Pasada la resaca de la victoria electoral ( 4 puntos más que el PP y cuatro diputados más que en el 2004 ), a 47 años, José Luis Zapatero, en el poder desde el 2004 se dispone a estrenar su segundo mandato, que debido a su mayoría relativa lo tendrá que hacer buscando antes alianzas para “profundizar en los aciertos de la pasada legislatura y corregir en lo que no se ha atinado”.
En efecto el nuevo-antiguo inquilino de la Moncloa, encontrará muchos expedientes “despachados” unos, por “expedir” otros, entre ellos, quizás incluso principalmente el de Marruecos ( y Argelia ) con quienes se debe en el actual mandato superar imperativamente el continuo estado de crispación y “ sensibilidades insensatas”.
Los medios no faltan. Las voluntades tampoco. Por lo menos por parte de Rabat. Asi lo demuestran las primeras declaraciones de los actores de la sociedad civil y de los responsables marroquíes.
Obviamente en Marruecos nadie se hace ilusiones al respecto. Los politólogos marroquíes saben pertinentemente que las legislativas del 9-M marcan una bipolarización política en el país vecino (los dos partidos obtienen 322 de los 350 escaños) lo que no facilitaría una “aventura” política en ningún sentido.O sea: que ganó la izquierda sin perder la derecha.
A este respecto atrajo particularmente mi atención un buen y acertado consejo de Andrés Ortega en Foreign Policy en forma de carta al ganador de las elecciones del 9-M ( porque el artículo fué publicado el pasado dia 6).
“Vuelva a poner sobre la mesa el puente sobre el Estrecho – escribe Andrés Ortega en el capítulo del Magreb en su Memoràndum: Política exterior tras el 9-M- No se meta abiertamente en el tema del Sahara: como español siempre estará mal visto y es un problema de difícil solución. Si hace algo, que sea con discreción”.
El Sr. Ortega tiene razón… a medias. ¿Por qué?
Antes que nada porque en las altas esferas del poder en el Reino de Marruecos nadie duda de que en su segundo mandato al frente del ejecutivo español el presidente del Gobierno… Socialista Obrero Español proseguirá (y probablemente) potenciará la apertura hacia su vecino del sur.
Los hay incluso en Rabat que esperan o por lo menos anhelan una nueva era hispano-marroquí en la que los dos paises procederían a la puesta en pie de sólidas relaciones institucionales sin ir hasta plantear los verdaderos problemas entre ambos como la cuestión de Sebta y Melilia (Ceuta y Melilla) y la propuesta marroquí de una “Célula de reflexión”.
Algo así como un futuro mestizado de las relaciones bilaterales, rompiendo con la ya folklórica manera de refugiarse en una concha de contradicciones y de geometrías variables sin ninguna visibilidad geopolítica y con mil y un cerrojo ante, a la vez, lo esencial y lo accesorio. En una palabra: respetar las diferencias sin dejarse aniquilar por ellas.
Dos opiniones y una elocuente voluntad compartida de superar los “malentendimientos amistosos”:
“Los españoles se han expresado en toda claridad y han decidido abrir una nueva etapa sin crispación que excluye la confrontación y que busca el acuerdo en los asuntos de Estado”. Palabras de José Luis Rodriguez Zapatero minutos después de confirmarse la victoria socialista en las legislativas del domingo pasado.
Poco después, en un ilustrativo gesto de la más que posible emergencia de una nueva cultura política entre los dos países, en un mensaje de votos (uno de los primeros llegados a la Moncloa el domingo ) el rey Mohamed VI le respondía: “… por un partenariado estratégico privilegiado sobre bases sólidas y una visión del futuro, consagrando nuestros compromisos y la adhesión de nuestros dos pueblos amigos a reforzar los vínculos de buena vecindad, a consolidar la paz global, al triunfo de los nobles ideales de la humanidad, a la dinamización del desarrollo común y del progreso compartido en el marco de la confianza y del respeto mutuo por el bien de nuestros dos pueblos amigos y nuestra vecindad magrebí, euro-mediterránea y africana asi como nuestro entorno mundial”.
Reflexión y respuesta. Semejanza de puntos de vista en torno a los imperativos geopolíticos regionales, lejos de la estrechez ideológica y de las ideas preconcibidas, los clichés y las acusaciones gratuitas y estereotipadas, cerca…muy cerca de la pluralidad en la opción y concepción.
Naturalmente luego, como siempre sucedió entre España y Marruecos, puede haber quien, deliberadamente o no, zancadillará esta armonía en el proyecto geoestratégico de los dos estadistas.
Como solía enfatizar el difunto Hassan II “ todo lo podemos cambiar… todo, menos la geografía”.
“Una sobria admisión de la realidad – escribía hace años Antonio Sánchez Gigón comentando Ceuta y Melilla en el Horizonte de las relaciones hispano-marroquíes- es algo que serviría para poner el problema en su contexto correcto y para dar a cada uno el crédito que se merece, lo que sin duda ayudaría al respeto mutuo y a la amistad”.
Said Jadidi
Artículo también publicado en “Identidad Andaluza”
(17/03/08)