(07/01/09).- En concreto, el estado español aprobó en dicha reunión la creación de dos centros, que seguía al anuncio de doce centros que levantaría la Junta de Andalucía y tres por parte de Cataluña. En total, más de 1.400 plazas para formar a menores que o bien están en Marruecos o acaban de regresar, repatriados o de forma voluntaria a su país. Unos centros ubicados en zonas claves de prevención, como es en todo el norte de Marruecos, y en el sur, como Marrakech y Agadir.
Ya en octubre, en la reunión bilateral sobre inmigración, la secretaria española de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, explicó que estos centros buscan la prevención de la inmigración de menores, la protección de la infancia y el retorno asistido, tres ejes que están funcionando. Al respecto, como datos precisó que en 2005 el 90 por ciento de los menores que llegaba a España era marroquí, y ahora sólo son el 5 por ciento.
Un descenso paulatino de la inmigración infantil ilegal, que en 2009 se ha frenado de forma radical, por la cooperación bilateral así como por causas como la actual crisis financiera que ha descuadrado toda la inmigración en su conjunto. Sin embargo, a pesar de este descenso, llama la atención que en la actualidad viven en España unos 5.200 menores no acompañados según datos aportados por UNICEF desde el periódico “Público”.
La idea principal de estos diecisiete centros de formación es poder servir como acogida a los menores repatriados cuyas familias no han podido ser localizadas o se han desentendido de la custodia del menor, así como dotar al centro de contenido formativo, con unidades de infancia y programas de formación de educadores y especialistas.
Un objetivo que suena muy bien, puesto que se busca la prevención en el país de origen o puente de la inmigración, aunque detrás esconde el interés por dejar de acoger tantos menores inmigrantes en territorio español, en donde los centros de acogida estaban más que desbordados, con los costes que la acogida de por sí conlleva.
No obstante, en los centros ya abiertos, no han regresado voluntariamente tantos menores como se esperaban. Unos menores que han arriesgado demasiado para llegar a Europa y que, de momento, y hasta que no haya resultados, no están del todo convencidos con regresar a un país del que huían, por muchas promesas de formación y futuro que se les dé.
Por ahora, estos centros, de modelo de pequeña capacidad o grande (como prevé Andalucía y Madrid con más de 100 plazas por centro) tienen que demostrar que son realmente útiles y no una medida políticamente correcta pero poco fructífera o satisfactoria para el menor repatriado y que en nada se parece a un centro de detención, como alegan voces críticas sobre el asunto.
Así que de momento, hay que esperar a resultados mientras España, que preside en estos seis próximos meses la Unión Europea, se empeña además en que este plan sea más que respaldado por los estados miembros comunitarios. De hecho, ya se ha incluido el tema de los menores no acompañados y las soluciones a tomar en el debate que tendrá lugar dentro del Programa de Estocolmo, que durante los próximos cuatro años marcará las prioridades europeas en materias de justicia y seguridad y que incluyó la inmigración infantil en diciembre pasado como parte de su agenda.