(13/06/2011). Sidi Mohammed ben el-Hassan ben Mohammed ben Youssef el-Alaoui, más conocido como Mohamed VI, en el trono de Marruecos desde 1999, no quiere vincular su suerte a la de sus coetáneos Mubarak, Ben Alí, Bachar El-Assad o Gadafi. El monarca, todavía un rey querido, pretende que su esplendor no languidezca: según ha publicado <i>El País</i>, en la nueva Constitución Mohamed VI dejará de ser "sagrado" para ser <i>solo</i> "inviolable".
El movimiento 20-F pedía a Mohamed VI reformas notorias, y éste ha transigido. La Carta Magna fue entregada al rey el 11 de junio por la Comisión Consultiva sobre la Reforma Constitucional; cuatro días antes, el consejero real Mohamed Moatassim recibió a partidos y sindicatos, pero tres de ellos (dos políticos y un sindicalista) abandonaron la reunión por supuestas desavenencias.
Días después del choque, ha trascendido lo que contiene el texto: reformas en la figura del monarca y otras medidas de calado.
El primer ministro se llamará ahora "presidente" del Gobierno, cargo que sale reforzado, ya que podrá disolver el Parlamento -de acuerdo con el rey-; el presidente del Gobierno nombrará no solo a los ministros, sino a los altos funcionarios, a los directores de empresas públicas, a los gobernadores y a los embajadores; el bereber -o rifeño, en el norte- pasa a ser lengua co-oficial junto al árabe; y se amplía la libertad religiosa.
Esto último ha ofendido al islamista moderado Partido de la Justicia y el Desarrollo, ilegal pero tolerado en Marruecos. "¿"Qué significa libertad religiosa", se ha preguntado el secretario general del PJD, Abdelilah Benkirane. "¿Que la libertad sexual y la homosexualidad se hagan públicas", según ha recogido el diario Au Fait Maroc.
Para otro diario, Le Matin, la clave pasa por la "negociación" de todos los agentes, quienes deben ponerse desde ya "manos a la obra".