El momento de las relaciones bilaterales parece inmejorable, y así lo manifiestan, a pesar de todo, ambos gobiernos. Pero algo ha funcionado mal. Un tema sensible como las ciudades de Ceuta y Melilla merece un tratamiento sensible, pero no parece haber sido el caso, puesto que la retirada del embajador marroquí de Madrid es una medida extrema. Se diría que los resortes de la diplomacia discreta han funcionado mal, más aún cuando el propio Ministro español de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, permanecía en Marruecos el fin de semana en el que se desató la crisis, e igualmente el segundo de a bordo del ministerio, aparentemente complemente al margen de las maniobras de la diplomacia marroquí.
Así que el momento es bueno, pero quizá no tanto. La visita de los Reyes de España a estas ciudades se debería haber programado para que sus consecuencias no llegaran hasta donde han llegado. O al menos no hubieran tenido la contundente respuesta diplomática marroquí.
Tras las declaraciones de buena volunta del gobierno español, ahora la pelota está del lado marroquí, que debe hacer retornar cuanto antes al embajador marroquí a Madrid. Confiemos en que haya sido una crisis pasajera y que pronto se restablezcan todos los lazos al más alto nivel.
(15/11/07)