Rabat reclamaba la cuarta de mis correspondencias sobre los atentados terroristas del 11 de marzo en la capital de España. El asunto interesaba e intrigaba en Marruecos por lo que he decidido que la nueva nota fuese más adornada y más rellena.
“Si Mohamed” para los que nos inspiramos de su dilatada experiencia intelectual, me llamó poco antes para anunciarme una cita con el portavoz de la federación musulmana en España, Yusuf Fernández Ordóñez a quien debía consultar antes de comenzar la siguiente serie de mis reportajes para la radio y la televisión marroquíes.
De repente suena el teléfono de la habitación.
-Salam Ualikum ¿Sr. Jedidi?, me respondió-preguntó mi interlocutor con un sabroso acento prestado al árabe.
-Ua Alikum Asalam. Sí. ¿En qué le puedo ser útil ?
-No… es que un amigo común me dijo que estabas por aquí y…
-¿Me puede recordar su nombre?
-Tutti…Tuti.
-Tuteamos.
– Sí. Me llamo Abdelkader y ya me dijeron lo que estás haciendo en Madrid. Te invito a comer. Vivo con mi familia en Lavapiés y me imagino que el barrio forma parte del esquema de tu trabajo. Estoy persuadido de que soy yo quien te puede ayudar.
Leve sonrisa. Mi interlocutor sabe lo que dice y por qué lo dice.
«¡Santo Dios!» pensé de manera elíptica. Las cosas no podían presentarse mejor. Era exactamente lo que yo buscaba para una documentación previa a mis reportajes.
-Mira, Abdelkader es que…yo no tengo inconveniente, lo que pasa es que no tengo coche. No conozco lo suficiente las redes del Metro de Madrid. Llegué un poco tarde y me paso el santo día trabajando. Tengo una cita y además Ángel Acebes (1) da una rueda de prensa.
-No te preocupes. Ya tienes el número de mi teléfono cuando tengas un hueco me das un toque…
-Perfecto.
Quedamos para el día siguiente.
Por mi mente, yo, musulmán practicante, que siempre consideró el militantismo radical como un disparate y los militantes como criminales por contumacia, pasaron por mi mente un sin fin de interrogaciones pero era consciente de que esta vez me haría falta un poco más que un ejercicio intelectual.
¿Lavapiés? ¡La madre del cordero!
Me equivoqué. Con su extraordinaria energía de creación y de reflexión, Abdelkader, toda una gramática de la reconfiguración de la creencia impuesta, era exactamente lo que yo necesitaba. Una providencia. Me enseñó generosamente todo lo que yo quería saber a cambio de…mi atención: Me explicó, la lenta pero inevitable deshumanización de la juventud musulmana en Madrid, “donde la luz deslumbrante les borró los colores”, las promesas abortadas, que les convirtió en más sensibles a las sirenas del extremismo y una, según él, nueva y extraña identidad “cada vez más estructural”, forjada, por la ignorancia de la nueva realidad y alimentada por una abstracta curiosidad y una insaciable atracción por las teologías viriles.
Víctimas de una empresa de exterminación identitaria y de fidelidades dudosas, la mayoría de los jóvenes que me presentó Abdelkader clamaba su inocencia pero magnificaban la ortodoxia religiosa aparentemente aprendida muy recientemente. « Nadie trató ni aquí ni en Marruecos de hacer frente a los fundamentos de la ideología extremista que se extiende como una mancha de aceite ». El comentario-acusación es de un viejo imam de una improvisada mezquita en un garage de Lavapiés, para quien « misteriosos predicadores venidos de qué sé yo, intentan dar a su proyecto una legitimidad religiosa ».
-¿Y tú? y ¿la gente?, ¿qué te parece? ¿qué…?
-No hijo. Yo no puedo. No tengo medios. Yo vivo gracias a la generosidad de algunos compatriotas y de la compasión del huésped español. Ellos sí. Son muchos. Muchísimos. Repitió por lo menos nueve veces lo de “muchísimos” antes de enfatizar, en voz templada, casi llorando: « Todos debemos respetar las diferencias sin dejarnos aniquilar por ellas ».
-Nos han « museizado », se quejaba uno, refiriéndose al museo.
Cruel desilusión de quien vino en busca de sustento y se encontró con las semillas del odio y del resentimiento.
-Aquí encontramos con que saciar nuestro vicio hasta la sobredósis, presumía otro irónicamente.
¿Pensamiento transcultural, mal concebido o simplemente psicosis de romper con el estatuto de antaño?
-Nadie nos ayudó a asimilar las influencias socio-políticas de un país, como Marruecos, en la encrucijada de la controversia regional. El universitario rechazaba a su manera la hipótesis aún en estado embrionario de que un grupo de marroquíes se atreviera a cometer tan horrible crimen.
-Pero Acebes ha dicho otra cosa
-Déjate de Acebes y del Partido Popular, dijo masticando cada sílaba con una inteligencia aguda y una extrema lucidez.
-Mira Said, te voy a revelar algo que todo el mundo sabe pero nadie quiere creer ni admitir. La voz templada con un acento exageradamente severo traducía la conciencia crítica de Abdelkader quien denunciaba así, a su manera, a los que pensaban que « aquello sucede sólo a los demás ». La ruptura entre el gobierno marroquí y el Partido Popular y la dirección prohibida entre Rabat y Madrid, ensartó la desconfianza recíproca, creada, ¡ vete a saber por quién ! constituyendo un terreno muy abonado para lo que sucedió y puede volver a suceder aquí o en otra parte.
-¡ Que Dios no quiera ! Clamó la voz del imam como si rezara por el fin de tanta decadencia física y moral.
-Os digo y sé lo que digo que la responsabilidad es del gobierno del Sr. Aznar.
Se quedó mudo un instante esperando una reacción y enlazó… o, por lo menos, relativamente compartida.
Confidencias demasiado íntimas en las que se confunden sonrisas y lágrimas.
Comenzaba a dudar de que hablaba con la minoría. Una minoría aparentemente conciente de los privilegios del presente pero asustada por las discapacidades del pasado.
Con gestos singularmente repetitivos me limitaba a buscar preguntas que no hallaba o no podía plantear. En un instante de distracción, me encontré perdido en la ecuación-paradoja de cómo el que recurrió, como calificaba atinadamente Abdelkader a pesar de su poca fascinación por el humor, al « sacrificio supremo » para poder llegar hasta donde está, maltrata ahora la providencia… su providencia.
A veces perplejos. Otras agobiados. A menudo los dos, los demás asentaban con su cabeza hacia quien hablaba como si asistieran a una partida de tenis.
Incontestablemente había un atasco ideológico-religioso. Cada uno de ellos quería ser apóstol de la ruptura sin tener que estar, como en su país natal, sistemáticamente asociado a adjetivos como Jouanyia (2) .
Quinto dia..
Por la mañana cuarto reportaje y dos exageradamente largos análisis del clima que se respiraba en los medios marroquíes para la radio. Por la tarde otra correspondencia para la televisión y…
Durante casi una semana no cesé de visitar, hablar, preguntar y difundir. Todo el mundo era “inocente”, una total incultura de los derechos y deberes en el país de acogida y la sensación de que, devorados por la inquietud, muchos se refugiaban, a diversos grados de convicción y rareza, en la retórica del terror aprendida siempre de… « otros ».
Alergia a la responsabilidad.
« La realidad no se puede cambiar con balas, sino con palabras”, profetizaba Abdelkader.
Sabía por qué lo dijo:
« Que nos devuelvan nuestra propia historia ».
¿Pero, quién os la arrebató?
Algo o alguien impedía a estos jóvenes vencer su timidez y hacer prosperar su singularidad saludable. A todas luces, lo que desean era-es excesivo, pero no exagerado.
También era evidencia inaudita que algunos y no todos rascaban donde molestaba.
La indulgencia atravesada por palabras, a menudo mal aprendidas y peor traducidas.
Iniciativas intempestivas. Nadie sabía que siempre es peligroso decir tengo razón.
Esta vez fue infinitamente más que peligroso y por ello yo estaba allí.
Vi cosas. Mi providencial guía me enseñó otras. Al final, como un elogio supremo o simplemente como un método de compromiso, le prometí ocuparme seriamente del asunto « porque en un reportaje de un minuto o dos seria imposible describir fielmente este océano de cálculos imbéciles ».
Prometí hacerlo después de una investigación personal y una minuciosa verificación y desglose de la impresionante cantidad de imágenes y sonidos gravados en mi mente.
-¿Por qué no escribes un libro?
-Buena idea. A mi regreso a Rabat lo pensaré… porque si lo hago, prefiero ser prudente y tenaz, exigente e imparcial. Tú sabes Abdelkader que aquí se mezclan los míos y los que no me son extranjeros…
Con Abdelkader, en Lavapiés o en otros « puntos cálidos » de Madrid descubrí problemas planteados de manera urgente y cuya solución fue mil veces postergada..
Todo el mundo estaba convencido de que nunca es oportuno hablar de derechos de los extranjeros.
Los errores de análisis conducen ineluctablemente a graves incoherencias. Para ellos, los “ricotes” de Lavapiés eran una especie de “verfügbar” (3) en el que escucharon mil veces que contaminaban la raza, decidiendo refugiarse en una concha de indomables conductas con, a veces, gestos extremos y un cinismo social a toda prueba.
Humor macabro. Pero lo suyo era-es una negrura infinita…un combate contra la propia conciencia. Ni quieren irse ni quieren quedarse.
Y uno de los resultados es, como me decía Abdelkader, « esta gente aprendió-aprende, no sé cómo ni cuándo, a hacer cínicamente de cada oración, como si fuera, a la vez, la primera y la última ».
Era, como lo calificaba atinadamente uno de los hijastros del barrio, su manera de concebir la contracultura.
¡ Espantoso !
Gente sincera que me hace pensar que el terrorista suele ser ingenuamente sincero, que por abnegación a la realidad o porque nadie hizo nada para buscarles pretextos que sirvieran para desligarse de su juramento, se pasan el día tratando de plegar a su falsa visión del mundo… a menudo con cinturones explosivos o argumentos todavía más inverosímiles en torno a la indiferencia ante la muerte.
Sin embargo en su Tánger, Tetuán o cualquier otra ciudad natal, se permitían el lujo de soñar en español. Ahora algunos de ellos elogian una barbarie mediocre.
Desde entonces comencé a acariciar la posibilidad de poner manos a la obra y a…contribuir a canalizar tanta rabia para transformarla en energía creadora, plasmarla en letras… en un relato-alarma. En un retrato de « aquél » que es casi siempre “ el otro”.
Volví a Madrid, para otras tareas profesionales en la televisión marroquí o en el marco de mis ocupaciones literarias como conferenciante para presentar mis novelas. Pero nunca volví a ver a Abdelkader aunque sí muchos otros Abdelkaderes.
En Marruecos nadie podía prever aún la globalización de la fé…perversa.
Y tuve que esperar…
Hoy tengo tiempo, ganas y sobre todo voluntad de contar lo que creo que fue-es una mezcla de futurismo, situacionismo y terrorismo, hasta ahora, afortunadamente en ciernes aunque ya ha causado muchos estragos.
“ ¿ ALAACH ? ” o LOS OTROS ESCOMBROS pretende ser esto: un punto de vista del “otro”.
Said Jadidi
Notas al pie:
1. Ángel Acebes fue Ministro del Interior del gobierno Aznar y actual número dos del Partido Popular.
2. Término que dan los marroquíes metafóricamente a los fundamentalistas.
3. Disponible en alemán, adjetivo que designaba, durante la época nazi, a los deportados que estaban afectados a un trabajo no preciso.
(22/05/08)