Pero Juan Goytisolo no es solamente un representante de la literatura y la cultura españolas. Es también y sobre todo, un intelectual y un escritor que ha investigado la alteridad cultural y la síntesis que la historia y la civilización hispanomarroqui representan. Español de nacimiento, Juan Goytisolo es uno de los "Marrakchies" más conocidos. Es uno de los iniciadores de la campaña que permitió clasificar a la plaza Jemaâ El Fna como Patrimonio oral de la humanidad por la UNESCO. Pero el autor de "Cogitus interruptus" no se ha limitado en su evolucion a un vaiven entre las dos orillas próximas del Mediterráneo, también viajo por otros lugares destacados de la alteridad e incluso de la confrontación. Vivió mucho tiempo en París, y ha guardado una particular mirada hacia esta ciudad y su geografía cultural y humana. El resultado es una pasión por la literatura, un conocimiento de los meandros de la interactividad entre las civilizaciones y una riqueza cultural extraordinaria. Y en el centro de esta pasión, hay una relacion entre la lengua y la literatura que constituye para el autor de "Relatos de arena", una suerte de religión. "Mi patria es la lengua" y "mi patria es Cervantes", considera Juan Gorytisolo, para el que "Don Quijote" es una obra fundadora de la novela tal como lo conocemos, pero que, al mismo tiempo, explora en la vida de Cervantes y de otras dimensiones que clarifican la riqueza del texto de este autor cuyo 400 aniversario se celebra este año. La otra pasión de Juan Goytisolo, se cristaliza en las obras del patrimonio árabe. "La lozana andaluza", las "Mil y una noches"…, son algunas de las obras que cita. Sobre el conjunto de estos temas, los vínculos lingüísticos entre España y Marruecos, las síntesis de las culturas, la visión de un autor en la encrucijada de las culturas, y el valor de la historia, publicamos una entrevista con Juan Goytisolo. Para inaugurar el Salón del libro, que quiere ser una cita del intercambio y apertura cultural, no hay mejor encuentro que el que se puede hacer con Juan Goytisolo y sus libros.
¿Qué papel juega el humor en su obra, y a que se debe su evolución del corrosivo-destructivo a un humor más optimista?
Yo no diría a optimista. En la primera fase, a partir del Conde Don Julian, es una empresa claramente destructiva de toda la tradición nacional católica española. Es necesario incluirlo así. El Conde Don Julian no combate, obviamente, los clásicos, sino más bien, la interpretación puritana, retrógrada y reaccionaria que desarrolló sobre ellos los autores de la generación de 1898, y toda la corriente de pensamiento conservadora española. Dicho en términos de comercialización, debía destruirme para construir. (Lo que fue aplicado con éxito por los Norteamericanos en Oriente Medio. Lo digo irónicamente, por supuesto). El mejor ejemplo se encuentra en Cervantes. En Don Quijote, reanuda todos los modelos literarios de su tiempo y los destruye. Con las ruinas, construye nuevas cosas. Cervantes demolió todo lo que existía: la novela pastoral, la novela de caballerías, el teatro de Lope de Vega. Y sobre los restos, construyó esta maravilla que es Don Quijote.
En una ocasión, afirmo que su nacionalidad es cervantina. ¿Cómo es posible ser cervantino de nacionalidad? ¿Dicha nacionalidad redime su personalidad apátrida?
Siempre he vivido fuera de España y me considero del país donde vivo. Mi vida cambió mucho. Soy barcelonés, y también parisiense. Soy "marrakchi" y fui de Nueva York. No quise enraizar en la tierra. En cuanto a la lengua, si. Mi patria es la lengua. Me no gusta la palabra nacionalidad, pero si la utilizo, es para referirme a Cervantes. ¿Y por qué Cervantes? Cervantes exploró todas las posibilidades de la novela. Carlos Fuentes lo estudio bien. Todo novelista que quiere extender su investigación en los métodos literarios entra, ineluctablemente, en el campo de maniobra de Cervantes. Toda la novela europea, Dickens, Flaubert, Tristan, Sandy, la literatura rusa, viene de Cervantes. Pero es necesario tener en cuenta una cosa: el único precedente cervantino que no existe en la cultura occidental es el de las Mil y una Noches. Se encuentran todas las técnicas que aparecen en Don Quijote en Las Mil y una Noches.
¿Es que Cervantes conocía las Mil y una Noches?
No, no podía conocer la obra, pero es probable que, durante su estancia en Argel, como lo observó Americo Castro, tuviera en cuenta los recursos de la tradición oral que existía. No es una casualidad que el autor de Don Quijote sea Cide Amete Benegeli. Permanece así un punto misterioso que no se aclaró nunca. Más que buscar la relación de Cervantes con el Renacimiento italiano, como se ha hecho siempre, sería necesario investigar sobre lo que había aprendido en Argel, y que era radicalmente diferente de lo que se escribía en España.
¿Además de lo que había aprendido en Argel, tenía también una tradición cultural muy rica y variada en España?
Cervantes tenía una cultura enorme. Era un lector increíble. Basta con ver en el octavo capítulo de la primera parte, el análisis de la biblioteca de Don Quijote hecha por el Cura y el Peluquero. Introduce la crítica literaria en el cuerpo de la novela. Me di cuenta de esto cuando termine el Conde Don Julian. Constaté que el episodio en el cual el protagonista aplastaba las moscas en los libros de los clásicos españoles de la biblioteca de Tánger desempeñaba el mismo papel que el del Cura y el Peluquero, que es introducir la crítica en el cuerpo de la novela y ponerlo en relación con lo que llamo el árbol de la literatura. Es lo que hice de manera inconsciente. Me di cuenta más tarde que había hecho la misma cosa que Cervantes.
Su relación con Cervantes se caracteriza por la modernidad. ¿Piensa que Cervantes es un escritor moderno?
Completamente. Cuando lo he leído, extrayendo todas las malas influencias de la crítica española más puritana y más reaccionaria que consideraba Don Quijote como la Biblia de la literatura española, descubrí que Cervantes era un creador heterodoxo extraordinario que abrió un nuevo territorio a la novela. Algunos de los mejores creadores del siglo XX indicaron lo mismo. La excelente prueba de Kundera es un ejemplo.
¿No piensa que Cervantes abrió la vía a una nueva identidad moderna de lo español?
Actualmente, todo el mundo conmemora el cuarto centenario de Don Quijote. Sin embargo, los escritores que aprovecharon la lección de Don Quijote son escasos.
¿A que se debe esto?
Seguir la herencia de Cervantes exige una concepción más difícil y menos comercial de la novela. Es mucho más fácil elegir un modelo más vulgar y más comercial que no seguir la estela de Cervantes.
¿Desde el punto de vista literario, piensa que Cervantes fundó la totalidad de la novela europea?
Sí, de la novela europea, sí. Sin Cervantes, no habría existido ni Stern, ni Diderot. Una obra como Bouvard y Pécuchet es cervantina hasta el tuétano. Está claro que hay otra tradición, como lo indicó Carlos Fuentes, que es la de Julien Sorel en el Rojo y el Negro, pero la tradición que me interesa más es la cervantina.
¿Considera como una oportunidad haber dejado España tan joven? ¿Por qué se fue? ¿Había previsto las consecuencias humanas, literarias y morales que implicaba esta decisión?
Es necesario tener en cuenta el tiempo en el cual me eduqué: una guerra civil que destruyó a mi familia, una educación nacional católica fundamentalista, un régimen franquista de horror. España se había convertido, para mi, en algo muy asfixiante. A los veinte años, quedaba claro para mi. Quería salir. Obviamente pasé de una atmósfera cerrada y opresiva, al París de los años cincuenta, que era el mejor momento de la literatura francesa. Pasé de un desierto a un mundo cultural muy rico. En realidad, cuando comienzo a colaborar con la prensa francesa escribiendo artículos que criticaban más o menos el franquismo, mi vuelta en España resultaba ya imposible.
Larbi el Harti
(Libération, 11/02/05)