al geógrafo Charif El Idrissi, así como otros tal como el sabio Abou Abbas Sebti, y el celebre juez Al Cadi Ayad, entre otros.
Es en el transcurso de la hegemonía portuguesa que Sebta fue conquistada por los portugueses, precisamente en 1415. Es en 1497 que llegó el turno de Melilia que fue conquistada por la armada española. Una vez muerto el rey portugués Sebastián primero en 1580, después de la victoria marroquí de la batalla de los tres reyes que, Sebta fue incorporada a la monarquía española, y por consiguiente fue reconocida oficialmente en tanto que colonia española en 1640. Marruecos ha intentado después de reconquistar esas dos ciudades: Sebta bajo el reino de Moulay Ismail en 1697 y de Moulay Yazid en 1780, y Melilia bajo el reino de Sidi Mohammed Ben Abdallah.
En el mundo existen casos similares de Sebta y Melilia, y que han sido resueltas por completo. A título de ejemplo Macao que era enclave portugués desde 1557, Hong Kong, una colonia británica desde 1842. Esos dos ejemplos han sido retrocedidos a la China, Hong Kong en 1997 y Macao en 1999. Por el otro lado, España misma no dejó de reivindicar la roca de Gibraltar cedida a los ingleses en 1704 considerándola en tanto que parte integrante de su territorio.
A su vez Marruecos, después de su independencia en 1956, no dejó de reivindicar la retrocesión de Sebta y Melilia, así como las islas contiguas ante organizaciones internacionales, a saber, la ONU, la conferencia islámica, la liga árabe, la conferencia de países no beligerantes…Pero en 1987 el difunto Hassan II propuso la constitución de una célula de reflexión hispamarroquí a efectos de reflexionar en cuanto al porvenir de las dos ciudades. Desgraciadamente, ninguna modalidad surtió su efecto.
Es ahora la hora propicia para entablar un diálogo sobre el estatuto de las dos ciudades, con el fin de poner fin a esta anacronía (Las últimas colonias en África, mejor dicho en el mundo entero) no en detrimento de España, sino más bien, resguardando sus intereses económicos y financieros.
En primer lugar y antes que todo hay que, de antemano, poner fin a los esteriotipos y prejuicios que almacenan el subconsciente de cada uno por separado. Y por consiguiente dar la oportunidad a los intelectuales y a la sociedad civil de los dos países respectivamente para que reflexionen, de modo que pueden desempeñar papeles activos en materia de establecimiento de un espíritu de confianza, sustentado por el conocimiento, el dialogo, y el respeto mutuos. Las cosas pendientes se revuelvan con el diálogo desnudando y desenvainando la espada.
En cuanto a España, pues, debe de dejar al lado su aproximación de seguridad y su apreciación socioeconómica en cuanto al tratamiento con Marruecos, y por consiguiente de considerar Marruecos en tanto de espada de Damocles y procedencia del peligro…En particular Dejar de aplicar la ley del embudo y pescar en río revuelto.
Dicen: “Toda falta merece perdón”.
(11/11/07)