En vísperas de los comicios anticipados del 25 de noviembre, la obsesión de creación de coaliciones crece a velocidad de crucero y las suposiciones sobre el futuro Gobierno se centran en su posible heterogeneidad
En Marruecos, la excepción de la regla en el mundo arábigo-musulmán, la práctica política tiene indudablemente su propia lógica. Últimamente acaba de ver luz en el país una coalición hecha posible por ocho partidos políticos cara a las legislativas anticipadas previstas para el 25 de noviembre. La coalición en cuestión, llamada «Coalición para la Democracia», se perfila tan heterogénea como variopinta y tiene en el punto de mira, según sus artífices, conseguir una clarificación incuestionable del panorama político del país, y por consiguiente facilitar a los electorados identificar rotunda y categóricamente un bloque bien definido, esto en el marco de un mapa político crecientemente balcanizado.
Esta coalición que ha sorprendido a muchos analistas en Marruecos, pues su nacimiento ha sido considerado como una actuación «antinatural», ya que contiene en sí partidos políticos opuestos, ideológicamente hablando. Se trata en concreto de una coalición heterogénea por no decir iconoclasta. Ahora bien, conviene plantear ¿cuáles son los entresijos de esa coalición sobre todo en vísperas de las legislativas? ¿Cuáles son sus objetivos intrínsecos y extrínsecos? y ¿Cuál es su potencial destinatario?
La opinión pública todavía se está preguntando sobre esta iniciativa que nadie había previsto. Una coalición de neo-liberales, conservadores, izquierdistas e islamistas o incluso más fundamentalistas que da la impresión de aglutinarse alrededor de una amalgama sin precedentes en Marruecos. Algunos opinan que se ha creado para contrarrestar el partido de tendencia islamista Justicia y Desarrollo, habida cuenta de que ese partido ha arremetido hace unos meses contra los actores políticos marroquíes, para castigar a unos líderes islamistas que no ocultan su admiración por el modelo de gobierno de Turquía.
No obstante, esta apuesta tiene unos cuantos hándicaps: Marruecos no es un país secularizado, además el partido islamista se niega a tomar una posición respecto al alcohol, la herencia, los préstamos bancarios, y sobre todo, es reseñable la carencia de un modelo de sociedad que pueda convencer a la mayoría de los marroquíes.
Pues a falta de encuestas creíbles, la opinión pública pone en cuestión la actitud del primer ministro del Gobierno, procurando establecer una coalición con los islamistas, aunque aún no ha manifestado oficialmente sus intenciones. La nueva generación de la Independencia descarta una potencial coalición con los islamistas, apostando por darse el tiempo para dar respuesta a la nueva «Coalición para la Democracia». Ídem para el partido la Unión Socialista de Fuerzas Populares, que parece más que nunca mucho más preocupado por su reestructuración interna que en su potencial posicionamiento en algún bloque que pueda surgir como contrapoder de la «Coalición para la Democracia.»
Sea lo que fuese, resulta delicado por no decir imposible adivinar el futuro Gobierno que tomará las riendas del poder en Marruecos, por la simple razón de que en Marruecos la práctica política no se somete a reglas bien definidas. Peor aún, el panorama político del país está cada vez más borroso. Ni es multipartidista ni mucho menos bipartidista.
Los valedores de la «Coalición para la Democracia» tienen sus propios argumentos. Al frente, su apuesta por el Partido Autenticidad y Modernidad, considerado la piedra angular de la coalición. Y los padrinos que abogan por los islamistas a su vez tienen sus respectivos argumentos. Primero, el partido aún no ha tenido la ocasión de gobernar. Segundo, el partido ha desempeñado un papel considerable en «la primavera marroquí», al no caer a las calles junto al movimiento del 20 de febrero. Tercero, el partido ha conseguido más simpatizantes al oponerse a la secularización del Estado y por tanto mantener las huellas del Estado musulmán en la Carta Magna, recientemente aprobada por aclamación.
Ahora bien, son dos las probables opciones que puedes tener lugar. Un Gobierno que formaría la coalición para la democracia hecha por ocho partidos políticos o bien un Gobierno que será formado por una coalición que pueda incluir al partido del Istiqlal, la Unión Socialista de Fuerzas Populares, el partido Progreso y Socialismo, como constituyentes del Bloque Democrático, conocido tradicionalmente por la denominación «Koutla» considerada caída en desuso y afamados por una declaración conjunta cuyo tenor es » O en el Gobierno juntos o en la Oposición juntos», además por supuesta del partido Justicia y Desarrollo.
En todo caso, la hipótesis que predecía que el Partido Autenticidad y Modernidad podrá por sí sólo ganar las legislativa y desde luego formar el Gobierno a su medida y antojo, está descartada, tras el efecto de las manifestaciones del 20 de febrero, que proclamaron eslóganes acusatorios contra el partido, por corrupción, clientelismo y connivencia con el Estado, sin poseer ni discurso ni mucho menos actores políticos en condiciones de asumir la responsabilidad al frente de la gestión de los asuntos públicos de los marroquíes.