Marruecos apuesta con su nombramiento por reforzar uno de los flancos más débiles de su política bilateral con España: la cuestión del Sáhara Occidental, en la que la población española se posiciona abiertamente a favor de los saharauis del Frente Polisario y los partidos políticos se muestran ambigüos en sus posiciones. Marruecos nunca ha hecho trabajo de campo in situ para que su posición y sus tesis sobre el Sáhara sean escuchadas en España. Es de esperar que el nombramiento de Soualiem, hijo de un histórico dirigente saharaui que fue procurador en las cortes franquistas, cambie la situación.
Pero lo va a tener difícil. Muy difícil. El déficit de comunicación de Marruecos en España es inmenso. Y la huella positiva que ha dejado en las relaciones hispanomarroquíes el anterior embajador, el hispanista Omar Azziman, será difícil de igualar. El nuevo embajador, una verdadera incógnita en España, tendrá mucho trabajo. Démosle una oportunidad para que la incógnita de su nombramiento dé paso a una agradable sorpresa en el ritmo de las relaciones entre España y Marruecos.