Juan Goytisolo, autor y hombre rebelde que por su enfrentamiento con la censura franquista se exilió en París desde 1957, y años más tarde se trasladó a Estados Unidos ejerciendo de profesor de literatura española en distintas universidades de ese país, fijó su residencia en la década de los ochenta en la ciudad imperial de Marrakech.
Desde esta exótica atalaya, se erigió en estudioso de la tradición oriental y de la cultura árabe, en luchador incansable por el diálogo entre los pueblos de ambas orillas del mediterráneo y por el conocimiento de una parte de nuestra historia que nos ha sido manipulada, falsificada por el proceso “civilizatorio” de unidad hispano-católica emprendido en la península ibérica a partir del siglo xv.
El destierro voluntario de Juan Goytisolo se transmuta en una forma de ser y en una desmitificación del lugar de nacimiento como elemento sustentador de una determinada identidad española: “castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en Norteamérica, nesrani en Marruecos y moro en todas partes, no tardaría en volverme a consecuencia de mi nomadeo y viajes en ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías.
El conflicto familiar entre dos culturas fue el primer indicativo, pienso ahora, de un proceso futuro de rupturas y tensiones dinámicas que me pondría extramuros de ideologías, sistemas o entidades abstractas caracterizadas siempre por su autosuficiencia y circularidad.
La fecundidad de cuanto permanece fuera de las murallas y campos atrincherados, el vasto dominio de las aspiraciones latentes y preguntas mudas, los pensamientos nuevos e inacabados, el intercambio y ósmosis de culturas crearían poco a poco el ámbito en el que se desenvolverían mi vida y escritura, al margen de valores e ideas, menos estériles que castradores, ligados a las nociones de credo, patria, estado, doctrina o civlización. hoy día, cuando la fanfarria hispana reproduce a diario celebraciones de las patrias
chicas, medianas o grandes a nuestras glorias literarias y artísticas.
El silencio, la extrañeza y vacío que envuelven a mí y a unos cuantos, lejos de entristecerme, me convence de que el binomio fidelidad/ desarraigo tocante a la lengua y país de origen es el mejor indicativo de un valor estético y moral en cuya hondura no cala por fortuna el dador de homenajes. la libertad y aislamiento serán la recompensa del creador inmerso hasta las cejas en una cultura múltiple y sin fronteras capaz de trashumar a su aire el pasto que le convenga y sin aquerenciarse a ninguno…” (ver Coto Vedado)
La extensa obra de Juan Goytisolo, despierta sentimientos encontrados en todo lector interesado por lo español, en su pasado histórico y en su presente, investigador empedernido desde un exilio que le proporciona distancia para el análisis crítico y reflexivo , pertenece a esa categoría de autores que se esfuerzan por dar sentido a un pasado ocultado y en ser la voz del “otro” (el palestino , el morisco, el inmigrante), de “los desterrados” (blanco white, américo de castro) y de “los olvidados” por la historia oficial (como Manuel Azaña).
Un autor que llama la atención sobre lo propio y lo ajeno, sorteando el discurso de lo correcto, y buscando una mayor profundización a través del carácter reinvidicativo de sus escritos y ensayos.
Mustafá Akalay Nasser
(27/06/08)