“Con la recuperación de la memoria de su abuelo del periodista Jaime Menéndez, su joven nieto Juan Manuel Menéndez, ha venido a rendir un homenaje impensable con el documental por él realizado, no solo a un periódico que marcó un hito en la historia del periodismo español en el extranjero, el “España” de Tánger, sino a toda una pléyade casi olvidada de escritores y periodistas que lo hicieron posible, desde su primer director, Gregorio Corrochano, al último que hoy tiene el honor de dirigirse a todos ustedes.
Así, recordar a Menéndez es recordar también a otros periodistas y escritores que pasaron con más o menos intensidad por el periódico, desde uno de los grandes discípulos de Ortega, Fernando Vela, hasta Tomás Borrás, Alfredo Marqueríe, Eduardo Teus, Juan Estelrich, pasando por Manuel Cerezales, Eduardo Haro, Samuel Cohen, más conocido en Madrid como Claudio Laredo, José Luis Navarro, Juan Antonio Cabezas, Vega Pico, Alonso Zamora Vicente, Juan de Juanes, José Luis Moreno, Juan Bellveser, Patricio de Pereda, Pepe Grondona, Arturo Tavío, José Pastor, Luis Grajales, Manolo Salvador Morales, Carlos Sampelayo, los supervivientes como yo mismo, Antonio Colón y Renato Piñero, y tantos y tantos otros que me antecedieron o con los que compartí el trabajo en la Redacción, entre los que no puedo olvidar a mi propio padre, Manuel Cruz Romero, otro republicano precedente de “El Defensor de Granada” y que lo tuvimos como colaborador durante varios años. Como tampoco olvido al polifacético Emilio Sanz de Soto, al entrañable Antonio Vázquez que luego se cambiaría el nombre por el de Ángel, o al escritor judío Carlos de Nesry. De igual manera quiero dedicar mi recuerdo a los que, en los años sesenta, fueron profesores del Instituto Español, hoy sede del Instituto Cervantes, desde Arturo Gil a Manolo Segura, pasando por Paco Cabanillas y el director, Valentín García Yebra, ilustre académico de la Lengua Española
Lo que ha hecho Juan Manuel Menéndez con su singular recuperación de la memoria de un histórico periódico español, va mucho más allá de las evidentes connotaciones políticas que se deslizan en el documental que acabamos de ver. Y hay que tener un corazón muy grande para reconocer que aquel periódico, fundado por el expreso deseo del primer Alto Comisario de la España de Franco en el Protectorado, Juan Beigbeder, para llevar la voz del franquismo en la entonces Tánger internacional, pasaría a convertirse en un adelantado de la transición democrática del periodismo español. Pero lo cierto es que la inteligencia de aquellos pioneros del “España” consistió en convertir un producto franquista en un ejemplo de periodismo al servicio de la verdad, algo que los españoles de entonces no podían siquiera entrever, cuando Corrochano decidió, desde el comienzo de la II Guerra Mundial, contrastar los partes de guerra que emitían los nazis con los difundidos por los aliados. Esta fue, en realidad, la primera piedra del prestigio que llegó a alcanzar el “España” y su suplemento semanal, cuyos ejemplares se agotaban aquellos años a los pocos minutos de llegar a los kioskos de la península.
No conocí personalmente a Jaime Menéndez, porque llegué a la Redacción del “España” poco después de que él se marchara. Pero sí supe de su paso, como el de otro excelente periodista de signo contrario como fue Manuel Cantero del Castillo al que yo fui a sustituir como redactor local en 1958. Y sí mantuve una estrecha amistad, hasta su muerte, con uno de los periodistas republicanos procedentes de “El Sol” que allí tuvieron acogida, como fue José Luis Moreno, locutor también de Radio Tánger Internacional. En realidad, en el “España” de Tánger nunca se preguntó a nadie de donde venía ni qué pensaba; solo se valoraba su buen hacer profesional, su dedicación, su entrega… y su conocimiento del francés. Todos éramos, además, españoles antes que nada, aunque algunos, como el propio Moreno, se negaron a volver a España porque acaso no estaba seguro de poder soportar el peso de la nostalgia.
Pero aparte esta faceta hay que tener en cuenta un aspecto fundamental que dio carácter a cuantos nos hicimos tangerinos de adopción en aquellos años del “España”: la convivencia entre las más diversas nacionalidades, razas, religiones, ideologías y culturas. Era el ambiente mismo de Tánger, su cosmopolitismo, su capacidad de convivencia, lo que nos hacía acrisolados demócratas y, por tanto, respetuosos con todos, porque no hacíamos diferencias entre musulmanes, católicos, hebreos, hindúes o agnósticos de todo pelaje. Era el ambiente que hizo posible la confluencia en Tánger de pintores como Antonio Fuentes, Julio Ramis, Mariano Bertuchi, José Tapiró, Mariano Fortuny o Apperley, sin olvidar en etapas anteriores a Eugene Delacroix; escritores como Keruac, Jane y Paul Bowles, William Burroughs o Rupert Kroft Cooke; actores como Luis Escobar; anticuarios como David Edge, Adolfo de Velasco o Ika Labos; princesas como la de Rúspoli o supermillonarias como la inefable Barbara Hutton, que también se convirtió en princesa al contraer su último matrimonio con un pintor vietnamita llamado Raymond Doan, que luego resultó ser príncipe. A casi todos ellos tuve la oportunidad de entrevistar en bares o palacios…
Todo esto puede sonar, ciertamente, a evocación nostálgica, de la que es difícil desprenderse cuando se ha vivido aquí, en Tánger, tantos años en primera línea del combate periodístico y, en todo caso, muy lejos ya de los últimos tiempos de la historia del “España”, en muchos aspectos dramáticos, que me tocó vivir también como principal protagonista y que coincide con la desaparición de la Carta Real que sustituyó al Estatuto internacional durante un breve período y la integración de Tánger en el Reino.
En todo caso, es oportuno rememorar aquí algunos aspectos de particular relieve en la historia del periódico tangerino. En primer lugar, “España”, el periódico, estuvo siempre al lado de la lucha por la independencia de Marruecos, afrontando incluso momentos de fricción con la Administración internacional. Nuestro periódico se opuso, desde el principio, al golpe del Residente general francés que situó en el Trono al títere sultán Ben Arafa, al ser enviada al exilio la auténtica Familia Real presidida por el muy recordado y añorado Mohamed V. De igual modo, en los momentos difíciles de los intentos de golpes de Estado en Sjirat y, un año después, en el aeropuerto de Rabat, el “España” estuvo al lado del poder legítimo, del llorado rey Hasán II. Igualmente, en “España” siempre supo ver en los discursos del desaparecido monarca su afán por mantener las relaciones con los gobiernos españoles en el más alto nivel de respeto, a pesar de las diferencias sobre aspectos territoriales. Y si hoy existiera el “España”, seguiría en la misma línea de defensa de la amistad hispano-marroquí, que debe estar por encima de cualquier fricción más o menos coyuntural.
Recuerdo a este respecto algo que Su Majestad Hasán II solía repetir cuando se refería a los lazos entre españoles y marroquíes, acudiendo a la metáfora de que eran como los lazos matrimoniales entre católicos, es decir, que no había lugar para el divorcio… España y Marruecos, decía también, están condenados a entenderse, hablando sin complejos ni segundas intenciones. Es cierto que hay generadores de opinión en España que, por ignorancia, no entienden ni quieren entender la cultura de un Marruecos islámico que ha hecho de la tolerancia y el respeto a los demás su principal signo civilizador. Pero también somos muchos los que hemos tenido la oportunidad de madurar política y religiosamente junto a generaciones de marroquíes que me enseñaron a buscar siempre a Dios en los entresijos de las dificultades y avatares de la vida. Y no me importa decir aquí y ahora, en presencia de tantos tangerinos de las más diversas creencias, que yo encontré en esta tierra, entre musulmanes, la fe en Dios, el mismo Dios de todos, aunque profese una religión diferente, la católica, que no está nada lejos de la musulmana. Al fin de cuentas, queridos amigos, católicos y musulmanes tratamos de ser lo mismo: hijos de Dios que queremos someternos a las leyes divinas antes que a las humanas…
Dicho lo cual, termino y grito con placer ¡Yahia Tanya…”
U Es salam alaikom wa rahmatullahi wa barakatu
(30/10/08)