(15/06/2010).- La revista es un reconocimiento a la Distinción Real, consistente en la Condecoración como Caballero de la Orden del Trono del Reino de Marruecos a Raphaël Cohen, presidente de la Comunidad Judía de Marbella, por parte del Rey Mohamed VI, el 30 de julio de 2009, con motivo del X Aniversario de su acceso al Trono, por sus labores cumplidas a favor del diálogo interreligioso y de la paz tanto en el seno de la Comunidad Judía de Marbella como a escala internacional.
Por un lado, la revista subraya que el asentamiento de los judíos, se produce antes del comienzo de la Era Cristiana, incluso antes de la destrucción del Primer Templo, de la mano de comerciantes procedentes de todo el Mediterráneo. Por otro lado, dice que, estas comunidades judías, ya numerosas, activas intelectualmente y relativamente prósperas, se vieron reforzadas a partir del siglo XIV con la masiva llegada de los judíos sefardíes, quienes escapaban de la persecución e intolerancia, en alusión a los tribunales de inquisición de la era medieval, que se iban apoderando progresivamente de la Península Ibérica.
En la revista, se constata que Hassán II, ex rey de Marruecos y Don y Juan Carlos I, actual rey de España mantenían unas relaciones muy estrechas; de hecho, Hassán II siempre consideraba al rey Don Juan Carlos I de España como “su hermano” y la amistad entre las dos Familias Reales es mucho más que cordial. La revista continúa diciendo que gracias a las dotes diplomáticas de Hassán II se ha podido conseguir el Tratado de paz de 1979 entre Israel y Egipto, así como acuerdos posteriores del Estado judío con la Organización de Liberación Palestina y con Jordania.
En un capítulo, dice la revista Focus 64, que Hassán II, a la hora de modernizar Marruecos y dotarlo de infraestructuras suficientes, ha involucrado masivamente a sus súbditos hebraicos, y desde luego al actual Presidente de la comunidad judía en Marbella, Raphaël Cohen, que fue convocado ante el Rey por el Ministro Taidi Ben Hima para poner en marcha este proyecto en el Sahara, en lugares como Buydur y Smara.
Las comunidades judías surgidas de estos procesos migratorios tan complejos vinieron a conformar uno de los componentes fundamentales de la sociedad marroquí. Marruecos se ha distinguido durante siglos por una heterogeneidad a todos los niveles que hace de él un país pluralista, compacto y armonioso. En el caso de su población judía, esta multiculturalidad se presenta con tonos todavía más marcados. Los judíos de Marruecos no han de ser considerados como un pueblo diferenciado del resto de la población del país, sino que deben ser concebidos como una comunidad religiosa que formaba parte de una sociedad y de una cultura más amplia.
En este punto cabría destacar muy especialmente al Dr. León Benzaquen, Ministro judío del primer gobierno marroquí tras la Independencia, y a David Amar, primer Presidente del Consejo de Comunidades Judías Marroquíes cuyas célebres palabras reproducimos a continuación: “La comunidad judía de Marruecos ha gozado tradicionalmente de un grado de libertad religiosa desconocido en cualquier parte del mundo árabe […] Soy un leal marroquí. Amo a mi país y a mi Soberano”. Parafraseando a Simon Lévy, un judío marroquí, que solía reiterar que la cultura judía en Marruecos, y en realidad en todo el mundo árabe, viene a ser simplemente un segmento particular de una cultura más amplia, que incluye a musulmanes, cristianos y judíos.
Esta tradición ha sido continuada por Mohammed VI, que siempre ha considerado un deber proteger a sus súbditos tanto judíos como musulmanes. Y si Hassán II eligió como asesor real a André Azoulay, una figura prominente que aún sigue asesorando a Mohamed VI y que integra también el comité asesor del proyecto Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas, topamos hoy por hoy a Serge Berdugo, dirigente comunitario a nivel nacional, que hizo las veces de ministro de Turismo entre 1993 y 1995 y que actualmente es representante personal y Embajador Itinerante de SM el Rey.
Cabría decir que, el sultán en Marruecos es el garante de la seguridad de los tres componentes del Reino, árabe, beréber y judío, que han vivido en armonía y fraternidad, durante siglos en Marruecos. Su responsabilidad religiosa, histórica y constitucional en la preservación de los judíos y sus derechos y valores al igual que sus antepasados los Reyes de Marruecos, que siempre han creado un clima de reconocimiento y respeto de los derechos de las libertades de las minorías religiosas, lo que justifica el apego incondicional de los judíos a Marruecos.
Hoy por hoy, en Marruecos de Mohammed VI, la comunidad judía de Marruecos sigue disfrutando de sus derechos y libertades, gracias a la presencia en distintos ámbitos de la vida social de una serie de figuras de primera línea. Es lo que ocurre en el ámbito de la política con los antes mencionados André Azulay y Serge Berdugo, sin duda, dos de los personajes más influyentes del Reino de Marruecos, y también con Boris Toledano, Presidente de la Comunidad Judía de Casablanca y su Sra. Yolanda, muy reconocida por su apoyo incondicional a las Comunidades, a los hogares de la Tercera Edad a los necesitados en general.
El ámbito político, no ha sido ni mucho menos el único en beneficiarse de estas aportaciones, sino también para atestiguarlo caben intelectuales, tales como Zafrani y los hermanos German y Albert Ayache, como historiadores. Judah Azuelos y Leo Shriqui, como empresarios y hombres de negocios. Edmon Amran Maleh que destaca como novelista, y Sami Al Magrebi y Zhora Al Fassia, como cantantes; por citar sólo algunos nombres. Se trata, pues, de un colectivo que sigue gozando de una considerable presencia en la esfera pública, que actúa cada uno partiendo de su ámbito de actuación y acción en nombre de Marruecos, el país que los ha protegido del racismo y del nazismo.
Cabría recordar, que tradicionalmente, las autoridades marroquíes, empezando por la Corona, han mantenido en general una política amistosa y conciliadora hacia la comunidad judía. Todavía hoy se recuerda cómo Mohamed V que se opuso a la aplicación sobre sus súbditos judíos de las leyes antisemitas, y eran más que bienvenidos en el Palacio Real. No debemos olvidar que el Rey Mohammed VI calificó la destrucción Nazi de los judíos como “uno de los capítulos más trágicos de la historia moderna” y ha apoyado un programa desarrollado en París (Aladdin) para la memoria de la Shoá cuya aspiración es difundir el conocimiento del genocidio entre los musulmanes. Dicha fundación organiza conferencias y ha traducido al árabe los más importantes escritos sobre el Holocausto, como el diario de Ana Frank.
Ahmed Bensalh Es-salhi