En concreto, el estudio refleja que el 55 por ciento de los 500 hogares encuestados estaba "seguro o extremadamente seguro" de que recurrir a esa práctica suponía una probabilidad elevada de solventar las trabas burocráticas; un 25 por ciento estaba “bastante convencido” al respecto, un 15 por ciento muestra su incertidumbre y tan sólo un 4 por ciento expresó dudas claras sobre este procedimiento.
Según indicó Rachid Filali, el secretario general de Transparency Maroc a la agencia española Efe, “en sectores clave como la Justicia o la administración pública muchas personas dicen que cuando pagan obtienen el servicio deseado, por lo que no se trata de una simple manipulación, sino de una manera de funcionamiento de la sociedad".
"Las víctimas de la corrupción no recurren a las vías de reclamación por su falta de confianza en el sistema, y todo ello hace que ese fenómeno se haya convertido en un hecho social aceptado por todo el mundo", agregó el representante de Transparency Maroc.
En definitiva, ser corrupto en Marruecos equivale a una práctica social admitida por la sociedad en su conjunto, puesto que el sistema funciona de este modo en varios niveles.
Los funcionarios y la Justicia se llevan el premio de la corrupción
En el baremo se hace una distinción entre diversos puestos laborales de la sociedad, y se evidencia que los funcionarios son vistos como el colectivo más corrupto del país, (un 95 por ciento de los interrogados los califican de “muy corruptos”), seguidos por los trabajadores del sistema judicial, que se llevan el 80 por ciento de esa misma opinión.
Asimismo, el 56 por ciento de los encuestados considera que el Parlamento marroquí está altamente corrompido, y un 53 por ciento los partidos políticos. Los medios de comunicación marroquíes fueron calificados como corruptos por un 28 por ciento de los interrogados y el sector privado por un 36 por ciento.
Pero además, entre los propios encuestados dos de cada diez personas reconocen haber pagado en los últimos doce meses menos de 250 dirham (unos 22 euros) en sobornos, y que una de cada 100 admitiera haber desembolsado entre 3750 y 5750 dirham (entre 331 y 507 euros).
Por todo ello, el 64 por ciento de los marroquíes analizados tachó de "ineficaz o muy ineficaz" la acción de las autoridades contra la corrupción, frente a apenas un 21 por ciento que alabó su labor.
Una lacra que combatir desde el gobierno
Como conclusiones finales, Filali hizo un llamamiento al gobierno marroquí para que incremente su lucha diaria contra la corrupción, puesto que los avances se perciben significativamente lentos, ya que hay una “alarmante” falta de independencia y autonomía administrativa en la instancia central de prevención de la corrupción.
"Hace falta que se produzca una especie de electrochoque en la sociedad que no acaba de llegar. Una política estatal eficaz, una reforma de la Justicia, la protección de las víctimas y la puesta en marcha de servicios de atención", precisó el representante de esta ONG a la agencia Efe.
La corrupción es una tarea pendiente que el gobierno marroquí intenta erradicar desde hace una década, pero que sigue anclada fuertemente en los pilares de la sociedad. De ahí el problema de encontrar el modo de mitigar esta práctica tan extendida y banalizada.
Una banalización y falta de esperanza por solucionarlo (el 67 por ciento considera que es inútil denunciar la corrupción) que muestra sin duda que aún hay mucho trabajo por recorrer.
PTZ
(04/06/09)