Muerto de cáncer en un hospital parisino a los 69 años, Basri fue enterrado en el cementerio de los Mártires de Rabat en un ambiente tenso, en el mismo lugar en el que reposan algunos de sus grandes rivales políticos, como el líder socialista Abderrahim Buabid, que falleció en 1992.
A diferencia del entierro de Buabid, al que acudió un gran número de marroquíes, en este entierro, apenas han llegado a reunirse 300 personas. Signo evidente del recuerdo amargo de un pueblo que vivió durante dos décadas, los llamados “años de plomo”, caracterizados por una fuerte corrupción, persecución y represión política.
El vicepresidente de la Asociación Marroquí de los Derechos Humanos, Abdelillah ben Abdeslam ha criticado la impunidad de este hombre “que se fue del país como muchos otros responsables de graves atentados contra los derechos del hombre después de haber vivido con total impunidad”. Para Abdeslam, lo lamentable es que “con él, serán enterrados un gran número de verdades relativas a estas violaciones”.
Quién fue
Hijo de guardia de prisión en Settat, al sur de Casablanca, Basri elegió entrar en el cuerpo de Policía para su ascensión social. Comenzó su carrera como comisario principal en Rabat y, en 1973, se convirtió en director de la Dirección general de Vigilancia del territorio (DST), antes de ser nombrado secretario de Estado de Interior en 1974.
Cinco años después, en 1979, se convierte en ministro del Interior, en el que permanecerá hasta la muerte del rey Hassan II en 1999, quien lo había convertido en su brazo derecho, después de ser traicionado por el general Oufkir y por Ahmed Dlimi.
El poder represivo de Basri durante veinte años se extendía como una tela de araña, desde lo más alto hasta las colectividades locales, considerado por muchos marroquíes como un “perro” por su dureza. Pero el 9 de noviembre de 1999, Mohamed VI lo saca del gobierno, como signo de vuelta de página de aquellos “años de plomo” en los que las violaciones de los derechos del hombre eran una constante en el país bajo su consentimiento.
En 2004, Basri se ve obligado a exiliarse a Paris, en donde ha muerto sin volver a ver Marruecos. En 2006 compareció ante un juez en París por la desaparición del líder izquierdista marroquí y principal opositor al régimen de Hassan II, Mehdi Ben Barka, secuestrado en la capital francesa en 1965.
Como máximo responsable marroquí en las negociaciones sobre el futuro del Sáhara Occidental, Basri recibió en 2006 desde España una querella organizada por varias asociaciones de apoyo al pueblo saharaui y pro derechos humanos por su presunta responsabilidad en la desaparición de cientos de saharauis.
Impunidad pero no Olvido
Como un juego de la historia, la noticia de su muerte se recibe en pleno periodo electoral, como una sombra que recuerda la corrupción y falta de claridad bajo su presencia de las elecciones de 1997.
Con su muerte, muchas preguntas quedan en el aire sobre los desaparecidos en los años dirigidos por Basri, sobre quién sofocó las manifestaciones de El Aiún de 1999 y sobre tantas violaciones de derechos humanos que quedan impunes pero no olvidadas.
(30/08/07)