Como es evidente, es a raíz de un mes y pico poco más o menos de las elecciones del siete de septiembre, cuyo afamado lema era “Poderoso caballero es Don dinero”, y después de unas concertaciones -desgraciadamente giraron entorno a las carteras en vez de agendas políticas bien determinadas -demasiado maratónicas y embarazosas con los partidos triunfantes que, pudo acabar por lo tanto, con las murmuraciones de los estudiosos, politólogos, incluso los malditos lectores de periódicos que, cada día derrochan su dinero en compra de unos periódicos que sólo sirven para envolver hierbabuena.
Una amalgama de comparsas y guiñoles de las que se quita el sombrero humildemente, ya que se trata de una composición homogénea sobremanera -bastante puño de tecnócratas- y muy inmune en contra de cualquier supuesta crisis. Un gobierno que no se sometió a ningunas normas lógicas y razonables determinadas a la hora de su confección; ya que un muy buen número de ministros fueron impuestos por consejeros de Su Majestad. Supuestamente hubo ‘gesto’ encerrado! Dicen, “río que suena agua lleva” Y por ende, un gobierno que carece del compromiso y la moral políticos, y por consiguiente que encarna el mantenimiento del “statu quo”, o sea, un gobierno que no gobierna, sino más bien, que sólo pone en ejecución ordenes y dictámenes.
La composición del gobierno, en cuestión, revela su carácter inverosímil e inconveniente. Un gobierno absurdo por excelencia. Ministros conservadores de tendencia derecha junto a ministros progresistas de propensión izquierdista. Se trata, en concreto, de un gobierno de minoría, ya que los partidos que lo hilan son desprovistos de una mayoría en la asamblea de diputados, como que carece del apoyo popular si tomamos en cuenta la reducida participación de los ciudadanos.
En breves, un gobierno edificado a bases absurdos, en vez de, bases sólidas y densas. Un gobierno que debiera de ser construido a base de una agenda política bien determinada, y que responde a las aspiraciones del pueblo marroquí.
Lo peor es, sin duda alguna, la permanencia del fenómeno de los ministerios de soberanía que, se considera en tanto que una tradición no que figura en la Carta Magna de la nación.
Igualmente, lo lamentable consiste en que el nombramiento de los ministros no obedece, en gran medida, a consideraciones pragmáticas y pertinentes, sino al revés, obedece a criterios caprichosos y antojosos. De modo que, hay algunos que son nombrados por razones sanguíneas y de parentesco, unos, por recomendaciones, otros, por ordenes indiscutibles, y demás.
Personalmente, me quedé mortal ante un gobierno que no se me ha ocurrido, ni por sombra imaginar, ni siquiera en pesadilla. Un gobierno encabezado por un primer ministro político que está bajo la férula de ministros tecnócratas, y que obra al dictado de los consejeros y asesores del rey. Una composición peor que corriente y moliente.
Infaustamente así es nuestra madre patria. Una institución legislativa emponzoñada y de la mala prensa que, en vez de, promulgar leyes y legislaciones; ésa, se restringe en aplaudir, alabar, y loar. Unos partidos, nada tienen que ver con el partidismo; sino unas empresas políticas con piel política pálida. Unos liderazgos cuyo primer interés consiste en obtener una cartera, cualquiera que sea. Es el caso del primer secretario del antiquísimo partido opositor. Hoy en día, ministerio sin cartera. Sólo le toca asistir sin más a las ceremonias de designación de presidentes extranjeros, andar en las procesiones y funerales…. En efecto, un puesto de maldición, ya ocupado por el primer ministro actual mismo. Eso es lo que se llama quién a hierro mata, a hierro muere. No te preocupes paupérrimo, pues, más vale un pájaro en la mano que cien volando, en otras palabras, más vale cabeza de ratón que cola de león.
Abbas El Farsi, acertó en dar a Dios lo que es de Dios y al ‘Nézar’- pariente suyo- lo que es del César. Una cartera vacía es una especie implícita de sanción muda. Es lo que se denomina ajuste de cuentas. ¿Eso es la buena administración señor lector? A tu parecer, ¿cuando acabaremos con esas necedades, o bien, ese cuento de nunca acabar? A mi juicio, cuando las ranas críen pelos.
En la presente composición, evidentemente, el que no corre vuela. Esa es la tradición del recinto fortificado de la acrópolis marroquí (Parlamento). Para cerrar el paréntesis, el gobierno de Abbas, un gobierno de los que se puede decir brevemente, mucho ruido y pocas nueces.
(25/10/07)