Hay cosas que una sabe pero que no quiere admitir, cosas que nos dejan desnudas de todo sentido delante la mirada atónita de nosotras mismas; una cadena de radio marroquí pone cada día una pregunta y emite los mensajes que la gente deja grabados como respuesta, la pegunta del 8 de marzo fue : si las mujeres gobernasen ¿el mundo sería mejor?…..
No es que no me esperara que haya mujeres que se ven como ciudadanas de segunda categoría y creen que admitirlo es honrar a la tradición y a la religión, tampoco que no supiera de la existencia de este ser jurásico que se cree superior a otro ser por la existencia en sus genes de una Y en lugar de un X (esto si sabía algo de genética claro); lo que no me esperaba es que todas las mujeres que han llamado se ven como gusanillos que carecen de cerebro para diferenciar la manzana de Adán de la piedra filosofal y que por culpa de esta equivocación la humanidad vive ahora en un enfierno (en lugar de estar todavía en el paraiso) y muere muy joven (por no haber encontrado el elixir).
Me gustaría encontrarme con este señor que, al estar sumergido en un estado de aburrimiento total y odio colosal, se puso a elaborar una estrategia para desarrollar una enfermedad llamada sociedad patriarcal con un síntoma llamado machismo en un laboratorio prestado por un organismo llamado mala interpretación religiosa. Tenga los potenciales académicos que tenga, en esto seguramente ha necesitado la ayuda de una enfermera que sabía a la perfección como eran sus semejantes.
Para que una mujer llame a un programa y diga que “las mujeres no podemos gobernar porque no tenemos cerebro y carecemos de cualidades intelectuales y profesionales, que los hombres sí tienen y pueden desarrollar fácilmente”, es que el trabajo de este señor roza la perfección, llevando a la víctima a decir que es culpable y con ganas de gritarlo a los cuatro vientos en una perfecta necrosis social.
Ahora viene lo mejor. Estas mujeres no sólo lucieron argumentos que podemos escuchar en las sociedades occidentales, sino que también han acompañado su discurso con un Hadith del profeta donde dice que “ nunca triunfará una nación gobernada por una mujer” . Este hadith estaba dirigido a la reina de los persas, que rechazaron un pacto con el profeta. La cosa cuando sale de contexto pierde fiabilidad y como veis lleva a que la gente equivocada encuentre un polo de apoyo en un argumento tan incuestionable como es el Islam para las musulmanas y los musulmanes.
Miles de mujeres luchan para no tocar fondo en unas sociedades que no quieren ver en términos de igualdad. No se trata de pedir un lujo o ir en contra de la corriente, no se trata de lucir minifaldas ni de presumir de tener una mentalidad occidental, el feminismo en cada sociedad es una mirada critica a los valores machistas que han sido sembrados por las propias mujeres como buenas secretarias que han hecho de ellas las tradiciones y las leyes vigentes para guardar y luego delegar estos valores a las próximas generaciones de mujeres de esta misma sociedad. El femenismo no puede ser el mismo en todas las culturas ni sostener el mismo discurso frente a todas las dogmas, pero todas estas reivindicaciones tienen una cosa en común, y es que el feminismo es al machismo lo que la democracia a la dictadura, un grito contra todo lo que discrimina a una mujer por el hecho de serlo. No hay mayoría en la verdad ni opiniones que valgan, lo justo es justo por definición, no admite calificativo ni tiene procedencia siempre que lo que abarque sea un derecho innato adquirido por nacimiento.
El feminismo en el Islam, es otro modo de decir que las cosas van mal, que las mujeres no estamos aquí para depender de alguien o servir a alguien, que si esto fuera nuestra única función tener la habilidad de cuestionarla es en sí un desacuerdo funcional con las leyes de la naturaleza.
El emergente movimiento de las mujeres musulmanas por la igualdad de sexo lucha contra la aplicación de leyes discriminatorias en nombre del Islam, la ablación, la lapidación y los castigos corporales; pide una hermenéutica coránica en clave feminista e intenta aproximar las visiones del feminismo islámico y el movimiento feminista global.
Esto no significa en ningún caso que las soluciones a nuestra problemática la vamos a encontrar en un código de familia sueco o en el seno de las leyes civiles danesas, lo que se pretende en este tipo de aproximaciones es estudiar las líneas de trabajo de los diferentes movimientos que luchan por la igualdad y diseñar una línea de trabajo propia que tenga como pilares nuestros valores y que tenga en cuenta nuestro modo de vida y nuestra identidad.
El concepto de feminismo islámico se usó por primera vez a principios del siglo XIX cuando las mujeres musulmanas empezaron a pedir un trato de igualdad y participación en la vida publica. Este debate tenía principalmente una raíz política, los partidos políticos se daban cuenta de esta nueva fuerza social incipiente, y el Estado por su parte empezó a interesarse por este grupo de mujeres que se organizaban alrededor de un ideal y una ciudadanía completa. Mucho más que discursos políticos, promesas electorales y compromisos discursivos las mujeres pedían una participación en la vida política.
Las reivindicaciones de igualdad no son nuevas en el mundo musulmán ni fueron introducidas por Occidente como dejan caer algunos islamistas. Turquía fue el primer país islámico que otorgó a la mujer, ya en los años 30 del siglo pasado, derechos idénticos a los del hombre. La Constitución egipcia, aprobada en las mismas fechas, abría la vía a la integración profesional de las mujeres. Después de la Segunda Guerra Mundial, las jóvenes naciones del Mashrek promulgaron a su vez leyes no discriminatorias. Irak fue uno de los primeros Estados en reconocer el concepto de igualdad de derechos (1948), seguido por Siria (1949) y Líbano (1952). Aunque los emiratos del Golfo Pérsico se resisten a seguir por esta senda, sus gobernantes tratan de aprovechar el vacío legal para promover, a su manera, la integración.
Nos encontramos con dos posturas feministas: las que ven que el Islam es el único camino autóctono y auténtico hacia la igualdad y justicia de género (es el caso de los primeros movimientos feministas en Irán), que hay que luchar desde dentro con una segunda lectura coránica para sacar otras leyes que forjen la igualdad de sexo y restablezcan los valores de dignidad y derecho (es lo que se ha hecho en Marruecos pasando de la prehistórica modawana al Código de Familia. Aunque queda un montón de camino por recorrer al menos se ha hecho un primer paso). Otras feministas y activistas ven que el feminismo islámico son dos términos totalmente inmiscibles y que es una contradicción en sus propios términos, porque si lo que se busca es aliviar los síntomas de la sociedad patriarcal el feminismo islámico está justificado, pero si lo que se pretende es abolir la sociedad patriarcal entonces el feminismo islámico se ve fuera de juego.
Desde mi punto de vista, una segunda lectura de las leyes del Islam es mucho más efectiva que una lucha para abolir un concepto tan arraigado como es la sociedad patriarcal. Tengo fe en que la hermenéutica femenina dará una vuelta inesperada a todas las leyes. Lo que tenemos hasta ahora son leyes sacadas de una lectura hecha por hombres y para los hombres, se sorprenderán al ver como es una lectura hecha por mujeres y hombres y dirigida a una sociedad de derecho.
(12/03/06)