Ha muerto Mohamed Arkún. No soy amigo de los obituarios, pero en ocasiones es la mejor manera de rendir homenaje a personalidades destacadas. Y Arkún lo fue. Una figura académica sin grandes ecos mediáticos, pero que con su trabajo incansable ayudó a llevar a cabo una lectura e interpretación moderna de la religión musulmana, integrándola en las grandes corrientes de pensamiento modernas. A través de su "Crítica de la razón islámica" Arkún inserta la tradición religiosa del Islam en la modernidad y la somete a la misma crítica a la que se sometieron otras religiones, como el catolicismo, a partir de la Ilustración.
Tuve la ocasión de conocer a Arkún en su apartamento de Casablanca, en el barrio de la Corniche, no lejos del mar. Me acogió con su mujer marroquí, y recuerdo su amabilidad, su tono pausado y la conversación breve pero intensa en la que nos sumergimos, hablando del presente, del futuro, del lugar del mundo árabo-musulmán y de su relación con Occidente. Por eso me entristece su muerte. Porque hacen falta otros como él, que emprendan el mismo camino de crítica, de auto-crítica.
Sergio Cebrián