“La Junta de Andalucía se reserva la acción política en Marruecos”. El rotativo catalán revela su intención desde la primera linea de su “scoop”. ¿Y Marruecos, su rey, su gobierno, su ministerio de asuntos exteriores y cooperación, su soberania y su independencia?
Además, lo de “la batalla para mantener a Planas fue a cara de perros porque hay muchos intereses por medio” revelado por un enigmàtico personaje-persona-personalidad “de máxima confianza de Manuel Chávez” sólo puede convencer a un profano en la materia o a los no pocos “francotiradores” ( sobre todo en Cataluña) contra las relaciones entre los dos vecinos.
Según el rotativo catalán fue Manuel Chávez, Presidente de la Junta de Andalucía quien, como si se tratara de una excusión campestre o de un vecino menor de edad y sin vacunar, vedó a Joan Clos ex ministro de industria como Embajador de España en Rabat, para, según el diario catalán, “evitar la supremacia del lobby catalán en un pais que pretenden controlar las empresas andaluzas”.
O sea que aún estamos en 1912 y con Primos de Riveras… o de Tarradellas. Nada es más ligero. De hecho: ¿Fue Chávez quien cerró contra la opinión de propios y extraños y que en un tiempo plus marca y cuando mejores perspectivas tenía, la Casa de Cataluña en Casablanca? Por otra parte hasta ahora no està demostrado que el Sr. Chávez se haya comprometido tanto con los vínculos de Andalucía con Marruecos. Otra cosa sería la palabrería.
Hay otros detalles…Cuando en 1995, el presidente del gobierno español, Felipe González comenzó a pensar en un foro de relaciones políticas, económicas y sociales que sirviera de plataforma de diálogo y de cooperación en el Mediterráneo sabía que todo feliz desenlace pasaba por dos “lejanos” colaboradores de su administración socialista: Gabriel Busquet y “Curro” Moratinos. Ambos “discípulos” de la Embajada de España en Rabat y de su entonces titular, Javier Ortega, pragmático entre los pragmáticos y como lo acusaban injustamente sus detractores “el mejor embajador de… Marruecos en Rabat”.
Antes de separarse relativamente decepcionados por el posterior curso de acontecimientos en la Moncloa y en el Ministerio de AA.EE, el destino de los dos hombres asiduos de los actos que organizaba un tal Mike Palmier, consejero en la Embajada de Estados Unidos en la capital marroquí se vió abstractamente cruzado: los dos hombres, uno màs que otro, soñaban discretamente con volver a Rabat pero… como embajador.
No pudo ser asi. Moratinos se fue a Oriente Medio (donde se formó como diplomàtico de alto rango) y Busquet en la dirección general de África del Norte en el ministerio español de AA.EE (donde adquirió una importancia particular con Ana Palacios). Pero tanto el primero como el segundo, abismalmente diferentes tanto por su “estilo” diplomático preciso y elegante, como por sus ideas políticas eran concientes de que la misión de un embajador de España en Marruecos no parecía a ninguna recreación.
En efecto, desde, entre otros, el catalán Raymundo Bassols quien creía acertadamente que un partenariado nunca debe transformarse en una subordinación” o Alfonso de la Serna quien inauguró en Rabat su “ diplomacia cultural” o “ la cultura diplomática” hasta el andaluz Luis Planas Puchades, encargado ( y cumplido de manera milagrosamente exitosa) de hacer olvidar el sabor amargo de mil y una tensión y crísis entre España y Marruecos, pasando por Jorge Dezcallar o Fernando Arias Salgado, todos los embajadores de España en Marruecos, unos más que otros, viajan a Rabat concientes de que son la llave del éxito o fracaso de la política exterior de su pais.
De donde, aunque pueda parecer una expresión en el vocabulario regionalista, nadie mejor que un andaluz para hacer frente al profundo sentido de la provocación de la naturaleza de las relaciones hispano-marroquíes y este andaluz hoy, como podría ser otro mañana es Luis Planas.
Hasta “La Vanguardia” reconoce su excelente labor “como representante de España, que tuvo que levantar una legación que en el 2004 encontró hecha unos zorros después del paso de Aznar por la Moncloa”.
Asi que…¿quién mejor que él para enderezar unas relaciones mortalmente afectadas por años de visceral inconciencia para con el vecino del sur ?
El nombramiento en medio de una profusión de desconciertos como Embajador de España en Marruecos del ex-diputado por Córdoba en el Congreso y en el Parlamento de Estrasburgo, ex- director del gabinete del vice-presidente de la Comisión Europea y gran conocedor de Marruecos, Manuel Marin y de Pedro Solbes al frente de la Comisión Europea para Asuntos Económicos y Monetarios y ( quizàs sobre todo) consejero en la Junta de Andalucía) había sido interpretado como “ gesto político del gobierno socialista” y un acierto del ejecutivo español en su afán de encontrar a “The right man in the right side”. O sea: el hombre que debía conocer las reglas, las normas y los riesgos de estas imprevistas arenas movedizas que son las relaciones bilaterales con demasiada pasión o insuficiente compasión.
Cuatro años después no sería arriesgado afirmar que sólo un andaluz como él hubiera podido establecer las actuales relaciones entre los dos paises sobre nuevas bases de confianza y respeto mutuo.
Conocido por su incansable actividad para disipar los continuos e inevitables “malentendimientos amistosos” entre Madrid y Rabat y por su alergia a delegar su confianza, Luis Planas ha rozado el milagro.
Said Jedidi
(13/06/08)